Abusos (III: El concierto de pop)


Jenny estaba contenta. Su cuñado le había comprado una entrada para el concierto de Pop que se celebraría en Munich. Su amiga ya se había comprado un ticket de entrada y tenían previsto viajar juntas. El regreso no sería problemático pues los trenes circulan toda la noche. Jenny tenía 14 años, su amiga Susy 17.

Jenny vivía en un pueblito campesino a 80 km de Munich. El pueblo tenía 122 habitantes, todos ellos gente de campo, no eran pobres pero sí muy buena gente. Como gente de campo por esos lugares, no iban a ningún sitio desde donde no se divisara el campanario de la iglesia del pueblo. No estaban acostumbrados a la ciudad. Los varones jóvenes eran los que se movían a realizar gestiones en bancos y otros menesteres, pero a realizar lo suyo y rápidamente a casa. El hecho de que Jenny y Susy se hubieran decidido a ir a ese concierto, era una sensación para los escasos jóvenes del pueblo.

Jenny era la menor de 5 hermanos. Sus padres trabajaban el campo y se dedicaban a diversos menesteres de la agricultura. Su hermano mayor, como es costumbre, se había hecho cargo del bien de la familia y era el responsable por mantener al resto de los miembros que trabajaban en la granja con él. Jenny, era muy bonita. Su cuerpo joven estaba especialmente bien formado. En ella se notaba ya el bomboncito que sería ella en un par de años. Criada en el campo, sin malicias, sin enredos, sin experiencia de ningún tipo. El único suceso semanal era el ir a la iglesia de los domingos, donde el pueblo se reunía, los varones se iban por la copa, las mujeres mayores hablaban de sus labores e intercambiaban experiencias de cocina y otros menesteres, las mujeres jóvenes hablaban de sus pequeños, los niños siempre tenían algo para jugar, pero los jovencitos a la edad de Jenny - que eran muy pocos - se aburrían terriblemente. El concierto de pop era algo sensacional.

Jenny había ya gastado sus ahorros para conseguir por medio de amistades y aprovechando algún viaje de una hermana o hermano, le vestimenta que llevaría ese día, zapatos con taconcitos, minifalda, jersey ajustado y hasta había escondido algún lápiz labial y algo de make up. El concierto tendría lugar el próximo sábado por la tarde de 16 a 20 hs.

Llegó el día señalado. Comió temprano y se apresuró a cumplir sus obligaciones domésticas. Fue a su habitación para vestirse. Por lo que pudiera decir la gente del pueblo, y por los mayores de su casa, no se atrevió a ponerse las prendas que se había preparado para el acontecimiento. Puso todo un su bolso y pensó vestirse en el lavabo del tren. Fue en busca de Susy y allí comenzaron los pesares del día. Susy tenía un fuerte malestar de estómago, estaba afiebrada y no podría acompañarla. - - Vete, tú sola, el concierto es en el Campo de Bavaria, eso está en el centro. Así me podrás contar. - - ¿Te parece?. Bien, pero no lo comentes. Mis padres no estarían de acuerdo.

La emoción de ir al concierto era más fuerte que la sensatez. Tomó el tren y salió para Munich. El corazón le palpitaba. Tal como lo tenía planeado se fue al lavabo. Se puso un jersey ajustado que resaltaba sus pezones grandes en sus tetas pequeñas, la minifalda que mostraba su buen par de piernas hasta el límite permitido (siempre que no se agachara), los zapatos de tacones y ahora lo más importante, el make up. Se puso un rojo intenso en los labios, se maquilló los ojos y se aplicó colorante. Cuando encontró que estaba lo suficientemente atractiva guardó todo y se marchó a su asiento.

Ya no era más la niña de pueblo irradiando su inocencia, su frescura y su belleza. Tenía el aspecto de una putita de puerto. Su aspecto provocaba hasta a las mujeres que la miraban. En la estación de Munich, escuchó algunas proposiciones obscenas, pero ella lo interpretó más como piropos y en el metro hubo una mano que se le metió por detrás entre las piernas sin que pudiera reconocer a su propietario. Los hombres la miraban lascivamente, lo que entendía como una confirmación de su buen aspecto.

