Recuerdos eróticos (IIb: El éxodo, Fina y Eli).
El trabajo como bancario nacional me ocupaba la semana de lunes a viernes, el horario era muy bueno, de 11 de la mañana a 7 de la tarde, pero salvo que nos liáramos con algún balance, algún control de tesorería, o algún follón en la liquidación diaria de caja, a las 6 de la tarde quedaba tan solo el portero en su puesto. Buena vestimenta era obligación. Ese horario me dejaba tiempo para muchas actividades. No sólo me dedicaba, inoficialmente, al armado y venta de radios portátiles a transistores sino que también había comenzado a hacer experimentos con el armado de aparatos televisores. Cuando no tenía dinero disponible para mis experimentos me lo ganaba, ya llevando contabilidades de comercio, ya correteando algún producto o representando alguna firma interesante.
Max y yo teníamos buenos gustos para vestir bien. Nos dejábamos hacer los trajes a medida por un sastre, cliente del banco, que trabajaba para mí a buen precio, a cambio de algunos favores personalizados en la atención de la oficina, dentro de la legalidad se entiende. Los fines de semana, sábados y domingos, íbamos a los bailes de los clubs anunciados en la región (casi siempre se acoplaba Micha). En esos bailes hicimos muchas relaciones femeninas con mayor o menor éxito, de las cuales hay una que me quedó grabada en la memoria y otra terminó en mi primer matrimonio.
Acabaría de cumplir 20 años, Cuando una noche de fin de primavera, en un baile conocí a Fina. Fina tenía 18 años, morena, altura normal, aspecto general agradable, de cuerpo bien formado, bonita de cara, de labios gruesos y sensuales y de nariz pequeña. Había venido acompañada de su familia y unas familias amigas. Bailamos casi toda la noche juntos. Se dejaba atraer al cuerpo sin ofrecer resistencia gozando del contacto, entrelazándonos las piernas al bailar boleros u otra música lenta, de manera que nuestros órnanos sexuales estuvieran siempre en contacto. Nos hicimos entender mutuamente que nos deseábamos y hasta conseguí darle algunos besos en la oreja y en la boca y pasarle la mano por el trasero. Nos citamos para un día de semana a una hora avanzada de la tarde. Con Fina viviría una de las anécdotas más inverosímiles de las que yo tengo en memoria.
Vino acompañada de su hermana Eli de unos 16 años alegando que siendo oscuro, sus padres no la dejaban salir sola a la calle, pero que su hermana era de confiar y no se le arrancaría nunca una palabra. Eli era para Fina algo así como una compañera de diabluras. Paseamos conversando e intercambiando "datos personales". Así me enteré que ella cursaba magisterio y que quería ser maestra mientras que su hermana cursaba un bachillerato. Buscamos algún rincón lo suficientemente resguardado y oscuro para entregarnos a las caricias que los dos estábamos deseando y cuando lo hallamos, nuestros cuerpos se adhirieron entregándonos a besos y caricias. Le puse una mano dentro de la blusa, acaricié los buenos senos y hasta liberando uno me lo puse en la boca.
Cuando pude ponerle una mano entre las piernas y comenzar a masajearla donde más gusta, ella gemía y suspiraba. Al sentir su humedad pasé la mano por debajo de las bragas y mi dedo índice se paseaba por sus labios vaginales al tiempo que ella continuaba gimiendo. La humedad ambiente me hizo penetrarle un dedo que, consiguió llegar a su clítoris. Sus gemidos eran casi espantosos al punto que pensé que saldría algún vecino para ver lo que sucedía. Ninguno de los dos pensó un solo segundo en Eli, que seguía parada junto a nosotros, al tiempo que yo sacaba el pene y lo ponía en las manos de Fina iniciándola en los movimientos para que me masturbara. El chorro de la eyaculación, salpicó los brazos de Eli. - - Eeehh... , dijo,
entonces nos acordamos de ella. Nos reímos. Saqué un pañuelo de bolsillo y ofreciéndoselo a Eli le dije: - - Límpiate y luego me limpias y secas a mí,
y ladeándome ponía mi polla al alcance de sus manos. Ella lo hizo y esmeradamente aprovechando para tomarla en la mano y hacerme unas pasadas de masturbación. - - ¿Te aguantas otra paja?, esta te la hago yo. ¿Te hago un paragüitas? - - Prefiero que le des unos besitos. - - Si lo prefieres.
