Historia Bogotana (IV).


Era viernes de tarde temprano cuando suena el teléfono de su oficina.

- Retira la oferta de Quito, si aprecias a tu familia. Fue todo lo que escuchó. Comenzó a temblar. No pudo dormir en toda la noche. Tampoco hizo comentario alguno con nadie. Como estaba previsto, a la mañana temprano tomó el avión que lo llevaba hacia Dennis y Eva. El avión que transportaba a Julián Faber aterrizó puntualmente. Recogió el coche que había reservado y se dirigió a la playa. Lo recibió su suegra. – Hola mamá, ¿dónde están Dennis y Eva?. – Se fueron de compras al mercado de la ciudad. Dennis quiere preparar tu plato favorito para esta noche. – ¿Hace mucho que salieron?. – No, hará media hora. Aún tardarán en venir, ¿qué te pasa?, estás nervioso. – Nada, mamá, nada. Julián se sentó en el porche de la casa. Miraba calle abajo. Deseando ver aparecer el todoterreno de Dennis. Habían transcurrido tres horas. Julián estaba ya desesperado cuando sonó su teléfono móvil. Pensó en Ana Cecilia, - Sí, dime. – Papá, no nos dejan ir, mamá está llorando. Julián temblaba – ¿Estás bien hija? - Sí papá pero quiero ir a casa. – Julián, haz algo por favor, era la voz de Dennis. – Lo has escuchado Julián. Tu familia está – por ahora - bien. Sabes, me había puesto cachondo con tu mujer, pero ahora que le toco el culo a tu hija, no sé por dónde empezaré. Tienes poco tiempo Julián. Sólo lo imprescindible y ya sabrás lo que sucede si hay policía. Fin de la conferencia.

No podían estar hoy muy lejos, pero meter a la policía en esto, era lo mismo que condenarlas a muerte. Tenía que volver a Bogotá a mover los títeres para liberar a su familia. ¿Qué está sucediendo? - ¿Lucha de empresas?. La segunda en la lista de ofertas era una empresa venezolana, seguía una colombiana y después un consorcio formado por industriales ecuatorianos, venezolanos y argentinos. Allí debería estar la respuesta a la incógnita pero no había tiempo para rompecabezas. La otra posibilidad sería algo personal, pero no se le ocurría nada. - ¿Qué pasa Julián? - Mamá, siéntate. Escucha no debes decir nada, no puedes comentar nada, no debes hablar con nadie. Dennis y Eva están secuestradas. Exigen que yo anule un proyecto que estoy a punto de ganar. Al diablo con el proyecto, me retiro, pero no debes hablar con nadie porque la vida de las dos está en peligro. La pobre mujer se desvaneció.

Hoy vuelvo a Bogotá, ¿pero que hacer?, es sábado y hasta el lunes no hay manera de iniciar algo. Por lo menos hablaré con Germán y Ana Cecilia para que aporten ideas y preparen la retirada del proyecto. Esos eran los pensamientos de Julián. Su suegra decidió quedarse por las dudas. Voló de regreso, habló con Germán y Ana Cecilia. Todos estaban consternados pero nadie tenía una idea para acelerar las cosas entre sábado y domingo. Julián decidió irse para casa y esperar que sonara el teléfono.

Dennis y Eva habían sido transportadas todo el sábado de noche a algún lugar del mapa: No sabían dónde estaban, aunque por los ruidos exteriores estaban en una ciudad. Habían descendido del transporte y se encontraron en un taller mecánico grande. - Bien esto puede tardar unos días. Así que os pondremos cómodas, aseguradas para que no escapen y separadas para que no tengáis planes tontos. La acompañaban cuatro individuos. Cada uno con una pistola al cinto. Dos eran hombres en edad mediana y los otros dos jóvenes, algo mayores de 20 años. Los dos hombres mayores llevaron a Dennis a una habitación que parecía ser una sala de guardia o de reposo. – Mira cariño, te voy a hablar claro, si no creas problemas no te haremos daño ni te vamos a violar, ni a ti ni a tu hija, pero para saber que no intentarás huir, te quitarás la ropa y permanecerás sólo con la ropa interior. Podemos emplear la fuerza, pero prefiero que lo hagas tú sola. Dennis lo hizo. Quedó sólo vestida con sostenedor y bragas. La ataron en cruz acostada boca arriba en la cama, las dos piernas y los dos brazos abiertos y la amordazaron. A Eva la llevaron a otra habitación en un sótano y le hicieron lo mismo. Uno de los dos jóvenes la sostenía por los brazos mientras el otro le ponía un pañuelo en la boca que afirmaron pasándole una soga que le impedía expulsarlo. Acto seguido le quitaron la ropa, dejándola sólo con bragas porque Eva no llevaba sostenedor. La ataron a una cama con sus extremidades abiertas. Los dos jóvenes se cruzaron una mirada de asentimiento. Se sentaron en la cama y comenzaron a chuparle las tetas y a jugar con el culo y el coño de Eva que quería gritar o moverse pero no podía. Se fueron diciendo: - Tienes un culo bonito, pendeja. Uno de los dos mayores se fue llevándose consigo a uno de los jóvenes.

