El Juego (III).

Llegamos a la habitación e inmeditamente encendí la lamparilla y apagué la luz del centro de la habitación, luego me asomé tras el biombo como para cerciorarme del estado de Miguel, éste estaba despierto. Dirigiéndome a Roberto, por cierto que estaba en medio de la habitación sin saber que hacer, - Ya está durmiendo -dije en voz baja, haciéndole una seña de que Miguel ya dormía, continuando diciendo - Es que se toma unas pastillas para dormir y encima se pone unos tapones en los oidos -

Estaba Roberto mirándome sin hacer un solo movimiento. Yo sabía que Miguel nos estaba viendo por el espejo y también nos estaba escuchando por lo que cogí aire y en tono de sermón, le explique que la situación también para mí era extraña y que lo mejor que podíamos hacer era por unos días olvidarnos de todo, estar lo más natural posible siéndo conscientes de que para los dos aquello era igual de embarazoso, que debíamos ayudarnos uno a otro a que todo fuera más sencillo y menos ridículo.

Me incorporé de la cama en donde me había sentado para darle el sermón diciéndole - Mira, vamos ha hacer una cosa. Para que sólo sea hoy el día que lo pasemos mal, vamos a desnudarnos y dormiremos desnudos, así ya habremos superado sentirnos mal por vernos desnudos. ¿Te parece?- , no contestó, asintió con la cabeza sin siquiera mirarme.

Comencé a desnudarme frente a él mientras le decía que hiciera lo propio, él iba mucho más despacio que yo. Ya estaba yo en braga y sujetador y él aún sólo se había quitado la camisa sin haber dirigido su mirada hacía mi en ningún momento. Me acerqué a él, le cogí por la barbilla y levanté su cara. - Miramé, no seas tonto, estás haciendo incomoda la situación, prefiero que me mires hoy todo lo que quieras y ya el resto de los días estarás acostumbrado -, él me miraba a los ojos, estaba avergonzado, le repetí que mirase tranquilo, fue entonces cuando comenzó a mirar mi cuerpo, lo miro despacio, estoy segura que nunca había visto una mujer de cerca y al natural en ropa interior, encima llevaba yo un sujetador blanco que elevaba mis pechos dejándo la parte superior de ellos al descubierto, la braga era igualmente blanca de encaje, dejando ver perfectamente mi vello rubio.

Estaba extasiado contemplando mi cuerpo cuando procedí a quitarme el sujetador. Me acordé que Miguel estaría viendo aquello por el espejo, así que me situé de perfil. Roberto se había quedado frente a mí sin moverse; comencé a bajar la braga, sentía sus ojos en mi sexo, era como si aquellos ojos me estuvieran masturbando.

Ves, mejor es pasar el mal trago rápido que estar haciendo el panoli todos los días - dije. Ni contestó, estaba contemplándome como no creyéndose aquello.

Estaba segura de que Miguel estaría disfrutando de contemplarme desnuda frente a Roberto y ver el azoramiento en que se encontraba éste. Ven, voy a terminar de desnudarte yo, ya que veo que estás algo nervioso-. No decia nada, se dejó hacer. Desabroche el pantalón y agachándome se lo bajé. Adrede, al agacharme lo hice con las piernas totalmente separadas, para que pudiera ver con claridad los labios de mi raja, que en ese momento se encontraba más que húmeda.

Ya agachada, baje el calzoncillo. Al asomar el pene éste ya estaba en plena erección. "Menuda polla tenía". Nunca hubiera imaginado que a esa edad ya tuvieran los chicos ese pedazo de carne. - No sufras por tenerla tiesa, piensa que estos días al lavar a Javier, ya me he aconstumbrado a eso. - Comenté mientras con dos dedos, se la cogía por el capullo y se la zarandeaba.- También a él se le pone así. Es más te voy a decir un secreto; incluso algunos días no lo ha podido evitar y mientras lo estaba lavando, se ha corrido-

Aquellas palabras provocaron que su pene se descontrolara en mis dedos, sentí como si tuviera electricidad. Aquel pene comenzó a temblar en mis dedos.

Venga vamos a acostarnos que es muy tarde - dije mientras soltaba el pene. Nos tumbamos en la cama, hacía calor por lo que no nos tapamos con la sábana. Miré su pene y contemplé como aún se encontraba en plena erección y agitándose sólo.

Me parece que va a ser difícil para ti dormir conmigo - dije en tono socarrón, mientras volvía a tocar con mis dedos su pene. - Deberías relajarlo ya que así es imposible que duermas - continué.

