De turistas en Puerto Rico.


Los hechos que os narro a continuación, sucedieron mientras mi señora y yo nos pasábamos nuestras vacaciones de verano en Puerto Rico, de paso no es por llenarme la boca, pero mi mujer es toda una hembra. alta, de caderas anchas y senos grandes, de suave piel blanca, rubia y de ojos azules, todavía en su rostro se observan alguna pecas. Mientras que yo soy casi tan alto como ella (si no se pone tacos), con unos 20 kilos de más, moreno, y por herencia de seguro que llegaré a ser un feliz calvo, ya que las entradas en mi frente, me temo que pronto serán salidas.

Pero regresando al tema. En dicha isla, que en un tiempo fue propiedad de la Corona de España, y que hoy en día se encuentra bajo la dominación de Estados Unidos. Yo tengo unos parientes, a proposito mi nombre es Fernando, como les decía tengo unos parientes los cuales decidimos visitar en esta oportunidad. Mi tío Rodrigo y su señora, viven en un pueblo llamado Yauco, y son los felices propietarios de una gran finca cafetalera. Pero como la casa de la finca la estaban remodelando, mi esposa y yo nos quedamos en lo que en esa isla llaman un "Parador". Que no es otra cosa, que un pequeño hotel localizado en las montañas de Puerto Rico, es acogedor, tranquilo, alejado del mundanal ruido de las grandes ciudades. En las mañanas uno puede ser despertado por el canto de las aves, y de una diminuta ranita a la que llaman coquí, debido a que es el sonido que emite en casi todo momento.

El parador, es una vieja casona de madera, enclavada dentro de un frondoso bosque tropical, con grandes habitaciones, decorada con muebles coloniales. Además posee, un muy buen restaurante, con comida típica e internacional y el servicio es excelente.

Mi esposa María y yo, desde recién casados, acostumbramos a llevar a cavo lo que se podría denominar experiencias diferentes. No es nada rebuscado ni morboso, es más bien algo que nos genera más emoción durante nuestras relaciones. El año pasado, durante nuestro crucero por el Adriático, se nos ocurrió mantener relaciones en todas las distintas cubiertas del crucero, en una por poco y nos pescan unos turistas Alemanes. Al tercer día de haber llegado, nos dimos a la tarea de buscar la forma de sorprender el uno al otro. La primera en atacar lo fue ella, nos encontrábamos en un bar restaurante, que tiene el particular nombre del Múcaro, que es una especie de lechuza propia de esas latitudes. El ambiente de por si era bien acogedor, buena música, poca luz y una agradable temperatura. Bien mientras esperábamos la cena a mi mujer le dio por meter la mano por debajo de la mesa y comenzar a sobarme la verga, al principio me sentí algo incomodo, cortado, a pesar de que el local se encontraba casi vació. Pero en cuestión de segundos, ya me encontraba en ristre. Yo la miraba a ella, y María mientras tanto, se hacia la indiferente, con sus labios y su lengua, jugaba lascivamente con la pajilla de la bebida que nos habían preparado. Una vez que el Capitán de meseros tomó la orden y se retiró, la muy sinvergüenza, se metió bajo la mesa. Completamente oculta por el largo mantel de la mesa, se despojó de la pequeña blusa que vestía y tomó una de mis manos y se la colocó sobre sus senos. Mientras que con su boca se dedicó a jugar con mi pene, al principio, suavemente mientras que yo dejandome llevar por la emoción acariciaba con mayor fuerza sus senos. Ella por su parte puso algo de mayor empeño en su labor, en eso llegó uno de los mozos trayendo parte de nuestra cena. Yo me encontraba sumamente excitado, y María para colmo, se dio a la tarea de tragarse totalmente mi miembro. El mesero me pregunto por mi señora, y a duras penas le indique que se encontraba en el baño de damas, las gotas de sudor corrían por mi frente, y el condenado mesero debió suponer que me encontraba enfermo o indispuesto, ya que en varias oportunidades me preguntó si me encontraba bien, o si necesitaba un medico. A lo que con la mayor cortesía de mi parte, y mientras María me daba la mejor mamada del mundo, le respondía que era un ataque de fiebre amarilla, pero que ya me había tomado las pastillas de quinina para controlarlo, pero que por favor me trajera la carta de vinos nuevamente, eso con el fin de que se retirara. Mi objetivo se cumplió el mesero se retiró y justo cuando me desapareció de la sala, le llené la boca a María de mi semen, luego le pasé una servilleta y a los pocos segundos salió de debajo de la meza, con una gran sonrisa como si no hubiese hecho nada. Después durante la cena me comentó, que no se había percatado de la presencia del mesero, mientras se encontraba bajo la mesa.