Por la noche sonó el teléfono en casa de Julián. – Hola, Julián, tienes buenas noticias, para mí. – Es domingo, hasta mañana no podré gestionar nada. – ¿Te has pasado sábado y domingo sin hacer nada?, Será mejor para ti que tengas resultados mejores para mañana. Fin de la conferencia. Dennis escuchó la conversado y se puso pálida. – Lo has escuchado Dennis, no ha hecho nada por ti – Que marido malo que tienes. Bueno, pero nosotros vamos a hacer algo por ti, sin perder la cabeza. ¿Me dejas que te chupe las tetas Dennis?. No me mires asustada, te dije que no te haría daño y que no te violaría y así se hará, pero me vas a dejar jugar un poco contigo. Los ojos de Dennis expresaban desesperación. El mayor de los hombres rompió el silencio: - Déjame la navaja. Con la navaja le abrió el sostenedor. – ¡Dennis, vaya tetas que tienes!. Me disculparás pero no me las puedo meter enteras en la boca. Voy a necesitar mi tiempo – A ver tú, compinche. Ayúdame a tragar todo esto. Uno de derecha, el otro de izquierda, se hartaron de chupar, lamer y tocar las tetas y sobre todo los pezones de Dennis que se habían puesto duros. - Sabes por un lado me alegro que tu marido no haga nada por ti, porque tú tienes aún mucho para ofrecer. Una mano acariciaba sus labios vaginales no pudiendo impedir de humedecerse entre las piernas.