Y tomándome la polla con las dos manos le dio una chupada que me sacó el aire.
Nos reíamos y Fina parecía divertirse mucho con el tema. Así continuamos viéndonos con y sin hermana, pero sin poder tener la oportunidad adecuada para fornicarla a gusto. Los dos ardíamos por hacerlo. Era cuestión de esperar. Se me ocurrió la idea de invitarla una tarde de sábado para ir a pescar al río.
Yo había trabado amistad con un cliente del banco que poseía una caseta de fin de semana a las orillas del río, que usaba cuando iba a pescar o salía con su lancha. El me había ofrecido las llaves para enfrentar «cualquier caso de necesidad» como él decía guiñando un ojo. Para ese sábado conseguí las llaves. Ya por la mañana fui allá en bicicleta para llevar las líneas y comprobar el lugar y el estado en que se encontraba. Estaba bien equipada, inclusive con cama y colchonetas, limpia y en un lugar tranquilo fuera del alcance de miradas indiscretas. A la hora fijada fui al encuentro.
Me llevé una gran sorpresa cuando en lugar de Fina apareció Eli. Me comentó que debido a una discusión que Fina había tenido con su padre, debido a quehaceres domésticos, no la habían dejado salir. Ella, Eli, había obtenido permiso para ir al cine y pasear con sus amigas hasta las 9 de la tarde, pero a más tardar hasta antes de que oscureciera. No tenía ganas de ir al cine pues no ponían buenas películas y preguntó si me podía acompañar a pescar pues le apetecía bañarse en el río. De cualquier manera la tarde estaba estropeada, así que acepté sin malicia alguna y nos fuimos en bicicleta en dirección a la caseta del río. Poco a poco se me iba la rabieta que me había dado la no-aparición de Fina. Mientras andábamos en bicicleta noté las buenas piernas que tenía Eli. Llegados a la caseta, me preparé para la pesca mientras que Eli, se quitó el pantalón y la blusa, quedándose en bañador para entrar al agua mientras yo pescaba.
Una cosa era Eli vestida de niña y otra cosa era vestida con un bañador ajustado al cuerpo. Me fijé detenidamente en ella. Cuerpo excelente, trasero en forma de pera y marcadamente saliente, tetas bien torneadas, muy parecida a su hermana en los rasgos de la cara, pero de cabellos claros y ojos azules. Me excité pero no dije nada. Fuimos al río.
Mientras ella se bañaba, yo intentaba pescar algo. La verdad era que nunca había tenido la menor intención de pescar sino de follarme a Fina, así que aseguré la línea con unas piedras y me acosté sobre la hierba pensando en mi desgracia. Se acercó Eli mojada y sonriendo. Se sentó a mi lado, tomó la toalla, se secó la cara, los brazos y las piernas y me la dio a mí para que le secara bien la espalda al mismo tiempo que giraba su cintura ofreciéndome su dorso, recogiéndose el cabello con las manos. Me acerqué un poco más a ella y al secarle la espalda no pude evitar de besarla en la nuca y morderle el lóbulo de la oreja. La respuesta no se dejó esperar. Girando la cabeza hacia atrás me ofreció sus labios gruesos. La besé en la boca. Ella correspondió al beso al mismo tiempo que pasaba su mano por mis cabellos, recostándose por fin con la cabeza puesta sobre mis piernas sin dejar de acariciarme la cara y los labios. Le bajé el bañador hasta la cintura y mi palo se endureció aún más al ver sus senos que no eran de niña, ni tampoco de mujer, pero lo suficientemente bien formados como para gozar de ellos. Nos entregamos a las caricias. - - ¿Eres aún virgen?. - - No, no lo soy. Perdí mi virginidad el año pasado jugando con mi hermano. Pero no voy a hacer lo que tu estás pensando porque no quiero que me embaraces. - - Tengo forros, le dije:
ella no contestó. Me gustaba la forma directa con que decía las cosas. No se andaba con rodeos. Blanco es blanco y negro es negro, basta. Le propuse que fuéramos a la caseta. Se levantó. Fuimos abrazados. Al llegar le quité el bañador y me desvestí. La acosté en la cama y yo a su lado. Comenzamos a acariciarnos acaloradamente. Le pedí que cerrara los ojos, le di un beso suave y largo en cada uno de sus párpados, en su nariz, su boca, su cuello, sus pechos, su ombligo, su triángulo, bajando por una pierna hasta sus pies, subiendo por la otra, siempre por las entrepiernas, hasta llegar a su vulva. Mi lengua la hizo arquear de placer. Subí dando besos de la misma manera en que había bajado y acostándome a su lado, le dije - - Ahora te toca a ti.
