Algo
de cuero.
A penas la conocía cuando me
propuso ir a su casa para tomar algo, y sin saber como, me encontraba sentado
en su cama, desnudo junto a ella, quitándole la camisa; entonces, me miró a los
ojos, sonrió y me indicó que parara; se levantó de la cama, fue hacia la
mesilla de noche y abrió un cajón, de donde sacó unas esposas, preguntándome si
quería probar algo diferente; yo, iba cachondo y le dije que si, sin saber
donde me metía; entonces, se acercó, me echo en la cama y se colocó encima mío,
cogiéndome la mano izquierda y llevándosela hacia una punta de la cama;
entonces la esposó en el poste; después repitió lo mismo con la mano derecha
mientras me pasaba su vientre por la cara; mi polla iba creciendo mientras daba
pequeños espasmos. Se sentó en mi vientre, se giró, y también me esposó los
pies. Se levantó de la cama y de marchó de la habitación. No me podía levantar;
estaba completamente esposado y sólo podía mover un poco la cadera; esperé
mucho tiempo; media hora, una hora, hora y media... mi polla no descansó en
ningún momento, y se presentaba firme. Finalmente, se abrió la puerta y ella
salió; llevaba un traje de cuero negro muy ajustado, que la cubría hasta los
hombros, dejando sus pechos fuera, llevaba un pequeño antifaz que solo le
cubría los ojos, y guantes negros; en la mano derecha llevaba una manzana. Se
puso delante de mi y sonrió, levantó la manzana y me la puso en la boca,
obligándome a abrirla al máximo, de modo que no podía quitármela. Entonces se
puso a dar vueltas alrededor de la cama mirándome la polla; se detuvo y se
dirigió a un armario, lo abrió; dentro había todo tipo de material sado;
látigos, consoladores, mascaras, esposas, prendas de cuero... sacó una caja y
se acercó a mi; cogió una tira de cuero con un collar en una punta, que me
colocó, y otro de más pequeño que me lo paso alrededor de los huevos y lo ciño
apretado; yo tenia que mantenerme en esa posición, porque si me movía, tiraba
de la cinta de cuero. Cogió un látigo como de jinete, y me lo paso por todo el
cuerpo; los brazos, el vientre, el interior de las piernas... entonces cogió un
cojín i me lo puso debajo del culo, haciendo que levantara las caderas, tirara
de la cinta y mi polla quedara aun más empinada. Se dirigió a la caja y saco
una botella; la puso encima mío y empezó a verter su contenido; era aceite y me
lo esparció por todo el cuerpo. Guardó la botella y cogió unas cintas de cuero,
que empezó a atarme; en los brazos, en las piernas, y en la polla; la presión
que ejercían hacían hervir mi sangre. empezó a masajearme los huevos con la
punta de los dedos, tirando del vello rizado; mi polla alcanzaba una erección
como nunca había visto; entonces, apartó la mano, cogió más tiras de cuero y me
ato los codos y las rodillas fuertemente a la cama para que quedara del todo
inmovilizado. Ciñó más fuerte la correa que tenia a los huevos y estos
aumentaron de tamaño inchándose. Se acerco a mi cabeza, me sacó la manzana,
abrió una cremallera que tenia el traje a la altura del coño, se sentó en mi
cara y me ordenó que se lo chupara. Saqué mi lengua y empecé a moverla
circularmente, arriba y abajo, derecha e izquierda, y ella gritaba que fuera
más rápido, mientras tiraba de la correa que me había atado a los huevos; daba
botes encima de mi cara mientras yo le lamía el clítoris; iba a correrme y se
lo dije; entonces se levantó y me incrustó otra vez la manzana; se dirigió a mi
polla, paso los dedos por el bello y sonrió; puso la mano en la caja y saco una
maquinilla de afeitar, me cogió la polla con una mano, y empezó a esquilarme
los huevos como si fuera una oveja; con la manzana en la boca, le intentaba
decir que ni se le ocurriera hacerlo, pero ya era tarde; con una pervertida
sonrisa acababa de depilarme los huevos, y en cierta manera eso me ponía más
cachondo; dejo la maquinilla y empezó a hacerme una paja con una mano mientras
con la otra me masajeaba los testículos; estaba a punto de correrme y de llegar
al clímax, y se paró; le grite que no parara, le supliqué que continuara, pero
ella sonrió y sacó un lazo azul que me puso en los testículos; se dirigió al
armario y saco una Polaroid; le grite que no lo hiciera, pero sólo la ponía
cachonda; empezó a hacerme fotos desde todas las perspectivas, me puso una
venda en los ojos y continuó fotografiando; yo le suplicaba que lo dejara, pero
solo se reía. Dejó la cámara, me sacó el lazo y noté como me sacaba las esposas
de los pies, y me desataba los tobillos me levanto las piernas las abrió, y
continuó bajándolas para atarlas en la cabecera de la cama; me encontraba
retorcido de manera que la punta de mi polla tocaba la manzana. Cogió el látigo
y empezó a azotarme en el culo; podía notar como mi polla daba espasmos a cada
azote y los dos nos poníamos cachondos, estaba a punto de correrme y paró; le
dije que no parara, pude quitarme la manzana de la boca y le suplique que
continuara, entonces, oí como algo de la caja; se acercó y me amordazó con un
aparejo que me hacía mantener la boca abierta; note como me quitaba las esposas
de los pies y los esposó entre ellos. Me puso una correa atada a los testículos
y me desposó las manos de la cama para esposármelas en la espalda. Me levantó
de la cama y tirando de la correa, me hizo ir, dando saltitos en una silla
donde me ató fuertemente pasando una cadena por todo mi cuerpo; tenía las manos
detrás del respaldo; entonces tiró de la correa i mi polla dio un brinco; oí
como cogía el látigo y noté como le daba suaves azotes. Conseguí una erección
increíble, mis huevos estaban hinchados como un globo y mi polla temblaba de
espasmos musculares ya no podía más, iba a erosionar, entonces se paró y me
quitó la venda; mi polla estaba roja como un tomate, nunca había conseguido una
erección semejante. Cogió unos cordeles y los ató uno a cada testículo,
separándolos e hinchándolos aún más. Yo solo podía jadear de placer, mi
respiración era acelerada, entonces me quitó unas cadenas, me levantó de la
silla y me levanto las manos atándolas en un gancho sujeto a una polea que
había en el techo. fue a la pared donde había la cuerda y tiró hasta que quedé
completamente estirado como un conejo. Empezó a darme pequeños azotes por todo
el cuerpo; era el máximo; ya no podía aguantar más, ella se sentó delante mío
con la Polaroid y empezó a fotografiar mi enorme polla mientras le hacía un
masaje a mis huevos. En aquel momento todo estalló, una corriente eléctrica
salió de mis testículos, pasó por todo mi cuerpo y empecé a dar espasmos cuando
mi semen empezó a salir disparado como nunca lo había echo, me corrí como nunca
había imaginado y ella estaba fotografiando como el semen salía como nunca
mediante espasmos durante diez segundos. Después recorrió mi capullo con la
lengua, acabó de lamer el semen y me bajó de la polea sin desatarme, dejándome
en el suelo. Nunca había vivido un polvo como aquella vez; desde entonces
siempre probamos día tras día, sin que la excitación decaiga. Espero que haya
logrado poneros un poco cachondos.