No había apagado la luz de la lamparita, con lo cual todo lo estaba viendo a las mil maravillas Miguel. Pasado un rato y siempre rozando con mis dedos por aquel pene, continué aconsejándole a Roberto que tenía que relajar el pene. - Mejor será que te masturbes para que te puedas dormir.

Me miró con una cara de sorpresa, incredulidad, como si lo que había oido no fuera cierto. -Mira así no vas a poder dormir; lo mejor es que te masturbes ¿acaso crees que no lo hago yo también en alguna ocasión?.

Seguía mirándome sin responder. Creo que estaba como ausente. - ¿o crees tú que yo al verte desnudo y con ese pene tan tieso no me provoca excitación? -. Ni por esas, no conseguía que respondiera a ninguna pregunta.

Yo también tengo necesidades - continué - así no vamos a ir a ninguna parte, lo mejor es que cada uno nos masturbemos ya que si no, no habra forma de poder dormir. A ti te excita el verme desnuda, y a mí verte con esa polla tan tiesa también me ha excitado. Y yo quiero poder dormir - finalice.

Me recoste en la cama y comence a pasar mis manos por mis pechos. Él miraba sin moverse absolutamente nada. A pesar de tener constumbre de masturbarme delante de Miguel, ahora sintía mayor excitación ya que por si no fuera poco ver a Roberto contemplándome, en mi mente estaba presente que aquella situación la estaba contemplando a su vez Miguel.

Pase mis manos a acariciar mi raja. Hacía tiempo que no chorreaba de aquella manera. - Venga Roberto haz tú lo mismo y así podremos corrernos y dormir -. No hizo falta más, se cogió el pene y comenzó a sobarlo. Lo hacía a buen ritmo. Noté como me venía el clímax. Quise comunicárselo, así lo hice. Aquello le debió exitar sobre manera; tambíen comenzó a correrse. Me levanté para coger una toalla y ayudar a limpiarse de semen a Roberto, éste yacia en la cama. Al acercarme al mueble, cerca del biombo, donde tenía las toallas ví a Miguel en la cama, me estaba sonriendo y con el dedo, igual como hacen los pilotos de avión, me hizo la señal de OK.

Por la mañana al despertarme encontré a Roberto ya despierto, estaba incorporado en la cama estaba masturbándose otra vez mientras contemplaba mi cuerpo desnudo. Al ver que yo habría los ojos, intentó disimular. - No hace falta que disimules, no hay nada malo en que te haya apetecido volver a masturbarte mientras me mirabas, puedes continuar si quieres -. No quiso hacerlo, me dijo que se había quedado cortado.

Después de que Roberto saliera de la habitación, fui a ayudar a Miguel a levantarse y a vestirse. Mientras lo hacía me dijo que lo de anoche había sido apoteósico. Había disfrutado de ver aquellas escenas y que me agradecía el bien que le estaba haciendo.

Después de desayunar todos juntos en la cocina, dejamos a los maridos hablando en la terraza mientras los chicos se encontraban en la playa. Nosotras nos dirijimos también a la arena para allí tumbarnos y tomar el sol.

No tardó María en preguntarme como se había desarrollado la situación con Roberto. Le conté que me había desnudado y que él se había quedado sin saber que hacer. Hubo la natural carcajada y el comentario "Estaría asustado de ver ese cuerpazo serrano". Le detallé como había desnudado yo a Roberto y lo que me había encontrado; aquella polla tiesa y desproporcionada para aquella edad.

Me estás dando una envidía enorme. - dijo de pronto - Menuda suerte tienes, antes te dedicabas a duchar a tu sobrino y ahora a ver a tu hermano desnudo. Té pasas el día viendo pollas tiesas y jóvenes. - concluyó. Estuvimos largo rato hablando del tema hasta que en un momento preguntó ¿Oye Isabel, no me dejarías entrar esta tarde en la ducha mientras lavas a Javier?. Ahora era yo la sorprendida. - Pués es verdad que tienes envidía - contesté.

Al hablarlo con más detenimiento surgieron dos problemas. Uno, si Pedro consentiría que María entrase en la ducha, más que nada porqué allí estaba el hermano de ésta e iba a ver como María entraba en la ducha con Javier y conmigo. Dos, si Javier estaría dispuesto a que María estuviera allí, aunque éste problema estaba casi resuelto ya que Javier hacía todo lo que yo le decía.