Se colocó encima de mí besándome la boca, apretándome la polla entre sus piernas. Comenzó a bajar besando con la misma técnica que yo había empleado antes, poniendo atención a que mi pene le pasara y se estregara entre sus tetas y al llegar abajo se la puso en la boca. Me hizo una buena mamada. Noté que no lo hacía por primera vez, se aguantó la descarga en la boca pero escupió todo en la toalla que llevaba. Sentí un profundo alivio sexual. Quedamos juntos, fuertemente abrazados, besándonos mutuamente. Al cabo de un rato saqué un preservativo de mi pantalón, se lo mostré, me lo puse. No dijo nada. Le abrí las piernas, me acomodé y la penetré. No era virgen pero sí extremadamente estrecha. Gozamos el polvo. Ella se corrió una sola vez pero de una forma muy intensa, sin gritar pero gimiendo, arqueándose y girando su torso a derecha y a izquierda sin parar. Me vacié en su interior al amparo del preservativo y se la dejé un buen rato dentro mientras la besaba sin parar. El morderle las orejas la excitaba y cuando le besaba la nariz cerraba los ojos para que le besara los párpados. Fue una tarde magnífica.
A la semana siguiente me volví a encontrar con Fina y lógicamente con el acople, Eli. - - Escuché que habéis pasado muy bien la tarde del sábado, ¿hubo buena pesca, no? - - Hubiese sido mejor de haber estado tú también. Espero que no hagas más travesuras en casa para que tu padre no te castigue.
Eli sonreía maliciosamente y soltó como un latigazo: - - Fina se corrió diez veces mientras le contaba lo bien que pescamos el sábado. - - ¡Eli, que burrada dices!. No saldrás más conmigo. - - Pues tampoco te dejarán salir sola, así que acostúmbrate niña.
La conversación y la frescura en las palabras de Eli me agradaban, pero mi interés seguía concentrado en Fina. Era verdaderamente atractiva y poseía un cuerpo elástico y sensual. Su boca carnosa atraía mis ojos y mis labios. No besaba, chupaba dejando correr mi imaginación por todas las situaciones inimaginables. Para interrumpir el coloquio entre hermanas y volver a lo mío les dije: - - Tenemos que organizar algo para el próximo fin de semana. Fijemos en principio el sábado de tarde, tal como estuvo planeado el pasado fin de semana. Para que Eli no se aburra le pediré a mi amigo Micha que venga con nosotros. - - ¿Quién es Micha? - preguntó Eli - ¿El largo o el atlético de los que te acompañaban en el baile? - - El atlético, al largo no le llegas ni a los huevos. - - No seas ordinario. La propuesta no está mal, puede interesarme. ¿Vamos a pescar al río o tienes algo mejor? - - Pues en principio la caseta del río está aún disponible, pero también podemos ir a la casa de Micha pues sus padres están en Francia y su hermano se va los fines de semana al club de regatas. El tiene buena música en casa y podemos bailar un poco. - - Bueno, organiza algo para el sábado. Nosotras cuidaremos que no pase nada en casa. Conversé el asunto con Micha. No había ningún problema. Micha estaba el sábado solo y si le traía carne para la parrilla lo veía muy a gusto. Aclaramos que Fina era asunto mío y que con Eli no había problemas pero tenía que ir tanteando el camino.