El lunes Julián llamó a la dirección en Alemania. Tal como sucede en esas empresas gigantes nadie era responsable para tomar ese tipo de decisiones. Todo debía resolverse a niveles superiores y para ello faltaba el Sr. Tal o el Sr. Cual. - Nosotros le llamamos, -Sí, claro le volveremos a llamar, - Por supuesto, nos reunimos y le llamamos. Pero nada sucedía. Nadie llamaba y las respuestas eran evasivas. Todo el día se lo pasó buscando quien era responsable para decir sí o no. Pero no lo encontró. Tomar él la decisión le costaría el puesto. No tomarla podría costar la vida de su mujer y de su hija. Decidió esperar un día más. – Mira Dennis, voy a llamar ahora a tu marido, te quitaré la mordaza para que hables con él, pero como digas o hagas una estupidez te costará caro, a ti y a tu hija. ¿Lo entendiste?. Dennis aceptó con la cabeza. – Hola Julián, de manera que aún no tienes nada, nosotros tenemos a tu familia ya hace 72 horas en nuestro poder y tú no sabes nada. Explícaselo a tu mujer. –Julián por favor, no nos dejes aquí, haz algo. Fin de la conferencia. Dennis fue amordazada nuevamente. La desataron y la llevaron al taller. Las cuerdas que aún llevaba anilladas a las muñecas y a los tobillos fueron enganchadas por par en una arandela y cada arandela a un elevador de cargas independiente, gobernado por telemando. Una arandela sujetaba sus piernas, la otra sus brazos. Fue elevada de manera que su torso, colgado de brazos y piernas, quedaba a unos 80 centímetros del suelo. Dennis estaba asustada pero en esa posición no podía hacer nada. –Dennis, no perderé la cabeza. Pienso que tu marido necesita su tiempo para hacer las gestiones y ese tiempo lo usaremos para jugar un poquito, ¿No te parece?. El más joven fue a por Eva. La trajeron y la amarraron a una silla con las mismas cuerdas que tenía en sus tobillos y muñecas. –Eva, como puedes ver, tu madre no está en una posición cómoda, pero al igual que tú tampoco ha sufrido daño alguno. Ahora jugaremos un poco con tu madre. Tú puedes presenciar los juegos. Mira, ¿sabes lo que es esto?. Le mostró un consolador en forma de polla de unas medidas normales. Eva se ruborizó. –Ven Eva te sentaremos en primera línea, para que no te pierdas detalle. Entre ambos levantaron la silla de Eva y la ubicaron junto a las piernas de Dennis a quién, le bajaron las bragas, dejando libre una vulva frondosamente cubierta que destacaba dos líneas gruesas, de un color rosa pálido enmarcando su entrada vaginal. Dennis se movía tratando de ofrecer una resistencia que le era imposible de aplicar, pero que al mover sus piernas, abría y cerraba su coño haciendo apetecible la entrada a su vagina. El consolador comenzó a pasar por entre esos labios ante los ojos ansiosos y asombrados de Eva. Pronto estaba humedecido por los jugos que comenzaba a desprender Dennis. El mayor de los dos hombres, que manejaba el consolador le dejó penetrar la punta, volviéndoselo a quitar para darle un par de viajes a lo largo de la raja, y vuelta a meter la punta. El más joven se arrodilló junto a Dennis para acariciar sus tetas, lamer, chupar y morder sus pezones. Dennis cerró los ojos. El consolador la penetró a tiempo que un par de dedos se entretenían en la cima de su monte. Su respiración se hizo agitada. La de Eva también a tiempo que sus mejillas se enrojecían. Dennis comenzó a mover su cabeza. El hombre mayor, sacó el consolador del interior de Dennis, se arrodilló junto a Eva oliendo y lamiendo el juguete que acababa de retirar totalmente humedecido. Lo fue girando poco a poco, delante de las narices de Eva, mientras lo lamía. – Por ahora se acabó Dennis. Tendrás que esperar para saber si la historia tiene final o no. Volvieron a atar a Dennis en la cama, quién no reaccionó al sentir dos dedos que se deslizaban a lo largo de su raja humedecida, mientras que el más joven llevaba a Eva a su cama. La volvió a atar de brazos y piernas. Se sentó junto a ella y dejando pasar una mano por debajo de las bragas, hizo que sus dedos jugaran con Eva, tal como el consolador había hecho anteriormente con Dennis. Eva hacía gestos negativos con la cabeza, pero cuando el joven le besó los senos, sus jugos humedecieron los dedos incursores en su intimidad.