Decidimos que antes de comer, cada una de nosotras hablaría con nuestros maridos a fin de conseguir que Pedro estuviera ya alertado y que Miguel le comentase algo a Pedro que hicíera que éste consintiese en aquello. Mientras nosotras lavábamos el fregote de la comida, vimos como los maridos estaban ya en la terraza hablando, nos miramos con el deseo de que luego Pedro autorizase la entrada en la ducha de María.

Al terminar decidimos volver a la playa. Cuando pasamos por la terraza, Pedro llamó a María. Ésta se acercó a él, momento en que Miguel se separo de ellos y vino con la silla de ruedas hacia mí. - A ver si te luces hoy en la ducha - dijo giñándome el ojo. La autorización estaba concedida "HURRA". Aquello me estaba gustando demasiado, pensé.

Al llegar a la arena y mientras tendíamos las toallas, María no pudo contener su alegría de que Pedro hubiera autorizado aquello. - Sabes la única condición que me ha puesto, es que luego tendré que contarle lo sucedido. Ha hecho que le jure que no mentiré -. Apunté el éxito de la autorización a Miguel.

Al rato llamé a Javier y le dije que me acompañará a casa a coger unos bocadillos. Mientras estábamos en la cocina preparándolos, le pregunté si le gustaría ver desnuda a María. Dijo que le daba igual. - No seas mentiroso. - dije, y continué -Ya que tu guardas nuestro secreto y no se lo dices a Miguel, si tu quieres hoy cuando vayamos a ducharnos puedo decirle a María que entre con nosotros y así la ves desnuda. ¿No te gustará ver un sexo con el pelo rubio y otro negro?-

Encogió los hombros como que no le importaba la cosa pero en su cara se le veía como ya le había entrado la curiosidad.

¿Y aunque este ella, me lavarás tú?- dijo al rato. Naturalmente. Ella ya sabe que te lavo yo y que tu me lavas a mí. También sabe que se te pone tiesa y le he comentado que algunas veces se te escapa el semen, así que podras disfrutar igual y podrás también tocarme.

¿Y a ella ? Aquello no lo esperaba. - ¿Es que te gustaría tocarla?

Sí

Vaya pillín estás echo - le dije mientras le azuzaba el pelo. - Esta bién, miraré como me las ingenio para que puedas tocarle el cuerpo desnudo.

Al regresar junto a María le conté lo acordado con Javier - Tú haces como que té pilla de sorpresa - le comenté.

Oye no sé si Pedro estará dispuesto a todo eso - respondió. - Ha dicho que podía entrar a mirar lo que tú hacías, pero no ha dicho nada sobre que yo participe.

Pués pregúntale, como comprenderás si únicamente estás alli observando, el chico se encontrará muy incómodo, mientras que si haces lo mismo que nosotros, parecerá que no hemos preparado todo esto. Además siempre le puedes decir que habías entendido que lo que él quería era que hicieras lo mismo que yo.

Llegamos al acuerdo.

La tarde se nos hizo a las dos largísima, lo comentamos, estábamos impacientes para que llegase el momento de ir a la ducha.

Cuando llegó el momento llamé a los chicos, éstos estaban jugando por la playa. Acudieron a la terraza, al llegar, dirigiéndome a María le dije que se duchara con nosotros ya que el depósito de agua de la ducha, no tenía excesiva capacidad y al tener que ducharnos tanta gente, mejor era hacerlo en dos tandas de tres personas cada vez.

Era una razón lógica ya que el depósito una vez vacio, había que bombear con una bomba manual para llenarlo otra vez lo que se hacía con gran lentitud. Así que aún siendo una excusa, era verdad.

La cara de Roberto, Jesús y Luis fue un poema. Envidia pura hacia Javier. Éste entró el primero, luego entramos las dos. Al cerrar la puerta observé a los tres chavales como se quedaban con dos palmos de narices y en al fondo de la terraza a Miguel y Pedro sentados en sus sillas bajo el arbol.

Venga lo primero vamos a ducharte a ti - dirigiéndome a Javier mientras yo ya me estaba quitando el bikini. Dirigiéndome luego a María - Ayúdame, mientras tú le lavas el pelo yo le lavaré el cuerpo - yo ya estaba desnuda, María me estaba mirando como un pasmarote. Creo que nunca se había encontrado con una situación así. -¿A qué esperas para quitarte el bikini? Mientras yo quitaba el bañador a Javier, María se desnudó. Ahora comprendí porqué llevaba aquel pantalón de bikini tan grande. No se depilaba la zona del pubis, por lo que llevaba una más que impresionante cantidad de vello. Las dos pudimos observar como Luis se quedó impresionado por aquello. También hay que decirlo, era un pedazo de mujer.

