Colegio de pago (II).


Mis encuentros con Susana, se han seguido produciendo últimamente, pero esto último fue lo mejor.

Después de un día de mucho cansancio por los profesores, me dirigí a hablar con el grupo de colegas, (entre ese grupo están Susana y Carolina). - - ¿ Qué tal la mañana?- me dijo Carolina, mi novia. Ella es una chica muy guapa. Rubia, de estatura y complexión normal, unas curvas de vértigo y un conjunto entre unos senos perfectos y trasero redondo y prieto que era un premio para la vista. Llevaba ese día una cazadora vaquera abierta, debajo una camiseta con dibujos y una falda a juego con la cazadora, de dimensiones medías. Ni casta ni zorra. - - Fatal. Hoy he tenido un día horrible. Los profesores unos plastas y no me he centrado bien en sus explicaciones, y para colmo, me han mandado la exposición un trabajo, para antes de lo previsto. - - No te quejes, todos llevamos nuestra propia cruz. Yo también ando atareado.- dijo Javier, (es un chico, que siendo buen deportista, sale en plan de novios, de vez en cuando con Susana.) - - Siendo sincero, en eso estoy de acuerdo contigo.- dije yo a lo cual todos asintieron. Seguimos charlando unos minutos más, hasta que nos fuimos separando. - - Nos vemos después de las clases de esta tarde.- me dijo Carolina, en tono de despedida. - - Vale. - Respondí yo. ( En ese momento tenía otras intenciones en mente las cuales me dispuse a poner en marcha.)

Le dije a Susana que me acompañara, sin que nadie se diera cuenta. Cundo ya estuvimos a solas, con un solo gesto mío bastó para que se diera por enterada de mis planes. Estos eran subir al piso superior donde hay unas camas, ¡y aprovecharlas!.

Ya en dicho lugar, entramos en una habitación, y cuando nos dirigíamos a la cama, oímos algo en la habitación de al lado, que se comunicaba con la nuestra con una puerta interior, que estaba entreabierta en gran medida. Con cuidado, hacía allí nos dirigimos y allí vimos a Javier y a Carolina, unos frente al otro. Sus pasos siguientes casi se intuían. Empezaron a besarse. Me parece que nunca antes la había visto tan caliente. - - Venga, sigue así. Me gusta.- decía Carolina. Javier no se hizo de rogar. Empezó a sobar sus perfectas esferas, siempre despiertas y deseosas de caricias. Quizá el ligue con Susi, (como alguna vez la llamábamos los amigos) me había hecho desatenderla un poco. Se lo estaban pasando bien, sin duda. Mientras el se deleitaba con sus senos, ella empezaba a sobarle el paquete. Debía estar chorreando su coño de lo caliente que estaba, ya que sin más preámbulos, se arrodillo delante de él, le abrió la cremallera del pantalón y le desabrochó el cinto, y después le bajó los pantalones y los calzones. Delante de ella quedó un instrumento de considerables dimensiones, de unos 20 cm. No se lo pensó y con decisión lo engulló. Con tal fuerza debió hacerlo que a Javier se le puso una cara de gusto envidiable.

Al girar la cabeza vi como Susana se había subido la falda hasta las caderas, bajado las bragas y se estaba masturbando con furia. Sus ojos delataban deseo y lujuria. Yo, por mi parte, la desabroche la camisa y la quité el sujetador blanco que portaba y empecé a besar sus erectos, cada vez más, pezones. Entre su sensibilidad en esta zona a los trabajos táctiles y bucales y la furiosa masturbación que acometía estaba al borde del clímax. Mientras tanto, Carolina no estaba ociosa cuando menos de trabajo, aunque yo sí de espíritu. Le estaba dando una mamada acojonante. Chupando cada rincón y cada contorno, trabajando a la perfección la punta, tanto bucal como táctil. Sería muy posible que se corriera sin tardar mucho. Como pensaba así paso: - - Toma mi leche, toma.- decía Javier mientras se corría en la cara de Carolina. Un chorro fue al mezclarse con el pelo, otros a su cara y al final los restantes los recopiló en su garganta. Ver la leche de Javier en su cara era una estampa preciosa.

Y ella disfrutaba de lo lindo. A pesar de que se le estaba quedando floja, no pararon el juego, pues él se metió debajo de la falda vaquera de Carol (uno de los nombres coloquiales para hablar con ella) y empezó a lamerla la almeja a través de las bragas.

Nosotros tampoco estabamos sólo mirando. Ya totalmente desnudos Susana empezó a mamármela con la clase y soltura que acostumbraba. No podía negar que era un regalo esta chica, pues era preciosa y ardiente como el infierno. Al rato realizamos una idea que nos rondaba en la cabeza a los 2 últimamente. Tal idea era, estar yo de pie y ella cabeza abajo, mientras yo la sujetaba por las nalgas ella me la chupaba y yo la comía en chocho. Desde luego era un 69 muy bien hecho.