Luego al regresar a la habitación del parador, los dos nos dimos gusto. Al día siguiente, mientras compartíamos con mis parientes en su finca, yo me encontraba pensando en como devolverle el favor, lo más pronto posible, y que fuera en algo tan excitante como lo que ella me hiso durante la cena. Luego de almorzar, salimos en compañía de mi tío y su esposa a conocer la finca. Nos explicaron el proceso de la preparación del café, y pasamos por una especie de taller donde lo desconchan, lo lavan, lo tuestan y muelen, y en fin todo el proceso. Pasado un rato, nos separamos para conocer los alrededores, y mientras caminábamos nos encontramos con un árbol de guanábana, se encontraba cargado de frutos, pero ninguno al alcance de nuestras manos. Por lo que le propuse a María que se trepara sobre mis hombros, para que pudiese alcanzar alguna de las frutas. Ella vestía una falda que le llegaba algo más abajo de las nalgas, amplia, de esas que cuando hay un vendaval, dejan al descubierto los encantos de su dueña. Me agaché y ella puso sus piernas por encima de mi cuello, luego a medida que me incorporaba fui sintiendo con la parte superior de mi nuca, el calor que se desprendía de su raja. Haciendome el distraído, me di a la tarea de mover a cada rato mi cabeza contra sus entrepiernas, ya María había recolectado unas cuantas guanábanas, las cuales me pasaba, y yo las dejaba caer rodando por mis piernas, hasta el suelo con cuidado. En eso se me ocurrió el decirle, que con el fin de que pudiese sujetarla mejor, se agarrará de una de las ramas mientras yo me acomodaba. Y así lo hiso, momento que aproveché para darme la vuelta, con el fin de que mi faz quedase entre sus piernas. María de inmediato se dio cuenta de mis intensiones, y comenzó a protestar, pero ya era tarde. Con mis manos había logrado romper la minúscula prenda intima que ella traía puesta, y con mi boca comencé a besar su pelada raja. Mis labios, mis dientes, mi lengua y mi nariz los ejercite de tal modo que a los pocos minutos ya María se encontraba teniendo su primer orgasmo. Su vagina se encontraba totalmente mojada, cada vez que mi lengua o mis labios pasaban por encima de su clítoris, María apretaba con fuerza sus piernas, mis manos acariciaban sus bien redondeadas nalgas, y ella a duras penas se podía sujetar de las ramas. A lo lejos escuche, las voces de mis parientes que nos buscaban, María desde su punto de vista lograba verlos acercarse por una vereda. Me pedía que la dejase bajar, pero de inmediato me rogaba que continuara. Así estuvimos, hasta que consideré que mi tío y su mujer se encontraban lo suficientemente cerca, como para darse cuenta de lo que estábamos haciendo. Al momento que María planto los pies en el piso aparecieron ellos. Regresamos a su casa, cargados de guanábanas, y mi tía nos preparó un delicioso jugo con la fruta, muy refrescante. De regreso al parador, en un auto que habíamos rentado en San Juan. María me fue diciendo con lujo de detalles las sensaciones que experimentó. Lo que a su vez me excitó, mi verga se notaba completamente erguida a pesar del pantalón, María se dio cuenta, y mientras yo manejaba rumbo al parador, ella me volvió a mamar completamente la verga. Hasta hacerme eyacular dentro de su boca nuevamente. Esa noche pasamos por el restaurante del parador, cenamos. Y para luego continuar teniendo otro encuentro en nuestra habitación.

Al día siguiente, salimos para una excursión a un sitio llamado Parque de las Cuevas del Río Camuy. Ese sitio tiene una belleza natural indescriptible, hay que verlo personalmente, para que me entiendan. El parque se encuentra compuesto por un sumidero, el cual a su vez esta interconectado con un río subterráneo. Una vez que nuestro guía, nos oriento sobre como realizaríamos la gira, partimos emocionados por la aventura de meterse dentro de una cueva y atravesar el río por un largo trayecto. Durante el trayecto observe que había pocas personas, por lo que tomé las manos de mi mujer, y nos fuimos rezagando del grupo, hasta que los perdimos de vista. Sin decirle nada a mi mujer la tomé por la cintura acerque su cuerpo al mio, y le di un fogoso beso, mi lengua se abrió paso hasta su boca, en la cueva nos dirigimos de tras de una enorme roca, hay nos continuábamos besando, y nuestras manos recorrían todos nuestros cuerpos.