Llegó el sábado. A la hora fijada estaba en el lugar de la cita. Apareció Eli con otra chica morena, algo mayor pero ni rastros de Fina. Vi acercarse a Eli, la otra chica caminaba despacio algo más atrás. Mi cara debía de reflejar mi rabia o mi estupor. - - ¡Qué pasa ahora!, le lancé a la cara a Eli. - - No te enfades. Es increíble pero ayer avisaron a mamá que la abuela estaba enferma y hoy Fina la tuvo que acompañar a visitarla. No te enfades con ella. Estaba muy disgustada y para no aguarnos el día conversó con su amiga Paula para que me acompañara en su lugar. Paula es simpática, es vecina nuestra y no traerá problemas. - - Mira Eli, tú sabes bien lo que me pasa con Fina. Comprendo que surja un imprevisto y no la culpo a ella, pero no la puedo reemplazar de esa manera. Tu hermana te tolera a ti todo, pero no a otra chica porque es celosa y tú lo sabes. Si empiezo cualquier estupidez con otra chica y Fina lo sabe habremos terminado y no me digas que no es así. - - Si no se trata que tú empieces algo con Paula. Fina me pidió que te cuidara y a Paula simplemente que nos acompañara. No hay nada de malo en eso. Créeme. Fina te quiere ver el miércoles próximo en el mismo lugar y a la misma hora de siempre.
Observé de reojo a Paula. Tenía buen aspecto y una mirada interrogante. Aparentemente no había nada de malo pero no podía ocultar mi desagrado al no poder estar con Fina. No me podía negar a hacer lo que proponían pues de lo contrario el aguafiestas seria yo. Traté de dibujar mi mejor sonrisa, tomé a las dos por la cintura amistosamente y nos fuimos a la parada del autobús. - - Hola Paula, te saludo con un beso - le besé la mejilla pero ella me besó en la boca. - - Nada de lengüetazos tan temprano. Cuidado eeeeh - dijo Eli con su acostumbrado frescor.
El autobús estaba repleto. A los pocos minutos se desocupó un asiento y Eli se apresuró a ocuparlo. Paula se ubicó junto a Eli y yo detrás de Paula. Era verano y Paula llevaba un vestido de tela muy delgada que se le pegaba al cuerpo. El gentío del autobús me pegaba al cuerpo de Paula y no pude evitar, o no quise evitar, que mi bragueta se pegara a su trasero. Paula hizo presión hacia atrás y movía el culo como si me estuviera follando. Estaba teniendo una erección y Paula lo notaba y restregaba aún más. Alguien por detrás pedía permiso para descender. Me tuve que apretar aún más a ella y desplazarnos algo. Puse mi mano izquierda por delante sobre su pierna y sentí que su mano derecha me acariciaba la bragueta. Llegamos, descendimos y Eli vio inmediatamente mi bulto. Su mirada maliciosa no me pasó desapercibida.
Micha había preparado algo para picar y beber. Después de las presentaciones nos sentamos a escuchar música, conversar, contar chistes. Corrieron algunas Cubas Libres y con ello comenzaron a pasar las baladas de moda en aquella época como "Only You", "Yesterday", etc. Música para bailar el uno dentro el otro. Observaba las miradas insistentes de Paula, que estaba verdaderamente apetitosa, pero no estaba dispuesto a crear situaciones de desagrado a Eli y a Fina, de manera que comencé a bailar con Eli. Ella se pegó a mí como un sello postal. Estimulaba el roce de nuestros órganos sexuales y gozaba al sentir mi pierna entre las suyas. Estaba caliente y no lo disimulaba. Me rodeó el cuello con sus brazos y me besó -yo diría - apasionadamente. Vi a Micha y a Paula desaparecer en dirección al dormitorio de Micha. Me quedé solo con Eli.
Me detuve junto a la mesa y levantándola la senté sobre ella. Le pasé la mano por debajo de su falda y por debajo de la braga también. Estaba jadeante. Le quité las bragas la tumbé sobre la mesa y ya estaba por penetrarla cuando ella me apuntó con su dedo índice: - - ¡El forro!, que no quiero hijos tuyos.
Saqué un forro de los que tenía en el bolsillo y se lo di a ella.
- Toma, colócalo en su sitio.
Me deslizó el preservativo sobre el pene, acariciándolo y dándole un beso. En coloquio directo con mi pene le dijo:
- Los niños se los haces a Fina no a mí. Y con una sonrisa maliciosa largó el latigazo: - - Si es que algún día consigues por fin follarla.
La levanté en vilo, la tumbé sobre la mesa y se la metí hasta donde daba. Pronto comenzaron sus vibraciones, su respiración se hacía pesada, me acariciaba los cabellos con ímpetu creciente. Le levanté la cabeza para besarla. Eli estaba muy bien y no era para despreciar. Sentía placer con ella. Su boca ardía en el momento en que lanzando un gemido me mordió el labio. Se había corrido y yo con ella. Fue un polvo agradable.
