Ama y esclava (V: Alquilada).

La hora de la humillación y el disfrute público de la esclava ha llegado, podrá demostrar su sumisión en un todos contra una.


Llega un momento en el proceso de doma e iniciación de las esclavas en el que estas deben ser sometidas en público, ensanchando los limites de una relación exclusiva amo-esclava y poniendo a prueba su nivel de sumisión

Es una verdadera prueba de fuego, y si vuestra esclava la supera con éxito podeis estar completamente seguros de que realmente sois los dueños absolutos de su voluntad y de que vuestras habilidades como amos os van a permitir alcanzar cualquier meta de placer que vosotros mismos os propongais obtener.

Cuando vi que mi esclava, a la que ya conoceis de anteriores relatos, había asumido plenamente su rol y era capaz de escenificar maravillosamente sus fantasias de sumisión, poniendo en ellas una enorme carga de erotismo, consideré que estaba a punto y le preparé una sesión con un grupo de amigos.

Realmente me apetecía muchísmo ver como se comportaba al convertirse en el fetiche y el juguete sexual de varios hombres a la vez

Estaba seguro de que no me defraudaría y de que iba a entrar de lleno en el juego que le proponía puesto que en aquellos momentos nuestra relación sado maso estaba en un punto especialmente caliente y salvaje

Cuando le expuse mis planes se limitó a asentir, cabizbaja, diciendome: todo esto cabe dentro del pacto que nos une. Este es el mayor reto que me has impuesto hasta ahora, pero tu sabes bien, mi amo, que te sirvo como una puta y como una perra callejera y que has logrado que cada día me sienta mas a gusto en este papel, que despierta mis fantasías mas salvajes. Entre ellas surge insistentemente la de ser follada por varios hombres a la vez, por lo que puedes estar seguro de que no te defraudaré, amo. Mi mayor deseo no es otro que descubrir contigo todos los secretos y los placeres ocultos del reino del sado y por lo tanto me tienes a tu entera disposición. Me humillas, me azotas y me castigas y a pesar de todo encuentro un morboso placer en todo ello. Estoy en tus manos. Tu tienes la llave de mi placer, asi que si tu me lo ordenas prometo adorar y dar placer a las pollas de tus amigos como si todas fuesen la tuya...Es eso lo que esperas de mi, verdad ?

Eso y mas, mucho mas -le respondí-. No solo deberás mantener las pollas de mis amigos en constante excitación, suplicandoles mas y mas leche hasta agotarlos, si no que tendrás que demostrarles que he hecho de ti la mas guarra y la mas salvaje de las putas. Vas a ser humillada hasta el límite y a pesar de todo quiero que te comportes con la maxima obscenidad. Que no pares de gemir, de lamer y de chupar. Que tu boca esté siempre humeda, caliente y viciosa. Que toda tu seas una provocación permanente y que tu misma acabes sorprendientote de tu propia depravación .... Recuerdas lo establecido en el punto 40 de las reglas que te he enseñado ?

Por supuesto mi amo. Lo tengo perfectamente grabado en mi mente de esclava conforme a tu voluntad: "Cuando participes en escenas en las que además de tu amo intervengan otras personas o esclavos, demuestra a todo el mundo que tu amo es el mejor y que ha hecho de ti la mas sumisa, la mas guarra y la mas puta de las esclavas. Haz que se sienta orgulloso de ti."

Así lo haré y por tanto acepto el reto deseosa de complacerte, mi amo -me dijo-. Solo te suplico una cosa: que me autorices a permanecer enmascarada durante la sesión. De esta forma no habrá posibilidad alguna de que sea reconocida y por lo tanto me sentiré mas libre para dar a mi actuación la máxima intensidad

Naturalmente, accedí a su petición y además de la mascara le impuse un hermoso traje de latex maid en reluciente vinilo negro que realzaba sus hermosas y redondeadas tetas. Se complementaba con unos zapatos de salón de vetiginosos y afilados tacones y por el indispensable collar de perra. Para esta ocasión elegí uno bastante ancho, decorado con candados, argollas y remaches metálicos.

Vestida de esta forma mi esclava ofrecía una imagen de sumisión y fetichismo extremos, acorde con el comportamiento que esperaba de ella.

Llegó el día. A medida que mis amigos iban llamando a la puerta ella misma acudia a recibirles, les guiaba hasta el salón contorneando su cuerpo, les acomodaba y les servia una copa tras preguntarles lo que deseaban tomar con voz susurrante.

Antes de que aquello estallase, aclaré las reglas del juego: todos vosotros conoceis mi gusto por el sado y esta noche vamos a compartirla. Os presento a mi mejor esclava. Una autentica zorrita caliente a la que he domesticado como una perra. Fijaos en el maravilloso collar que luce. Hoy será nuestra criada y luego os la alquilaré como una puta barata. Su precio es un solo billete. Arrojadselo a la cara. Haced que lo recoja con la boca y os lo agradecerá con creces. Humilladla. Ordenadle lo que os apetezca porque tiene la orden de complaceros en todo. Y si no lo consigue decidmelo y le daré su merecido...

Ella permanecía de rodillas en su rincón y sin duda escuchaba atentamente aunque no manifestó reacción alguna, comportandose como debía. Como una esclava que acata sumisamente la voluntad de su dueño.

Le hice una seña para que se acercase a mi y anuncié a los presentes que iba a ponersela a punto.