En el momento en que María comenzaba a bajarme los pantalones, una fuerte luz nos encandiló, era una de las guía de la cueva. Debido a lo incomodo de la entrada, no se percató de nuestra faena, de inmediato nos dijo. Ustedes son la pareja perdida, acompañenme que el grupo espera por ustedes, para continuar la gira. Nos sentimos muy incomodos por la situación, yo me arreglé la ropa y María caminó tras de mi. Al llegar al grupo, de inmediato partimos, para visitar el resto de la cueva y un río subterráneo el cual nos ofrecieron visitar. Al pasar por las galerías de la inmensa cueva, nos fuimos quedando a tras, con la intención de perdernos del grupo, pero nos fue imposible, la condenada guía a cada rato, nos preguntaba como nos encontrábamos. Hasta que llegamos al río, el grupo se adelantó mucho, y María y yo nos rezagamos, mientras atravesábamos, las frías aguas del río. Caminamos en contra de la corriente, con el agua hasta las rodillas, al pasar un pequeño recodo, con la ayuda de las linternas, encontramos una pequeña abertura en una de las paredes de la cueva, entramos a una pequeñas gruta. En dicho salón, nos comenzamos a besar, y a magrearnos con gusto. Hasta que automáticamente nos fuimos despojando de nuestras ropas, cuando nos percatamos ambos estábamos desnudos, mi verga se encontraba tiesa y María me ofrecía culo de manera provocativa. Ella se puso en cuatro, para facilitar la penetración, mis manos recorrían todo su coño y sus senos, con desesperación mientras trataba de encularla. Al fin mi verga penetró su culo, María soltó un pequeño quejido de dolor, pero de inmediato comenzó a mover sus caderas con gran fuerza, mis testículos chocaban contra sus nalgas una y otras vez. María me decía, dame duro por ese culo, que es todo tuyo, yo por mi parte la mordía por su cuello y sus orejas. Los dos lo disfrutamos un mundo, hasta que al fin sus nalgas chorrearon mi leche. Descansamos por un rato, y luego nos vestimos en la oscuridad, al salir de la gruta, afuera se encontraban alrededor de una docena de personas, junto con su guía, era el grupo que venía de tras del nuestro. Los cuales nos aplaudieron a penas salimos, tanto María como yo al principio nos debimos haber puesto rojos de vergüenza, pero una vez vi los ojos de María, la tomé por la mano y nos dirigimos a nuestro pequeño público y haciendo una reverencia nos despedimos. Demás esta decir, que no terminamos la gira. Durante el camino de regreso al parador, nos fuimos riendo de lo que nos había pasado.

Al día siguiente, visitamos varios sitios de interés turístico de la isla. De vez en cuando, entrabamos a una tienda para comprar algún recuerdo, para regalarselo a nuestras amistades, como esas camisetas que dicen en letras grandes "Un amigo visito Puerto Rico, y solo me trajo esta jodía camiseta" y cosas así por el estilo. María cuando nos encontrábamos de compra me hacía alguna travesura, como quitarse el tanga que traía puesto, y levantarse la falda para mostrarme, su concha sin un pelo, o en ocasiones me mostraba sus bellas y bien formadas nalgas. Yo por mi parte también le hice una que otra jugada, pero de distinta índole, como por ejemplo.