Nos sentamos a beber algo. Ella sin bragas, yo sin pantalones. - - Eli, tú me gustas. Me gusta follar contigo, me gusta conversar contigo. - - Pero tú eres el amigo de mi hermana y no pienso comenzar nada serio contigo. - - ¿Eli, sabes lo que quiero de ti?, pues estoy enloquecido con tu hermoso trasero. Déjame penetrarte por detrás. - - Estás loco. Nunca lo he hecho. Tengo una retaguardia virgen y tu trozo me lo partiría en dos. Además duele. - - No es así. Te penetro suavemente con bastante lubricación. El culo se dilata a la medida, lentamente, sin forzarlo. Me saqué el slipp que llevaba - Tampoco es tan grande como para tenerle miedo. Te prometo que vas a gozar mucho y si te duele te la quito sin insistir. Ven lo haremos en el sillón. Además va sin forro con lo que gozaremos más los dos.
Me levanté y me fui hacia el sillón de la sala. Eli me miraba a mí, miraba mi polla, miraba el sillón. La curiosidad resultó vencedora. Lentamente se acercó. - - ¿Cómo? - - Arrodíllate sobre el sillón y apoya tus manos en el respaldo. Relájate, abre las piernas y no aprietes los cachetes del culo. Quédate suelta y déjame hacer. No te dolerá y si sientes un poquito de dolor aguanta que detrás viene el goce.
Material lubricante sobraba. Tenía un ano rosado como un pimpollo de rosa. Comencé mi trabajo. Ella movía el culo como haciendo lugar. Tenía media cabeza dentro cuando dio un golpe hacia atrás y se metió la cabeza entera. Comencé a tirar de sus pezones y conseguí meterle un dedo en su coño. Eso la enloqueció. Comenzó a masturbarse con mi dedo pero eso le obligaba a mover el culo y mi pene iba penetrando centímetro a centímetro mientras yo empujaba. Levantaba la cabeza buscando mi boca. Me chupaba los labios, me mordía, estaba gozando. De pronto cerró los ojos, dio un gemido y posesionada por el orgasmo empujó con todas sus fuerzas hacia atrás y se metió el resto de la polla en el culo.
Jadeaba. Le acaricié las tetas. Le mordí el cuello, las orejas, le acariciaba los labios vaginales y comencé a follarla por detrás. Hundía la cabeza en el respaldo del sillón. Gozaba al máximo. Tuvo otras dos corridas antes de que yo me descargara totalmente dentro de ella. Nos quedamos enchufados. Ella ya con la cabeza baja y todo el culo para arriba. Se la fui sacando despacio. - - Macho, ¡qué polvo!, tenías razón, fue lo que dijo.
Ella se echó el vestido encima y yo me puse los calzoncillos. En ese momento entraban Paula y Micha a la sala. Eli los recibió: - - Cobardes, es que tenéis miedo de mostrar lo poco que sabéis follar. Tenéis que esconderos. - - Tu que sabes lo que me acabo de tragar (dijo Paula). - - Pues algo parecido a lo que me tragué yo ¿o por que te piensas que esto está aquí? .-dijo mostrándole sus bragas. - A ver, queremos ver como folláis. Yo estoy por el resto del día fuera de combate.
Paula y Micha estaban sentados en el bar sobre unos taburetes riendo. - - Mostrémoles, dijo Paula quitándose las bragas y acostándose sobre los taburetes al tiempo que le decía a Eli. - - Un polvo y ya estás lista, vaya aguante.
Eli reaccionó como se esperaba. Me miró diciendo: - - ¿Es que no le vas a tapar la boca a esa tía?. Anda, tápale la boca, ponle algo dentro para que no hable. Anímate que todo queda entre nosotros.
Ni que me hubiera leído el pensamiento. No podía dejar ir a Paula sin que se llevara un recuerdo mío. Me acerqué a Paula con mi miembro enarbolado. Ella lo tomó con la mano le dio una chupada y mientras lo mantenía firmemente le dijo a Eli: - - Eres una granuja, siempre pinchando para que los demás hagan lo que tú quieres. - - Oye niña, por si no lo sabes, te aviso que lo que tienes en la mano es una polla y no un teléfono, así que no hables más y chupa, hija chupa.