La situé en el centro del salón con las piernas algo separadas, los brazos alzados con las manos cruzadas detras de la nuca, y acto seguido empecé a recorrer su piel con el extremo de la fusta, para sensibilizarla. Luego llegaron algunas series de azotes rápidos en el culo -para lo que hubo de levantarse ella misma la falda, inclinandose hacia adelante-, la espalda o la entrepierna.

Hice que abriese la boca para sujetar con ella la fusta mientras fui a por las pinzas encadenadas que pronto mordieron firmemente sus pezones.

La esclava resistía perfectamente el castigo y la humillación, que redoblé ordenandole que fuese a mostrar su culo sonrosado por los azotes y sus pezones pinzados a cada uno de mis amigos. Lo hizo con extema sensualidad, y mas de uno ya no pudo contenerse por lo que empezaron a menearse las pollas.

Sin embargo, tomé de nuevo la fusta de su boca, le hice arquear las piernas para que su coño quedase bien expuesto e inicié una nueva serie rápida de azotes. Acabé castigandole levemente el coño, que empezaba a estar empapado. Procuré que los azotes aumentasen su excitacion -alguna vez había logrado que se corriese mientras le trabajaba el coño con la fusta- y cuando me pareció que era suficiente di por terminado el calentamiento de la esclava, dandole a lamer el extremo de la fusta para que quedase limpio de sus flujos.

Estás a punto, esclava ?

Para todo lo que usted ordene, señor.

Pues vas a empezar sirviendonos de criada. Trae la cena

Cuando me ofreció el primer canapé lo arrojé al suelo, lo pisé chafandolo con la bota y luego, dandole a lamer la suela, ordené: come !

Luego, otros también le hicieron recoger comida del suelo, se la restregaron por la cara enmascarada o le derramaron salsas sobre las tetas.

Hubo uno que quiso que le sirviese la bebida de boca a boca, derivando en un ardiente y apasionado morreo.

Naturalmente no hubo de transcurrir mucho rato para que la esclava dejase de repartir bandejas y copas y empezase a arrastrarse a cuatro patas de un lado para otro, bajando pantalones, tomando pollas con las manos y metiendoselas en la boca.

Muy pronto el ambiente se llenó de gemidos y jadeos y la leche empezó a correr. Yo esperé a que todos hubiesen tenido su primera descarga para darle a mamar mi polla. Bastó que me pusiese de pie para que se acercase mansamente hasta a mi. Sabía perfectamente lo que yo, su amo, quería en aquel preciso momento: una mamada espectacular, y la verdad es que lo hizo maravillosamente, gimiendo, recreandose con la lengua, dejandose follar la boca intensamente, retorciendose. Al final, exploté en su cara y ella se afanó en recoger lo que pudo con la lengua para tragarselo golosamente.

Al rato volvia a estar chupando pollas para levantarlas de nuevo, mientras su cuerpo quedaba completamente desnudo, sólo adornado por el collar y la caperuza.

Fue entonces cuando las pollas empezaron a clavarse una tras otra en lo mas profundo de su sexo y de su culo, y ella correspondía con movimientos salvajes y actitudes provocadoramente lascivas

Realmente, su comportamiento era una respuesta precisa a lo que le había ordenado: "tendrás que demostrar que he hecho de ti la mas guarra y la mas salvaje de las putas"

Me sentia orgulloso de mi esclava y gozaba contemplando la escena a cierta distancia mientras pensaba para mis adentros que mis amigos se comportaban como una jauría hambrienta, incapaces de saborear placeres exquisitos. Eran -eso sí- expertos folladores capaces de prolongar al máximo la situación aunque a veces me parecía que era ella, la esclava, quien llevaba la iniciativa, dirigiendo cada una de las vergas exactamente hacia donde ella misma las quería, marcando el ritmo a todos y controlando perfectamente la situación.

Cuando la capacidad de resistencia de las pollas empezó a flaquear, resbalaban por el cuerpo de la esclava enormes grumos de leche con los que ella misma se masajeaba obscenamente las tetas o se llevaba directamente a la boca para deleitarnos jugando guarramente con los hilillos

No creeis que esta zorrita merece una ducha ? propuse, y al rato estabamos todos en corro a su alrededor meando directamente sobre su cuerpo, unos apuntando hacia la boca o la cara, otros hacia las tetas o el culo... Acabó completamente empapada, en el centro de un gran charco de orina.

La retiré de alli tirando del collar y la conduje hasta el baño. Le ordené que se asease completamente para estar de nuevo a mi servicio antes de 10 minutos...

Te he complacido, mi amo ?

Acércate a cuatro patas, fue mi unica respuesta, en tono frío y cortante.

Te avise de que hoy ibas a ser humillada hasta el límite y aún no lo hemos alcanzado. Todavía te tengo reservada una última prueba que te realizará plenamente como esclava. Voy a raparte la cabeza...

No, mi amo, te lo suplico, dijo iniciando un sollozo...

Acaso deseas contrariame...

Bastó aquella advertencia para que su condición de esclava se impusiese a su propia coquetería femenina. Entonces se me acercó mansamente y cuando estuvo a mi lado le oí decir:

Soy un objeto de tu propiedad y tu decides lo mas conveniente para mi, amo...

Una hora después, mis amigos se habían ido y ella permanecía encadenada a mi lado, practicamente inmovilizada, completamente calva, sirviendome de cenicero mientras apuraba un cigarrillo.

Aquella noche todavía no quise relajar la disciplina por lo que la conduje hasta su jaula de internamiento. Me despedí de ella besándole la calva y la dejé encerrada.

Su merecida recompensa iba a llegar por la mañana.

Whipmaster

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