Un recuerdo del pasado.


Era la misma de hacia diez años, el rostro mas lleno, algún kilo de mas que no afeaba su aspecto. Había perdido el cuerpo de adolescente, la debió abandonar poco después que yo. Sin embargo su sonrisa franca era como antes. Yo no sabia muy bien como actuar, la deje hacer para encontrar en sus gestos y palabras el camino a seguir. Estuvimos en un bar, antiguo conocido, donde su extrovertida risa llamó la atención mas de lo que yo consideraba conveniente. Hablamos de las cosas intranscendentes i de las cosas del pasado. Se había casado recientemente y regentaba junto a su marido una pescadería en Sants. Se hacia tarde y propuse un segundo encuentro sin la intención de retomar la relación anterior, en todo caso, probar lo que había pasado en su cuerpo en esos diez años.

Accedió y mientras nos despedíamos, entre el -Llámame.- y -Ya dirás algo.- me ofrecí a llevarla en coche hasta su casa. Le pareció bien, no iba a casa, había quedado con el y unos amigos en el Zurich. De camino y entre sus recuerdos de nuestros viajes, apoyo una mano en mi muslo. La deje en la esquina de Pelayo, nos despedimos con un beso en la mejilla y mientras esperaba el verde del semáforo, la vi acercarse a un trío y besar en los labios a un hombre que miraba hacia mi.

A los dos días encontré un mensaje suyo en el contestador, a su marido le había sentado bastante mal verla bajar de un coche desconocido y la cita se posponía indefinidamente.

-Hola, soy Elena, Rafa se mosqueo bastante el otro día, le había hablado de ti, de nuestra relación y al decirle que el del coche eras tu se puso de mala leche. Mejor que no nos veamos mas, lo siento. Un beso.-

Me tendría que quedar con la duda de como el tiempo había modificado las partes ocultas de su cuerpo.

Al cabo de un mes me llamo al trabajo, hablamos del frío de ese invierno barcelonés, no le pregunte sobre el cambio respecto a su ultima llamada y quedamos en vernos ese mismo día.

Nos citamos cerca de mi casa, tenia que visitar a un familiar en una clínica para enfermos terminales no lejos de allí. A los dos nos iba bien.

Cuando llegue al bar ella ya estaba, la bese, pedí una cerveza y me senté delante. Me interese por el estado del enfermo y la deje hablar. La notaba nerviosa, llevaba el peso de la conversación bastante bien pero sus manos demasiado móviles la delataban. Decidí cambiar el bar por mi cama.

Durante la llamada telefónica, al saber que venia cerca de casa le dije de quedar directamente allí, no quiso. Y ahora me busque la excusa de sacar a pasear a Diez, el perro con el que comparto la vida desde hace tres años, cuando me encontró perdido y solo paseando por Montjuïc.

Al llegar a casa y después de los saludos de rigor a Diez, le ofrecí una copa que no desprecio. Le hable de Diez, le cogí una mano y la atraje hacia mi para besarla, correspondió rápida y vorazmente, su lengua entro en mi boca recorriéndola hasta donde fue capaz, tanteo mis dientes y sorbió mi saliva.

Mientras sus manos me cogían la cabeza las mías desabrochaban su camisa. Le saque los pechos por encima del sujetador y los apreté ligeramente, cogí el pezón izquierdo con dos dedos retorciéndolo mientras su lengua seguía haciendo filigranas en mi boca. Baje las manos hasta su cintura y le desabroche los vaqueros, metí una mano entre su piel y las bragas bajándola hasta llegar a la raja que encontré extrañamente seca, con dificultad metí el dedo anular y tropecé con la parte inferior de un tampón. Inmediatamente ella dejo mi boca libre.

-Tengo la regla.- Dijo. Haciendo un ligero mohín con los labios.

-Me da igual.-

Mi dedo se había acomodado a su clítoris y se lo friccionaba suavemente.