Javier seguía lamiéndola de bajo de la falda vaquera a través de sus bragas blancas, (era mi novia, esas cosas se saben). Estaba disfrutando como una loca. A parte de esto siguiendo de pie, de forma que la lamiera bien, se había agachado para jugar con su pene. Mientras tanto entre Susana y yo cambiaron las cosas:

- Métemela, quiero sentirte dentro de mí- decía Susana. Estaba poseída por el deseo y la lujuria. En ninguno de mis encuentros con ella, su excitación había sido tan grande. Le debía dar mucho morbo que me la follara mientras su novio le estaba comiendo la raja a través de sus bragas a mi novia, que era una de sus mejores amigas. - - Es toda tuya- dije. Mientras se la iba metiendo, ella casi gritaba de gusto. - - Síiii, sigue- decía. Por suerte sus grititos se entremezclaban con los de mi novia. - sigue metiéndomela, Fer. ( Ese es el apelativo cariñoso por el que me conocen los amigos).

Disfrutaba con todo. En ese momento estaba muy sensibilizada con todo. Durante unos 10 minutos, en los que la estuve penetrando con furia, Javier y Carol habían cambiado, pues en un momento dicho, ella se deshizo de él, le termino de desvestir completamente y apoyándose en la cama, se agacho y se bajó las bragitas hasta los tobillos con una fuerza y energía que casi las rompe. Luego se subió un poco la falda vaquera y ni corta ni perezosa le dijo:

- Métemela hasta la empuñadura. Necesito... te necesito, ¡ ya! - - Marchando. Te aseguro que quedarás satisfecha- respondió. Como le pidió, con una estocada precisa y seca se la insertó en el conejo. - - Ahhhh- gritó ella.

A pesar de que la estaba penetrando por el chocho, gemía y gritaba como una histérica, mejor diría yo como una gata en celo. Javier mantuvo el ritmo de penetración en un listón alto, lo que hacía que se calentara más aun si cabe Carolina. Mientras, Susi, explotó varias veces mientras la penetraba. Se estaba corriendo de lo lindo. No sé si debido a la excitación o al momento me dijo algo que no me esperaba, cuando menos tan pronto, en la relación que llevábamos manteniendo por entonces.

- Destrózame. - me soltó, de pronto. - - ¿ Qué? ¿Cómo?- dije sin saber a que se refería. - - Dame por culo. Introduce esa preciosidad en mi ano. Aunque me desencuadernes o me partas en dos, te necesito, ahí- sentenció.

En ese momento había parado de follármela y dije: - - ¿ Estas segura?- dije. - Seguramente, te haré un daño desorbitado. - - No he estado más segura de algo en mi vida- dijo ella. - Sin miedo. - - Encantado- dije.

Empecé a lamerla en la zona entre su coño y su culo para suavizar la entrada, poco a poco acerqué un dedo a la entrada del ano. Antes de que llegara empece a comerla el coño y al mismo tiempo masturbarla con 2 dedos de la mano que no estaba acercando a su ano. Despacio fue introduciendo el dedo allí. Con la calentura, sus jugos y que la estaba lamiendo el chumino y masturbándola a la vez, prácticamente ni se enteró. Luego me incorporé, hice que apoyara las manos en las jambas de la puerta interior que separaba las 2 habitaciones, la de Carolina y Javier y la nuestra, y humedeciendo la zona fui acercando la punta de mi rabo a su ano, luego puse la punta en el centro de sus nalgas y empece, muy despacio y con mucha suavidad, a empujar. Aunque sufría, seguro, tenía una cara de completa satisfacción.

- Más, más. Métemela entera- decía descontrolada. Parecía no tener freno. Cuando, después de un rato, le entró toda la polla hasta los huevos. Dicho proceso, que debido a la poca velocidad con la que se la metí y el tamaño, duró varios minutos. Después, cuando la zona se fue acostumbrando, y vencida la resistencia del esfínter empecé a penetrarla con más fuerza y rapidez. Incrementé el ritmo, y seguí así un rato. Después paso algo que al producirse me asustó. De tan bien que se lo estaba pasando, Susana soltó las manos de las jambas de la puerta y se las puso en sus sensibles tetas, pero, ya que fue por sorpresa, en siguiente embestida que realicé al chocas nuestras caderas sin punto de apoyo firme, caímos hacia delante. Justo enfrente de ellos. Incrédulos estaban, pues no esperaban vernos así, como estábamos, es decir, desnudos y yo encima de ella penetrándola. - - Yo... es que no sé- empecé a decir. - - No digas nada. -dijo.

Yo esperaba una torta, una bronca gorda o algo peor, pero no fue así. - - Cállate y sigue con lo que estabas haciendo.- decía Carolina, mientras colocaba de pie a Susana y se ponía frente a ella. Se agachó y la dio un fuerte beso en los labios. Está después de un poco de vacilación, la devolvió el beso más apasionado si cabe. - Tú, (refiriéndose a Javier), también.

