Ama y
esclava (I).
Ella es una compañera de trabajo.
Una chica morena y atractiva que sabe vestir con elegancia y un interesante
toque sexy. No sé muy bien por que razón, pero desde el principio intuí que le
gustaba el tema del sado. A lo mejor eran su porte altivo y sus gustos
refinados. O esos fetiches con que a menudo se adornaba, prendas y complementos
de cuero negro, siempre ajustados. O esos zapatos finos de tacón alto que c
alzaba a veces, y especialmente aquellas botas de caña alta que tanto me
calentaban.
Algunas veces la había imaginado
en mis fantasías, postrada a mis pies, domesticada, convertida en una
complaciente esclava que, revestida de cuero negro, satisfacía silenciosamente
todos mis caprichos y aceptaba con gusto mis ordenes y mis castigos, incluso
los mas severos.
Le tenía ganas y puedo aseguraros
que había iniciado el ataque varias veces, aunque siempre encontré respuestas
evasivas.
Un día se presentó una ocasión
propicia: debíamos preparar unos informes durante el fin de semana, y con la
excusa de ajustar nuestros criterios me lo apañé para presentarme en su casa.
Aquel día fui preparado. Me puse
un slip de cuero negro y cargué en mi cartera un collar de perra y una fusta,
decidido a probarlos sobre su piel.
Al principio todo fue como
siempre. Ella muy en su sitio, algo distante, y yo esperando la ocasión
propicia, que no llegaba.
Te apetece algo, me preguntó.
Si lo supieras, pensé para mi.
Pero le dije: si, una coca-cola, gracias.
Fue a buscarla, y mientras la
aguardaba pensaba: cuando vuelva, aprovechando la distensión, ataco. Pero
llegué tarde. Al verla asomar por la puerta las tripas me dieron un vuelco.
Estaba allí, vestida con un corsé
ajustado y una falda de cuero negro. El pelo recogido y encaramada en lo alto
de los interminables y afilados tacones de unas botas altas, altísimas, de
charol negro.
Uauuuu ¡
Mientras, agitaba en sus manos un
látigo de tiras y me decía: ¿jugamos?
Por suerte, tuve reflejos y paré
el golpe: ¿a qué?, le devolví haciendome el tonto Desarmada, la obligué a
explicarse.. "Te huelo. Estás caliente y despertaste en mi las ganas de
desarrollar mis fantasías ocultas. Me excita someter a los hombres fuertes como
tu. Poseerlos. Poner a prueba mis habilidades y gozar consiguendo que se
conviertan en dóciles perritos capaces de hac er por mi cualquier cosa que me
apetezca. Y tu no escaparás, vas a ser el próximo, estoy segura. Con solo verte
la cara se que te estás muriendo de ganas de lamer mis botas. Hazlo.
Adelante."
No se equivocaba, pero
contrataqué: lo siento, pero te has equivocado. Yo no me inclino ante nadie y
menos ante ti. Debo reconocer que estás preciosa con tus botas altas y
enfundada en este traje de cuero negro. Pero a mi no me gusta recibir ordenes.
No se cual es tu experiencia en el mundo del fetichismo y del sado, pero la mía
es larga. O sea, que dudo que puedas enseñarme algo nuevo. A mi sólo me
sometería un ama dura como la roca. Inflexible, sin piedad, y tu no me lo
pareces.
Has cometido una torpeza pensando
que me iba a dejar impresionar por tu aspecto. Estás interesante, lo reconozco,
pero un ama de verdad hubiese atacado con mas fuerza. La misma con que voy a
contraatacar desde ahora mismo...
Y sin dejar que se repusiera de la
sorpresa ante mi reacción, le grité enérgicamente De rodillas, zorra !!! Por un
instante noté que titubeaba, pero no se arrodilló. Sin embargo cambió su rollo
y pasó a hacerse la interesante: "así que a ti también te va este juego.
Muy bien, me gusta saber que hay gente cerca de mi que comparte mis aficiones
ocultas, porque podremos intercambiarlas. Veo que te va el rol de amo y que
sabes exactamente lo que quieres. Hasta tienes mas experiencia que yo, o sea
que podrías enseñarme a cazar esclavos y esclavas y los compartiríamos...
De rodillas!!!!, grité de nuevo
cortándola en seco. Y esta vez vencí su resistencia
Se quedó silenciosa ante mi, con
la cabeza agachada. Estaba preciosa con su traje de cuero negro, aceptando
silenciosamente su derrota.
Sentía que en este momento podía
haber realizado con ella cualquier cosa que me apeteciese, hasta la más fuerte,
porque la tenía completamente desarmada, amilanada por mi reacción. Pero pensé
que aumentaría mi placer si le dejaba entrever alguna expectativa. Con voz
autoritaria, le dije. Muy bien. Tu me has pedido que te enseñe. Acepto. Seré tu
maestro. Haré de ti un ama fuerte y poderosa y te aseguro que te maravillarás
de lo que muy pronto serás capaz de hacer y de lo mucho que gozarás. Pero todo
tiene un precio. Me pagarás convirtiendote en mi esc lava., mi perra mas fiel,
mi puta caliente. Para los demás serás un ama dura e inflexible pero para mi
valdrás menos que el mas miserable de los esclavos.