El martes no ofreció mejores resultados en las negociaciones de Julián. Los intentos de conectar directamente con la dirección del cliente también fueron infructuosos. Julián, envió a Germán a Quito con la orden de concretar la anulación de la oferta, pero aclarando los motivos reales con el cliente. Por la noche sonó el teléfono. Era la voz de Dennis, - ¿Es que no nos vas a sacar nunca de este lugar? y junto a ella la voz de Eva – papá por favor, llévanos a casa. - ¿Qué tal van tus cosas Julián?. El tiempo se acorta y la paciencia se agota. Julián explicó brevemente lo actuado pidiendo compasión y paciencia. La conversación fue cortada abruptamente sumiendo a Julián en la desesperación y a Dennis en rabia y tristeza. –Bien Dennis, continuaremos jugando. Tu integridad y la de tu hija están aún a garantizadas. Nuevamente la volvieron a colocar en la misma posición que tenía el día anterior y nuevamente Eva fue ubicada en el palco de honor. – Dennis si me prometes no gritar o hacer tonterías te quito la mordaza y a ti también Eva. Ambas asintieron con la cabeza. –Así está mejor, dijo el mayor de los hombres plantándole un beso en la boca de Dennis. Dennis quiso escupir pero se contuvo para no exaltar los ánimos. El más joven comenzó a acariciar los senos de Dennis hasta que los pezones adquirieron la rigidez para chuparlos y morderlos. El otro sacó a relucir dos consoladores que depositó primeramente sobre una mesa. Dos de sus dedos comenzaron a correr por los labios vaginales de Dennis, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arria. Un tercero se unió a los otros corriendo algo introducido y que al llegar a la parte superior de la vulva jugaba con todas las partes sensibles de Dennis. Dennis cerró los ojos y comenzó a despedir jugos. El hombre echó rodilla en tierra y sustituyó sus dedos por la lengua. Su lengua se movía dando latigazos a lo largo de la entrada vaginal de Dennis que gemía de placer. Eva presenciaba todo ansiosa. La calentura interior se reflejaba en sus mejillas. El hombre recogió uno de los consoladores y luego de humedecerlo con los jugos expedidos por Dennis comenzó a pasarlo a lo largo de la raja pero penetrándolo en cada pasada lo suficiente para que Dennis sintiera la cabeza del pene que le entraba pero que no la penetraba. Comenzó a respirar con ansiedad cuando el vibrador la penetró a tiempo que el segundo consolador se le introducía en el culo. El hombre se acercó a la boca de Dennis y la besó. Esta vez Dennis correspondió el beso mientras las manos del joven aferraban sus senos. Y de pronto nada más. Le quitó los consoladores dejando de acariciarla. Dennis se revolcó en sus ataduras: - Noooo, - ¿No, qué cosa Dennis? - Sigue no pares ahora. – Quieres que te folle Dennis, - Por favor, sigue. -¿Me estás pidiendo que te folle, Dennis?, Siiiiii, por favor. Eva miró atónita como el hombre se quitaba los pantalones, mostrando una polla tiesa, gorda y larga que se perdió en el interior de la vagina de su madre mientras un consolador se le ponía en movimiento dentro del culo. Su calentura llegó al límite máximo cuando vio al joven con su miembro descubierto, desatándole las ligaduras de la silla. – Arrodíllate y chupa. Esa verga joven le llenó la boca. Las salvas de leche le dieron de pleno en la cara, en el interior de la boca, sobre sus senos. Dennis por su parte gemía y se retorcía viviendo un orgasmo como nunca lo había tenido. Se sintió penetrar por otra polla, quizás no tan larga pero lo suficientemente gruesa como para hacerle correr saliva de su boca, especialmente porque ahora el consolador lo tenía en la vagina vibrando, mientras que la polla se perdía en el interior de su ano. Eva sin moverse del lugar abría la boca para recibir en su cavidad ese pene tieso, gordo y largo, aún húmedo con los jugos de su madre.

De retorno a sus ataduras de cama, Dennis sonreía satisfecha aceptando y hasta correspondiendo los besos que el mayor de los hombres depositaba en su boca. Eva fue atada en su cama. – No grites, le dijo el joven. Le bajó las bragas, dejando libre esa vulva muy poco poblada de vellos ofreciendo una raja tentadora donde recibió un beso y una pasada de lengua que la sacudió. – ¿Te gusta?. Eva no contestó, pero se arqueó en la cama cuando esa lengua entró a funcionar a pleno. Sintió que se corría y que una sensación interior rara la hacía temblar – Que bueno, sí que me gusta, dijo antes de dejarse relajar como si cayera muerta, partida por un rayo fulminante.

-Bien Dennis, me acaban de comunicar por teléfono que el bueno de tu marido solucionó el tema, de manera que te dejaremos en libertad con tu hija. Por muchas razones será conveniente para vosotras no dar detalles de nuestras personas ni de lo vivido en vuestro cautiverio. Te bastará decir que estábamos encapuchados y te tratamos bien, no tan bien como en realidad te tratamos, sino relativamente bien. Eso le alcanzará a tu marido y a nosotros también. – Julián, puedes recoger a tu familia a la entrada del museo del oro. Le comunicó la voz al teléfono. Julián llegaba a los pocos minutos en un taxi. Allí estaban Dennis y Eva. Se abrazaron y besaron, - Estáis bien?, -Sí, que lo estamos. No nos han hecho daño y no tenemos de que quejarnos, aparte de lo largo del cautiverio. Madre e hija se unieron en un abrazo. Los tres tomaron un taxi rumbo a casa.

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Nota del autor: mis historias son ficticias. Cualquier parecido con lugares, nombres o situaciones similares es pura coincidencia.