Los dos comprendimos casi a la vez lo que quería y sin pensarlo cada uno se dirigió a la chica con la que estaba y empezamos de nuevo a penetrarlas. Mientras, ellas se besaban en la boca y en los senos y jugueteaban entre ellas. Bueno, aparte de disfrutar como descosidas con los polvos que las estabamos echando. - Sí, sigue así - decía Carolina. - Destrózame, Fer, agujeréame el ano. - sólo quiero que me hagas disfrutar - dijo Susana. Nosotros con la ayuda de sus palabras, nos estamos mentalizando de cuál era la cosa que querían. Lo hacíamos tan bien, (a mi entender), que disfrutaban como dos perras en celo. Era genial. Tener controladas a esas dos mujeres, por las cuales cualquiera pagaría una fortuna, y que ellas estuvieran a nuestra merced era algo precioso.

Después de un rato en la posición que estamos, cambiamos. Pues mientras Javier se trajinaba a Susi por detrás, a mí, me estaba haciendo un francés, digno de un jeque árabe. En ese momento, aunque cerca, un poco separada, estaba Carolina, tocándose la vulva. Estaba haciéndose una paja frenética, de tan sólo vernos a nosotros tres, es decir, a Javier y a mí con Susana.

- ¡Qué zorra! - parecía increíble lo perfectamente bien que lo estaba haciendo. Por lo que yo sabía la primera vez que lo hizo fue con quien les habla, como ya relaté. Y luego varias, pero no exageradas veces, de nuevo, conmigo. A pesar de ello lo hacía como si hubiera nacido para ello. No dejaba un milímetro de la piel sin explorar con sumo cuidado. - Que, ¿Te gusta? - me decía con su voz melosa. se la notaba que estaba en pleno apogeo sexual, estaba y era preciosa, en ese momento estaba poseída por el deseo y la lujuria. Cada vez que la mirada veía que estaba más caliente. - ¿ Que gusta?, te gusta cómo te meto el rabo por tu agujero. Sé qué es lo que querías. Estás chorreado mucho flujo. Estás muy caliente - decía Javier, poniendo si cabe, más caliente a Susi. Ciertamente, lo que decía, era verdad. - Siiii, me apasiona. Me pone por las nubes sentir tu rabo en mi año. Me voy a volver loca de tanto gusto - decía fuera de sí Susana. En este intervalo de tiempo, Carolina se había corrido varias veces. Estaba muy cachonda. Decidimos que era momento de que volviera a participar en la orgía. Tanto Javier como yo nos tomamos en el suelo, de forma que nuestros pitos quedaran cercanos el uno del otro. Ellas instintivamente, se acercaron y empezaron a mamarlos a ambos, entre las dos con fruición. Fue genial. Pues sí una estaba con una de las pollas otra estaba con la otra, o las dos con nuestras dos maravillas, o mientras, con la mano, una masturbaba a uno de nosotros, las dos con la boca succionaban la otra polla.

- ¿Podéis ayudarme?- dijo Carolina.

- ¿En qué? - respondemos Javier y yo.

- Quiero hacer realidad una de mis mayores fantasías. Ser penetrado por dos personas a la vez, una dándome por detrás y otra follándose mi raja. Y, además, para rematar la faena, lamiendo el sexo de mi mejor amiga.

No fue necesario que dijera nada más. Pues en un momento, Javier, tumbado bocarriba en el suelo la estaba dando por detrás, y yo, delante de ella, me la estaba trajinando por delante. Como guinda, Carolina, la estaba lamiendo el chocho a Susana, que estaba sentada en su cara.

Nos pasamos así, bastantes minutos, unos diez. Fue un disfrute inmenso. Pero la lujuria no quedó así. Quedaba una última cosa por hacer, (por lo menos que se nos ocurriera), dicha cosa era la siguiente. Utilizar el canalillo, que había en ambas, por supuesto, que había entre sus perfectos senos, como un "improvisado lugar " para disfrutar con ellas. Las pajas cubanas que estaban realizándose en esos momentos fueron, debido a lo que había alrededor, apoteósicas.

Ya exhaustos, terminamos los dos, encima de las caras de ambas. Se puede decir que las lavamos completamente las caras. Chorro que no engullían vorazmente, iba a parar a su cara o pelo. Al terminar, la estampa de ambas, que hasta más tarde no se lavaron un poco, era preciosa. Ya que parecía que estaban nevadas. Está claro que las dejamos satisfechas.

Después, los cuatro, nos arreglamos para estar presentarles y bajamos a las clases de la tarde. En contra de lo que yo podía pensar al principio, cuando Carolina me pilló con Susi, esta orgía nos unió mucho más. Sinceramente no fue la última.

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