Me desabrocho los pantalones mientras me besaba el cuello, los empujo hacia abajo y pareció sorprenderse al no encontrar ropa interior. Aparto la cara de mi y con una mueca de pregunta se fue agachando hasta tener la boca a la altura de la polla. La engullo sin ningún preámbulo apretándola con la lengua y los labios. Mirando los movimientos de su cabeza me deje caer, con cuidado para que no perdiese su bocado, en la silla. Siguió trabajándomela bastante rato, era agradable, aunque su forma de hacer solo conseguia mantener la erección, de aquella manera nunca hubiese llegado a correrme. Con todo el miembro en la boca hacia un ligero vaivén hacia adelante y hacia atrás, se la sacaba y se la restregaba por la cara al tiempo que la lamía. Un par de veces se irguió para frotársela por las tetas. Estas le habían crecido, las recordaba pequeñas, de las que caben en la mano. No las podía abarcar totalmente, sin embargo habían perdido la rigidez de los dieciséis años. No se puede aguantar un cigarrillo debajo de un pecho erguido y seguro que aquellos aguantarían un Montecristo.

Le aparte la cabeza y me incline a besarla, volvió a meterme ávidamente la lengua. Empuje sus pantalones hacia abajo con ayuda de los movimientos de cadera, llevaba unas bragas de un rojo oscuro, gránate, lisas y sin encaje, tipo bikini. Se levanto y la hice retroceder, a pesar de los años seguía estando muy bien. Una ligera redondez en su vientre y unas caderas mas anchas demostraban que no había llegado a la dejadez de algunas mujeres casadas. La satisfacción de mi cara la hizo reir.

-Te gusto aun? Verdad que me conservo bien?-

No esperaba respuesta, se dejo caer en el sofá y empezó por las botas para terminar de desnudarse.

El espectáculo que me ofrecía era excitante, las tetas por fuera del sujetador, a juego con las bragas, los pantalones por las rodillas, como yo, y un gesto de rabia dirijido a las botas que se negaban a salir.

Me desnude rápido, me arrodille delante de ella y tire de las botas, salieron, y luego los pantalones. Se arrellano levantando ligeramente el culo, le estire despacio de las bragas, las quite. Mire el triángulo de pelo, abrió las piernas y empezó a tocarse. Acerque la boca, olía a coño, hurgué con la lengua entre los labios y empece a lamerla allí donde mas daño hace. Ya estaba bastante húmeda, con una mano aparte el cordoncillo y metí un dedo de la otra hasta donde pude. Se corrió rápidamente, quizás hacia días que no tenia sexo, unos espasmos la recorrieron al tiempo que gemía y me apretaba la cabeza con los muslos. Al cabo de unos segundos tiro de mi hacia arriba, nos besamos mientras yo intentaba sacar el tampón de algodón y meter el de carne. No pude sacarlo y se fue al baño.

Mientras esperaba me senté en una silla y encendí un cigarrillo. Había perdido la erección casi totalmente cuando ella volvió, no era ningún problema, su boca se encargo de ponerme la verga tiesa otra vez. Al llegar a una dureza que pareció de su agrado dejo la felación y se sentó a horcajadas encima de mi. Con la mano izquierda se cogió al respaldo de la silla y con la derecha a la polla para guiarla a su interior. Penetro fácilmente, estaba muy mojado y caliente, era delicioso. Los primeros instantes dentro de un coño siempre me han resultado muy placenteros, incluso aveces mejores que el mete saca posterior.

Levanto las piernas y las apoyo en la silla, se cogió al respaldo con ambas manos y en esa postura empezó a subir y bajar el culo, los pechos se bamboleaban al ritmo libres del sujetador, cada vez que bajaba se detenía unos instantes con el miembro metido a fondo. Enseguida estuve apunto de corrida y le pregunté si lo hacia dentro.