Nos encontrábamos en una capilla de nombre "Porta Cheli" o " Porta Coheli" alguien nos dijo que significaba el Portal del Cielo, luego de visitarla justo cuando estaba abriendo la puerta del coche, apareció un sacerdote, al otro lado del vehículo, y se me ocurrió hacerle algunas preguntas tontas sobre la edificación, María se apoyó contra la puerta del automóvil, y yo tenía colocada mi mano derecha en la cerradura de la puerta, quedando a la altura de coño. Al principio ella comenzó a mover sus caderas para adelante y para a tras lentamente, cuando me di cuenta, al tiempo que hablaba con el sacerdote, y en un descuido de María, moví rápidamente mi mano derecha y logre introducirla por debajo de su falda. Con mis dedos me dedique a jugar con su clítoris, mientras que tranquilamente conversaba con el sacerdote, María abrió los ojos, como tratandome de decir algo, pero yo me hacía el desentendido, en la yema de mis dedos podía sentir lo húmedo de su vagina, en una, ella trató de despegarse del auto, pero yo la tenía cogida por los labios al mismo tiempo que le daba dedo. Ella comenzaba a retorcerse del placer, mostraba una fingida sonrisa mientras el Padre se dirigía a nosotros. De momento María soltó una gran exhalación, y apoyó su rostro contra el techo del vehículo. El Padre le preguntó si se encontraba bien, a lo que la muy sinvergüenza, le respondió "mejor que nunca Padre". Dimos por terminada la conversación con el Padre, nos despedimos y continuamos nuestro camino. Ya en el auto ella me reclamó lo que le había echo, y yo le pregunte quien había comenzado. El resto del viaje nos lo pasamos con esos juegos entre nosotros.

Una sola cosa no me gustó de Puerto Rico, y es que son muy puritanos en cuanto al desnudo. No hay una sola playa nudista en la isla. Ese día nos encontrábamos por el área sur por un sitio llamado Guanica, lugar por donde se inició la invasión americana hace casi unos cien años a tras. Nos provocó darnos un baño de mar, María con la mayor naturalidad se despojó de su pequeña falda y de la blusa y se tiró al mar, yo me encontraba en pantalones cortos y así me tiré al agua. Al rato los dos nos tendimos en la orilla, para tomar el sol. No pasaron ni diez minutos, cuando un grupo de niños, mujeres y ancianos se encontraban a la orilla de la carretera viendonos. María no se había dado cuenta, pero yo sí, así que me acerqué al grupo a preguntarles que pasaba. Un viejo con más años que Matusalén, socarronamente dijo, de pasar no pasa nada joven, pero quiteseme del medio que no me deja ver la sirena esa, una de las mujeres dijo voy a llamar a la policía, como es posible que den un espectáculo como ese en esta playa, donde vienen familias con sus hijos. En ese momento entendí que no era usual que la gente por esos parajes se bañase o tomase el sol desnuda. Al decirle a María esta se puso roja como un tomate, tomó su ropa y sin vestir se introdujo en el coche. Ya de regreso, me confesó que le había gustado ser observada por esa multitud, (en realidad serían como mucho unas ocho o nueve personas). Al llegar al Parador, le pregunte a uno de los empleados, y me aclaró que en la Isla eso no estaba permitido por ley.