Micha ya se la estaba acomodando por el coño y yo le puse en la boca lo que Eli esperaba que pusiera y Paula también. Se escuchó a Eli decir: - - Chupa nena y no hables más. Trágate lo que viene que es bueno para la salud.
Mientras nos ocupábamos de Paula, Eli se masturbaba. Dos dedos tenía adentro y cerraba los ojos en señal de goce. Paula chupaba y lamía mientras que por la otra punta recibía lo suyo de Micha. Yo estaba bastante agotado después de los dos polvos con Eli pero me alcanzó leche para llenar esa boca. Eli aplaudía: - - No me podré sentar en toda la semana, pero pasé una tarde muy buena. Os lo aseguro.
Así estaban las cosas. Hacía ya cuatro semanas que había conocido a Fina. Salí muchas veces con ella. Nos besamos, nos tocamos, nos masturbamos, le chupaba las tetas, dos veces me vacié entre sus piernas pero no había conseguido penetrarla por ningún agujero. En cambio con su hermana Eli, que sólo oficiaba de mensajero y de bombero, ya había tenido dos tardes de placer sexual exquisito. Hasta me pude adueñar de su culo virgen. Fina me seguía gustando, pero mucho más me estaba intrigando. Cuando intenté imaginarme un futuro unido a Fina, la veía en la cocina o cuidando de niños mientras yo me revolcaba en la cama con Eli.
Tal como me lo había anunciado Eli, volví a ver a Fina al miércoles siguiente. Me contó el problema de su abuela, etc. etc. Volveríamos a intentar vernos el sábado próximo pero por toda la simpatía que le tenía a Eli le rogué que viniera sola. - - ¿Se ha portado mal contigo? - - Todo lo contrario, Eli es un encanto, pero comprende que salgo más con Eli que contigo y eso no es bueno.
Acordamos un paseo en bicicleta. El sábado convenido me dirigí a la cita y esta vez me llevé la sorpresa de ver a Fina. Yo venía más mentalizado para pasar la tarde metido en el culo de Eli, hasta tenía las llaves de la caseta del río. No podía creer que allí estuviera Fina y sola. - - ¿Has podido salir sin problemas? - - Sí, tengo que volver antes de que oscurezca pero no tengo problemas. Eli se fue al cine con sus amigas.
Le robe un beso y nos fuimos. Le comenté que iríamos a la caseta del río sobre la cual ya le había contado Eli. Estaba bonita, ropa y calzado deportivo, un short que dejaba ver sus piernas bien torneadas, una camiseta que hacia resaltar espectacularmente sus senos jóvenes y duros, una vincha en la frente como la que usan los jugadores de tenis. Sencillamente bonita y tentadora. - - Son pocas las oportunidades que he tenido de verte a la luz del día. Estás realmente encantadora. Me gustas.
Me sonrió y me tiró un beso. Llegamos a la caseta del río. Todo estaba en orden. Dejamos las bicicletas y nos fuimos a dar un paseo. Sentados bajo la copa de un árbol, pude tumbarla sobre el pasto y besarla. Me besaba con cariño y sensualidad. Besos tibios de sus labios gruesos. Me encantaba y me excitaba. Pasé una mano por debajo de su camiseta y pude aprisionar uno de sus senos. No llevaba sostenedor. Sus pezones estaban duros. Me besaba ardientemente, su respiración era agitada. Intenté levantarle la camiseta para llegar a sus pezones con mi boca pero ella me contuvo la mano. - - Puede venir alguien, vamos a la caseta.
Y allá fuimos. No bien cerrar la puerta tras de mí, nos abrazamos en un beso apasionado. Se retiró un paso para sacarse la camiseta. Ante mis ojos se mostraban unos senos magníficos. Comenzó a abrirme la camisa. Me la quité y me llené la boca con uno de sus senos mientras que acariciaba el otro. Los dos ardíamos de la calentura que teníamos encima. Le besaba el cuello, las orejas, la nariz, la boca, los senos. Comencé a abrirle su short y ella a mí los pantalones. Nos quedamos desnudos, abrazados. Separó un poco sus piernas para acomodar mi polla entre ellas y apretó comenzando a moverse, a masturbarse con mi pene entre sus piernas que le masajeaba continuamente sus labios vaginales. Y allí estando aún parados, besándonos, fregándonos, apretándonos tuvo un orgasmo. Se aferró a mí para vivirlo. Bajó su mano y apretó mi pene. Comenzó a hacerme masajes en los testículos. Hice presión sobre sus hombros para que se arrodillara. Lo hizo y rodeó mi polla con sus labios.