-Si, hazlo. Con la regla no me quedare preñada. Córrete dentro, lléname de leche, venga.-

Le hice caso y me deje ir, me corrí, fue un orgasmo fuerte, llego rápido y duro poco. Empezó en la cabeza del pene con esa sensación que se parece a una meada cuando has estado aguantándote, exploto con espasmos del miembro soltando chorros de semen y termino enseguida, sin llegar a darme convulsiones en todo el cuerpo, ni bufidos ni jadeos. Se detuvo sentandose en mis muslos con la polla aun tiesa dentro. No se havia corrido.

-Y tu que?- Pregunte.

-Otro dia, ahora tengo que irme, es tarde.-

Lo dijo con un tono frío e impersonal, como si no fuese con ella. Sin darle importancia pero guardándose algo.

Me quede sentado mientras ella iba al baño, con los pantalones bajados y la cosita flácida, goteante, al aire. No se lavó, no oi el agua. Mas tarde vi los restos del envoltorio de un tampon en el inodoro.

Se vistio mientras la miraba, la entrepierna empezo a dar señales de vida y com la mano derecha, en la izquierda tenia un cigarrillo, empece a acariciármela. Termino de vestirse cuando la erección ya era potente.

-Tendrás que terminártelo solo.- Lo dijo después de soltar una carcajada. Se acerco y me dio un beso rápido mientras yo me la meneaba.

-Hasta luego.-

Fue hacia la puerta y después de abrirla volvió a reír al tiempo que me miraba. Cerro y me quede solo con mi ritmo de masturbación.

En aquella época el trabajo no me agobiaba, había terminado un encargo, tenia bastante dinero y algunos trabajillos pendientes. Es la ventaja de trabajar por cuenta propia. Me encargue de las reparaciones urgentes y pospuse lo demás para pasados diez días. Metí lo mas imprescindible en una bolsa de viaje y me fui con Diez a hacer una Road Movi.

-Aquí descriure un viatge d'una setmana- (Cambreres d'hostal)

Al llegar a casa, entre los mensajes del contestador encontré uno de Elena. Quería verme y decía que ya volvería a llamar. Recogí las cosas del viaje, puse a lavar algo de ropa y me metí en la ducha. Me estaba secando cuando sonó el timbre del portero automático. Era ella, Elena. Aproveche los dos minutos que se tarda en el ascensor para terminar de secarme y ponerme el albornoz. Abrí justo cuando sonaba el timbre. Mirando la toalla con la que me secaba el pelo dijo:

-Hola! Te he pillado en la ducha?-

-Ya había terminado. Pero pasa, no te quedes en la puerta.-

Entró y se dirigió al ventanal que da a la terraza. Llevaba un abrigo corto, falda justo por encima de las rodillas, medias o pantis y botines.

-Ponte cómoda mientras termino de secarme el pelo.-

Volví a entrar al baño y conecte el secador. A los pocos minutos entro ella, dijo algo que no entendí debido al ruido, se acerco por detrás y me desato el albornoz, con las dos manos me cogió el rabo y empezó a sobarlo. Seguí con mi tarea, ella se puso delante de mi y se agacho, se la puso en la boca y empezó a succionar. Algo había cambiado en su forma de hacer, esta vez su boca era una maravilla, en un momento estuve al borde del orgasmo. Me aparte, deje el secador y la hice levantar. La gire de espaldas a mi, de cara a la bañera, empuje su espalda hacia abajo, apoyo las manos en el borde separando las piernas, aceptaba el juego y sabia las reglas, le levante la falda, llevaba medias con liguero, las bragas de color azul, pequeñas. Las aparte para dejar a la vista la raja de su coño, lo tenia muy mojado, estaba ligeramente dilatada y se le veía el agujero negro de la entrada de la vagina. Me la cogí con una mano, apunte, y se la metí de golpe. Note una ligera resistencia, gimió, dude de si era de placer o de dolor pero seguí dentro, apretando. Empece a bombear, un mete saca rápido y profundo, cada vez sus gemidos eran mas fuertes. Le hurgué el agujero del culo con un dedo, dio un ligero respingo pero pareció gustarle, se lo metí un trozo, la postura no era la adecuada para mas. Ya estaba a punto de correrme cuando lo hizo ella, se arqueo, resoplo y soltó un fuerte gemido. Note su relajación y recordé que no podía correrme dentro, retire la polla del coño y empuje en el culo.