Ese día nos divertimos mucho, en la noche fuimos a cenar al restaurante del Parador, donde conocimos a una pareja de americanos que se encontraban de luna de miel, Judy y Jerome, ella es algo más baja de estatura que yo, o sea que debe medir como un metro sesenta y cinco. De piel extremadamente blanca, más bien pálida, delgada, con un culo pequeño pero bien formado, y unas tetas de pequeñas proporciones. Mientras que Jerome, ese si que es alto, debió ser jugador de baloncesto en su colegio o algo por el estilo, de amplias espaldas, pero con una cara de idiota casi tan grande como él. María haciendo una de las de ella, como aprendió Ingles en Liverpool, les dijo que ella era de la realeza inglesa y que yo era un príncipe gitano, era gracioso ver como nos trataban, pero más lo era el verlos comer, a todo lo que le servían le sacaban las aceitunas, el pimento, la cebolla, en fin solo dejaban el pedazo de carne, para luego bañarlo con salsa de tomate, que desperdicio culinario pensaba yo. Luego de cenar los cuatro nos fuimos a una mesa, y conversamos un rato. Y otro ataque de María, le dijo a la americana que yo tenía el poder de leer la palma de la mano, realmente de eso no se un pepino, pero como se trataba de pasar el macho, le tome la mano a Judy y de manera muy sería le dije a ella, que tendría un encuentro cercano e intimo con un hombre moreno, se lo dije por que el mesero no despegaba sus ojos de los pechos de mi mujer, y la bandeja en cualquier momento iría a dar contra la cara de Judy, como en efecto pasó. Al rato mi esposa se sintió con sueño, y yo había sido invitado a jugar una mano de poker amistoso, con Jerome. Por lo que Judy, también se retiró a dormir. A mi ese juego no me llama mucho la atención así que después de unas cuantas manos, me retiré, además mi compañero de mesa se encontraba totalmente ebrio, por lo que se durmió, a causa de una bebida llamada Gripiñazo, que según creo es a base de ron y de jugo de frutas naturales mezclado con otras cosas, el muy tonto se tomó como cuatro el solo. La cosa es que se me ocurrió, el hacerle una broma a María. Busqué la ventana de nuestra habitación, acomodé unas cajas para alcanzarla, abrí la ventana con mucho sigilo, y me introduje en el cuarto. Al pie de la cama me desvestí por completo, y debido a la oscuridad con las manos y mi boca, busque la raja de María, cual no sería mi sorpresa al sentir el coño totalmente lleno de pelos, desde luego me había equivocado de habitación, pero la inquilina lejos de asustarse tomó mi rostro y lo restregó contra su coño. La escuche decir, en ingles "come in, come enters" de forma seguida y con mucha insistencia, por lo que por hacerle el favor a la americana primero mi lengua se la pasé por entre sus piernas. De inmediato abrió las piernas al máximo, ya para ese momento deje de entender lo que la gringa me decía, yo continúe lamiendole su peludo coño. Judy colocó sus manos sobre mi cabeza y con fuerza me restregó mi rostro contra el coño de ella. Lentamente me fui moviendo, de manera que mi verga quedó sobre su boca. Ella al principio como que no se hacia a la idea, en par de oportunidades movió su cara esquivando mi verga. Pero al fin se decidió y comenzó a lamer tímidamente, el glande de mi verga. Cuando tomó algo de confianza se lo introdujo completamente dentro de su gran boca, y comenzó a mamarla como dios manda. Pero yo me quería dar el gusto de meterselo en su coño, por lo que suspendí mi labor. Judy protesto, pero al darse cuenta de mis intenciones, repitió una y otra vez "Hoo Boy, Hoo Boy, Hoo Boy" hasta que la tuve totalmente ensartada por delante. Tontamente había tenido la idea de que las mujeres americanas son frías, pero la anglosajona me demostró todo lo contrario. Se movía casi también como mi mujer, y eso es mucho que decir. Mi boca colocada sobre sus pequeños pezones los chupaba una y otra vez, mientras nuestras caderas se movían al mismo ritmo. Ella no dejaba de decir cosas como "Hoo my god is wonderful" y "that bettter stick" a cada rato Judy lanzaba gritos, o más bien eran como aullidos de placer, hasta que al fin me corrí, un chorro de mi semen inmundo su coño, ella se pasaba la mano por sus entrepiernas y se regaba el pegajoso semen por todo su cuerpo. Por un momento descansamos, y yo la ayude a levantarse, entramos al cuarto de baño y nos dimos una ducha juntos, de momento ella dijo "suck me it other, and I suckle him to you again" del poco ingles que yo entiendo, comprendí que ella deseaba mamar y que se la chupara de nuevo. Cosa que hicimos de nuevo en su cama, al terminar con otra corrida, me lave y de inmediato me despedí de ella, no fuera ser que al marido se le pasara la borrachera y me encontrara clavandole a su mujer. Además la mía se encontraba sola en su cama, no fuera que a mi me hicieran la misma faena. Al salir de la habitación ella dijo algo como " that you have a nice and good day". Al pasar por el salón, alcance a ver a un empleado, tratando de ayudar al pobre de Jerome a llegar a su cuarto. Al entrar vi que María se encontraba dormida, al día siguiente le narré lo sucedido. Ella se moría de la risa, cada vez que yo imitaba la manera de hablar de Judy. Pero muy sería me preguntó, ¿ y si fuera yo la que se hubiese equivocado de habitación ? ¿Que dirías tu ? Por unos segundos me quede pensando, y luego le dije, estaría envidioso del gusto que se hubiese dado la gringa contigo. A María parece ser que le gusto la respuesta, ya que de inmediato me estampó un gran beso en la boca y así continuamos hasta que le di la mejor mamada de coño que yo hubiese dado en mi vida. Al medio día salimos del Parador y en la recepción nos encontramos a Judy y a Jerome, se despidieron de nosotros y quedaron en escribirnos. Esas fueron nuestras ultimas vacaciones, espero pronto volver a contarles como nos fue en nuestro viaje a Holanda...................

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