Comenzó a mamar apasionadamente, acarisíandome el culo pasándome un dedo por el ano mientras continuaba chupando. Me llenó de goce pero yo no quería terminar aún. La levanté y la acosté en la cama. Me tiré a su lado para hacer un 69 trayéndola encima de mí. Sus labios vaginales estaban ardiendo. Al primer toque de lengua respondió vibrando como un resorte, tragándose mi polla hasta el fondo. Le hacía sentir la lengua al tiempo que mis dedos se paseaban por sus labios vaginales entrando y saliendo de la vagina. Planté mis labios en su coño. Le enterré la lengua. Lanzó un chillido y se corrió. El orgasmo le hacía mover los músculos abdominales y sus piernas. Mi calentura llegó al límite viendo moverse ese coño que despedía un olor maravilloso a corrida. Le tire la cabeza hacia abajo y le enterré mi polla en la boca. Mamaba con vigor. Cuando sintió que me corría tomó la polla con las dos manos sacudiéndola y metiéndose la cabeza en la boca. Se llenó la carita de leche.
Quedamos tumbados reponiéndonos de esa primera vuelta.
Me puse a mirarla, mejor dicho, a disfrutar de las líneas de ese cuerpo. Me recordaba mucho, pero mucho a Irma. Las tetas magistrales, las piernas largas y bien torneadas, un culo saliente en forma de pera, duro, parado, bien formado, líneas de modelo. Irma era altamente sensual, Fina llevaba en si mucho de erotismo, posiblemente por sus labios carnosos en la carita joven que se ofrecian para besar, chupar o para ponerle algo dentro. El verla calentaba. Pero en general estaba divina. - - ¿Te gusto? - - Estás para clavarte los dientes o pasarme el día besando cada centímetro de tu cuerpo, sencillamente eres un hada que irradia placer.
Se rió. Nos besamos. Mi mano se colocó entre sus piernas y comencé a acariciarla. Ella me acariciaba el pene y los testículos. Se apretó a mí. - - No necesitas preservativo. Mañana o pasado espero la menstruación. Soy muy regular. La penetré. Ardía. Se la ubiqué completamente adentro. Era muy estrecha pero no era virgen. Tampoco pregunté nada. Me quedé quieto. Ella pasó sus piernas por debajo de las mías y se cerró atrapando mi polla dentro de su vagina. Comenzó a mover el vientre y las piernas. Me estaba follando de una manera exquisita. De pronto cerró los ojos y chilló. Quedó con los ojos en blanco, la boca abierta de la que corría saliva. Gemía como si estuviera pariendo. Estaba viviendo un hiperorgasmo del que no se reponía, vibraba, se convulsionaba. temblaba, chillaba, gemía y por fin quedó como desvanecida.
La dejé recuperarse. Cuando abrió los ojos me ofreció sus labios en un beso, me tomó la cabeza entre sus manos mientras me chupaba y me metía la lengua entre los labios. Me tumbé de espaldas montándola encima de mí. Abrió la boca y cerró los ojos disfrutando la penetración total. Continuaba con sus besos moviendo lentamente el culo a derecha y a izquierda llevándose mi polla adentro en cada movimiento. De allí cambió a moverse lentamente de afuera hacia adentro. Sentí que mi polla se hinchaba, los testículos comenzaban a dolerme de la calentura que tenía y ahora fui yo el que lanzó un chillido. La levanté por el culo a tiempo para lanzar la carga sobre su cuerpo y el mío. Sentí su mano sobre el pene acariciándolo, masturbándolo, se fue hacia abajo y se lo metió en la boca. Chupaba y lamía. Me lo dejó rojo y brillante pero duro como una roca.
Fina era toda una revelación. ¿De dónde ir a la cocina y cuidar niños?. Esa era una mujer para la cama, para follar hasta morir. Sería una pena preñar ese cuerpo. Continuaba comiéndome con sus besos. - - ¿Te gustó?. ¿Valió la pena esperar y aguantarte la calentura como tuve que hacerlo yo? Se tiró a mi lado boca abajo pero abrazada a mi cuerpo con una pierna entre mis piernas. Nos besábamos y acariciábamos sin pausa. - - Hemos comido bien - me dijo - ahora nos ganamos un postre. Me contó Eli que la desvirgaste, por decirlo así, y yo quiero también ser desvirgada por ti. Mi trasero es aún virgen.