-No, eso no.-

Lo dijo suavemente pero con determinación mientras se erguía. Me abrazo y nos besamos largamente. Luego descendió hasta mi sexo y volvió a metérselo en la boca. Me corrí enseguida, esta vez fue un orgasmo largo y suave, de esos que parecen que se van a cortar pero siguen hasta le final haciéndote encorvar la espalda. No se trago el semen, lo dejo escapar por las comisuras de los labios, le resbalo hasta la barbilla y le goteó encima de la camisa, luego escupió en el lavabo.

-Me da asco.-

Le mire la camisa manchada. -Te has manchado bastante.-

-Vaya mierda, con una polla en la boca pierdo el sentido. Ni me había dado cuenta de que no me la he quitado.- Su cara era una clara expresión de fastidio.

-Que tienes muchas?-

Me miro con interrogación.

-Pollas en la boca.- Dije con sorna.

-Las que quiero.-

La mire con gesto de duda. -Y esa promiscuidad repentina?-

Había cogido un trozo de papel higiénico y se frotaba la camisa.

-Cuando quiero joder con un tío no paro hasta conseguirlo.- Lo dijo con orgullo. -Lo hago pocas veces, mi marido me satisface del todo.-

Se quitó la camisa y froto las manchas con agua y jabón. Me apoye en la pared, el albornoz abierto y el miembro flácido.

La miraba mientras lavaba. Sujetador de aros, pequeño, le levantaba las tetas y las hacia mas grandes, se veía el tono oscuro de la aureola de los pezones allí donde terminaba un pequeño encaje. Se estaba mojando la falda. Me acerque, le saque los pechos por encima del sostén, retorcí ligeramente los pezones y los chupe. Me agache y metí la cabeza debajo de la falda, separo las piernas, apreté la cara contra su raja por encima de las bragas, olía a sexo y estaban húmedas. Aparte la cara, le baje las bragas y se las quite, volví a la oscuridad de su falda. Era morboso, había la claridad suficiente para ver su chocho, me unte dos dedos con saliva y hurgue buscando la entrada. Estaba caliente, húmeda y dilatada, metí otro dedo sin dejar de mover la mano arriba y abajo, otro mas entro sin dificultad, solo quedaba el pulgar con el que frotaba el clítoris cada ver que introducía la mano. Había separado bastante las piernas y flexionado las rodillas, no decía nada, apenas se movía, doble el pulgar hacia adentro y apreté. No costo apenas, muy pronto tuve la mano dentro de la vagina, el reloj hacia de tope. Moví los dedos, palpe y tuve envidia de los ginecólogos por la cantidad de coños en los que se meten.

Cerré el puño, hice girar la mano dentro de ella, salí i volví a entrar, apreté con fuerza hasta que soltó un gemido. Con este juego me avía venido una erección potente, saque la mano y metí la boca antes de que el agujero se cerrase, lamí las paredes de su vagina hasta donde permitía la lengua, deseaba meterme entero allí dentro. Salí de debajo de su falda, su cara estaba descompuesta, pero asomaba una ligera sonrisa. Hice que se arrodillase, llene de saliva toda su entrepierna, desde el pubis hasta el ano, me entretuve allí presionando con la lengua en su esfínter, tenia un sabor amargo. Aparte la cara, metí dos dedos en su culo, rápidamente, cuando protesto los saque, era una estratagema para dilatarla. Acerque la polla, frote un poco el coño y acercándola al culo empuje con fuerza. Entro despacio, entre sus protestas e intentos de apartarse. Mi empuje hizo que cayese al suelo, la seguí en su caída sin perder la penetración y una vez estirado encima de ella comencé un rápido mete saca en su ojete. Fue fácil correrme, lo que no es tan fácil es repetir sus insultos.