Abrí el grifo de la ducha y comencé a lavar a Javier, mientras María se puso detrás de él y comenzó a lavarle el cabello. Rápidamente el pene estuvo en erección, cosa que aproveché.

Has visto María que pitito tan bonito y duro tiene mi sobrino - decía esto mientras con la mano se lo agarré como para justificar que realmente estaba duro.- Cada día cuando lo ducho se le pone igual. No sabes lo agradecido que es ese pitito.

¿Tan duro está? - preguntó María.

Ven - dije cogiéndola de la mano y haciéndola pasar delante. Acerqué su mano al pene y la posé sobre él. - Agáchate y tócalo, verás lo duro que se le pone -

Ella comenzó a tocarlo, lo acariciaba como se acaricia a un perro sobre la cabeza. Aquel pene se estremecía a cada carícia.

Le hice una seña a María ya que estaba agachada como yo pero con las piernas juntas. Enseguida comprendió lo que tenía que hacer. Separó las piernas y en ese momento quedaron ante nuestros ojos (Javier y los míos) unos labios carnosos, sonrosados y jugosos. Lo de jugosos lo digo ya que se veía perfectamente en el vello más cercano a esos labios ese flujo blanquecino que segregamos las mujeres cuando estamos calientes.

Venga Javier - dije - mientras nos lavamos la cabeza, tú nos puedes lavar a nosostras.

Javier no sabía por cual empezar, por lo que le dijimos que un ratito a cada una.

La excitación que yo tenía era altísima ya que o bien sentía las manos de Javier en mi cuerpo o bien estaba contemplando como sus manos restregaban el cuerpo de María.

Ya ves que María tiene muchos pelos, así que frótale bien por allí que seguro que llevará un montón de arena - ordené a Javier. Se agachó frente al sexo de María y comenzó a enjabonar aquella melena. María abrió sus piernas para dejar que aquellas manos exploraran su raja caliente.

No podemos hacerlo salir así -dije a María señalando el pene de Javier - Ven que te ayudaremos a relajar esa pollita.

Nos agachamos las dos frente a Javier y comenzamos a jugar con su polla. Miré a María, le sonreí y acerqué mi boca al pene. Me lo introduje en la boca. Comencé a mamársela suavemente. -¿Quieres probar? -

No hizo falta repetirlo. Ví como aquella polla desaparecía en la boca de María. Comenzó una mamada que me dejó atónita. Los años que llevaría sin echarse una polla al paladar. Noté como Javier se corría. María tampoco desperdició gota de aquel semen.

Lo siento -dijo mientras terminaba de tragar el semen - no he podido resistir la ocasión, tenía tantas ganas y llevaba tal calentura que no he podido parar hasta sentir la leche.

¿Te ha gustado? - pregunté a Javier - pués ya sabes calladito, que nos ves desnudas lo puedes contar, pero nada más ¿OK?. Cruzando los dedos lo juró. Mientras preparábamos la cena, María volvió a disculparse por no haberme dejado saciar con Javier. - No importa otros días lo he hecho yo, además . - comencé a contarle que añoche en la cama con Roberto nos habíamos masturbado individualmente, que si me apetecía esta noche lo masturbaría yo a él y así también saborearía leche.

¿Serás capaz de hacerlo con tu propio hermano?

Acaso no lo has hecho tú con un crio hace un rato. Acaso no repetirás si puedes mañana. O me quieres decir que no has gozado o que estás arrepentida.

No hubo contestación.

Al rato - Oye y que estarán pensando tu otro sobrino y mi hermano de todo eso. Ya que si no he entendido mal, Javier sí les cuenta que te ve desnuda a ti y ahora contará que me ha visto a mí. Encima supongo que Roberto les habrá contado que ayer noche te vió desnuda.-

Si y también saben que tanto a Javier como a Roberto se les pone tiesa y yo no les regaño al contrario les digo que tienen una pollita muy bonita y juguetona.

No crees que estarán más que frustados - continuó María - Me pongo en su situación y estarán deshechos de envidia.

Pués mañana a la hora de la ducha, me ducho yo con Roberto y Javier y házlo tú con Jesús y Luis - contesté.

Estás loca, ni hablar.

Continuará....

Datos del autor/a:

• Nombre: Isabel.