Con eso no había contado. Estaba maravillado de las formas de su culo pero no pensé un solo momento en penetrarlo. Lo que había recibido de ella era magnífico como para esperar aún más. Tampoco supuse que Eli fuera a contarle a su hermana la experiencia vivida con el suyo. Evidentemente la confianza entre ambas era total.
Aprovechando la posición que tenía Fina le pasé una mano por el culo mientras la besaba. La atraje más hacia mí y comencé a pasarle un dedo entre su coño y su ano. El ano se fue humedeciendo y el dedo iba penetrando cada vez más en profundidad. Ella gemía de placer y me daba lengüetazos en la boca. Nos fuimos calentando otra vez. Cuando mi polla adquirió la rigidez necesaria me levanté, la puse en cuatro patas sobre la cama, Me ubiqué detrás de ella, le baje la cabeza contra el colchón y le apoyé la punta donde ella quería. Del primer empujón entró buena parte de la cabeza. Ella estiró la mano hacia atrás. Tomó el pene firmemente en las manos y se dio un empujón entrándose toda la cabeza y una parte del tronco. Gimió y se relajó mientras comenzó a masturbarse. El sentir sus gemidos de placer al tiempo que se masturbaba despertó en mí el salvaje que toda persona lleva dentro. La tomé de las caderas y se la metí de un viaje cayendo sobre ella con las piernas abiertas y la polla desaparecida en su interior. - - Me duele, sácala, por favor. - - Aguanta, que ahora te daré placer.
En la posición en que estaba pasé una mano por debajo de su vientre en dirección a la vagina. Allí encontré su mano masturbadora. Puse un dedo junto al de ella y comencé a moverlo. Pronto sentí que el de ella se movía también y a los pocos segundos su culo también. Aflojé un poco la presión que estaba haciendo sobre ella y comencé con movimientos cortos dentro de su recto. A medida que se iba dilatando le hacia viajes más largos. Mi dedo sintió la humedad de su primer corrida. No gritó pero abrió la boca cerrando los ojos: - - Me gusta, sigue, sigue.
Comencé a follarla con vigor, entrando y saliendo de su ano que ya estaba ajustado a la medida. Ella con su dedo en la vagina seguía masturbándose. La penetré, se la dejé adentro, le hice unos movimientos de cadera y con mi polla metida a fondo me descargué. Su grito me asustó, pero el olor y la mojadura de su pierna me dijo que se había corrido por x-vez ese día.
Continué viéndola y follándola, también a Eli y hasta un día llegué a acostarme con las dos. El secreto me lo develó Paula a la que encontré un día teniendo yo una motocicleta. Me contó que tenía novio, que él estaba en el ejército y que dentro de poco, cuando se recibiera de suboficial se casaría. Todo eso no le impidió montarse en la moto y venir conmigo a un sitio apartado para echarnos un polvo de puta madre. En la intimidad del polvo vivido me contó que Fina y Eli practicaban sexo juntas y que muchas veces ella también había participado. Dormían solas en una habitación y cuando los otros se iban a dormir ellas compartían una cama. Tenían un hermano mayor que las había descubierto haciéndo el amor y tuvieron que comprale el silencio con sexo. El habia desvirgado a las dos y se las follaba regularmente. Intentó obligar a Paula o fornicar con él pero ella se negó aunque tuvo que mamársela varias veces. - - Da lo mismo con cual de las dos te líes, te llevarás las dos al precio de una.
Con esa información sabía a que atenerme. Comencé a salir sólo con las dos, a follarme a las dos. Estaban buenísimas como para desperdiciarlas. Conseguí que entre ellas hicieran varias veces un 69 mientras yo me acomodaba en el culo de la una y después en el de la otra. Me la mamaban a dúo. En fin todo lo imaginable pero nuestra relación era ya puramente sexual. Otras mujeres aparecieron en el primer plano de mi vida. A Fina la volví a ver un par de veces, pero ya no estaba tan entusiasmado como antes. Los encuentros fueron disminuyendo hasta desaparecer por completo. A Eli la vi después un par de veces pero al tener un amiguito no quiso encontrase conmigo.