¿Aceptas?
Cuando oí que con voz insegura
contestataba si, mi amo, casi me muero de gusto. Había logrado mi objetivo.
Per manece de rodillas hasta nueva
orden, le grité
Así me gusta. Recuerda que ahora
eres mi esclava y que me perteneces. Si haces algo que no me gusta, serás
castigada. Y para que te sorprendas de como deseaba que llegase este momento te
mostraré las sorpersas que traía en mi cartera. Le mostré el collar y la fusta
y me desnudé, quedandome sólo con mi slip negro. Luego le dije: tenia ganas de
probarlos contigo, pero tu me lo has puesto mas facil de lo que pensaba, calculando
mal tus fuerzas y creyendo que me iba a dejar impresionar por tu indumentaria.
Quisiste sorprenderme y la sorprendida has sido tu. Aceptalo, has perdido ante
un amo mas poderoso y con mas experiencia que tu. Entregaté y gozarás del sado
hasta límites insospechados.
En silenció, pasé el collar
arlededor de su cuello y lo cerré con firmeza. Ella se prestaba docilmente.
Notaba que le gustaba. Le dije: cuando lo lleves puesto te sentirás como una
perra callejera y pensarás solo en tu amo y en darle todo el placer del mundo.
Tiré de la correa y la obligué a
levantarse bruscamente. Le enseñé su posición correcta, las piernas un poco
separadas, la cabeza agachada, los brazos a la espalda y seguidamente le quité
el corsé y la falda. Quedó sólo con las botas y el collar, la correa colgando.
La escena era fantástica.
Mientras restregaba la fusta por
las partes más sensibles de su cuerpo le dije. La has probado alguna vez? Sabes
que este instrumento es duro y flexible y que con él serás castigada cuando y
como me apetezca?
Sin darle tiempo a responder,
crucé dos azotes bastante fuertes sobre sus flancos. Vi el dolor en su cara
pero quise ser inflexible. Le obligué a sacar la lengua y le di algunos
golpecitos mas en ella diciendole: para que aprendas a chupar y a lamer como a
mi me gusta, babosa
Luego le obligué a sujetar la
fusta con los dientes y me alejé para contemplarla. Me sentía muy satisfecho.
Ella permaneció en la misma posición, inmovil, con ganas de hacerlo bien. Al
rato me acerqué y le dije. Ahora vamos a cambiar los papeles. Quiero ver que
tal eres como ama. Así que considerame tu esclavo. Me entrego a ti para que
hagas lo que quieras conmigo. No te cortes. Se dura, te lo ordeno.
Quiso serlo, pero le faltó
decisión. Mas que ordenarme las cosas, casi me las pedía por favor. Estaba
claro que le imponía respeto. Hizo que me tendiera boca abajo y empezó a
azotarme con su látigo de tiras. Sus golpes no foeron certeros ni fuertes. No
senti dolor y puedo aseguraros que llegué a aburrirme esperando que acabase.
La cosa se puso más ineteresante
cuando me ordenó que le lamiera las botas. A mi, por lo menos, se me ponían en
marcha los resortes fetichistas. Gocé de verdad chupandole los tacones
finísimos, Lo hice con avidez y me esforcé al máximo para sacarle brillo a sus
botas con mi lengua. Abrazaba suave mente sus tobillos, y recorria morbosamente
todo su perfil, desde el pie hasta más arriba de las rodillas. Babeaba con
gusto.
Notaba que a ella también le
gustaba y que se excitaba. Empezó a masturbarse y a mi no tardó en ponerseme la
polla tiesa, a punto de estallar.
Cuando ella se dio cuenta, se
olvidó de su papel de ama y se lanzó a chuparmela. No le dije nada y traté de
sacar el máximo partido a la situación. Yo me puse de pie, y ella se quedó de
rodillas, frente a mi. De nuevo amo y esclava. Me recree cuanto pude en su boca
buscando el máximo placer en todos los rincones y de vez en cuando se la metía
muy adentro , hasta la garganta, con un golpe seco de cadera que le provocaba
arcadas. Ella lo hacía bien, la muy guarra. Estaba claro que lo que le gustaba
era eso, más que el sado fu erte y duro.
Al final me corrí y le restregué
la polla por la cara un buen rato. Luego la tendí en el sofá, le abrí las
piernas y le babee un buen rato el coño, metiendole mis dedos por todos sus
agujeros. Se corió temblando y gritando.
Cuando se repuso, me besó
intensamente y sólo me dijo: gracias.
Estaba claro que tenía que
aprender muchas cosas antes de convertirse en una buena ama,. Debía controlar
sus impulsos. Aprender a ser fría y dura como ama y morbosa y complaciente como
esclava.
Pronto os contaré los progresos
que hizo y los muchos informes que desde entonces hemos preparado juntos.
Si te has excitado leyendo este relato,
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