Cuando llegó al lugar del concierto, no pudo creer lo que sus ojos vieron. Eso era un hormiguero de chicos y chicas. Miles de cuerpos bloqueaban toda posibilidad de acercarse al escenario a menos de 200 metros. Ya no se recogían ni las entradas a los que llegaban. Miles de visitantes habían llenado el lugar. Tenía lágrimas en los ojos. - - ¿Tú también estas decepcionada?. Esto está así desde hoy por la mañana. La gran parte está aquí desde ayer. Es imposible ver algo, y con lo bueno que es el grupo no está para perdércelo. Me voy a verlos por televisión. - - Pero si no lo transmiten. - - Sí, lo transmite el canal local. Las entradas se agotaron hace una semana y los organizadores llegaron a un acuerdo con la cadena local. Vete a casa a verlos. - - Hasta que yo llegue a mi casa el concierto habrá finalizado. Vivo lejos. - - Me llamo Mehmed. No vivo muy lejos. ¿Quieres venir a verlos? Mehmed no había perdido detalle de la figura de Jenny. Sus piernas, sus pezones, su boca. Jenny no se dio cuenta pero con las manos en el bolsillo Mehmed intentaba disimular su bulto. - - Si no vives lejos vamos. Mehmed era extranjero, bien parecido, de unos 20 a 22 años cuerpo atlético. Su familia estaba en otro lugar de Alemania. El había obtenido un buen puesto de trabajo en Munich y vivía en un estudio compuesto de habitación, cocina y baño, en una casa de construcción antigua. - Siéntate, que pongo el televisor.

El único lugar para sentarse viendo la televisión era la cama. La imagen ya reflejaba el comienzo del concierto. Jenny no lo pensó dos veces y se sentó. Mehmed apareció con dos vasos y una botella de vermouth. Una vista directa hacia las bragas de Jenny le puso el pene tieso. Se sentó al lado de Jenny, sirvió dos vasos e invitó a beber. La bebida era dulce, de buen sabor. Jenny no estaba acostumbrada a eso y de un sorbo bebió medio vaso. Mehmed le rodeo la cintura con su brazo, haciendo jugar sus dedos sobre el vientre de Jenny. Ella se bebió el resto del vaso lo que llevó a Mehmed a volver a llenar la copa.

Concentrada en los sucesos del concierto no le dio mucha importancia a la cercanía de Mehmed, aún tampoco cuando algunos minutos más tarde ya no actuaba sobre su jersey sino sobre su piel. Tenía una sensación de satisfacción que inconscientemente la llevaba a beber lo que no debía y a menospreciar el peligro en que estaba. En una pausa publicitaria, habló de lo bueno que era el grupo, de la ansiedad que tenía de verlos, de lo agradecida que estaba de poder verlos desde allí. El segundo vaso de vermouht estaba vacío y Mehmed volvió a servir. Retornado el espectáculo, la mano de Mehmed volvió al vientre de Jenny y de allí pasó directamente a sus tetas. Fue entonces cuando reaccionó pero ya era tarde. La cabeza le daba vueltas. Mehmed la tiró sobre la cama y se le subió encima chupándole la boca al tiempo que su mano se metía por debajo de las bragas. - - No, déjame. No quiero que me hagas eso.

Pero Mehmed ya estaba fuera de control. Le puso la botella de vermouth en la boca y le hizo beber a la fuerza. Mucho se volcó sobre su jersey pero una buena parte tuvo que tragarlo. Estaba mareada. Mehmed le arrancó las bragas y la penetró violentamente. Le tapó la boca con la mano para que no gritara mientras la fornicaba. Le llenó la vagina de leche, que hasta hace pocos minutos era virgen y continuaba en posición de combate. Sin sacarla comenzó con el segundo polvo. Jenny, afectada por el alcohol hablaba desarticuladamente. Mehmed le chupaba los labios, le levantó el jersey, le arrancó el sostenedor. Le chupó las tetas con ganas y lujuria y por segunda vez le llenó la vagina de leche.

Mehmed agotado se tendió sobre la cama lo que aprovechó Jenny para salir corriendo de su habitación. Alcanzó la calle y por primera vez en el día tuvo una idea clara. Ir a la policía. En la habitación de Mehmed quedaban sus ropas, sus bragas y los restos de su sostenedor.

Vio un grupo de gente joven al que se acercó. - - ¿Dónde esta el retén de policía? - - ¿Qué te pasa? - Al grupo no le pasó desapercibido el estado de Jenny ni tampoco sus buenas cualidades físicas. El semen de Mehmed corría por su pierna. - - Tengo un problema con un tal Mehmed. Tengo miedo de que venga por mí. - - Eso está un poco lejos pero nosotros te llevamos, ven.

Pareció la solución ideal. Ascendió a la parte trasera de un coche. Uno de los jóvenes se sentó a su lado. Otro se hizo cargo del volante. Seguía mareada por el alcohol. Cuando el coche pasaba los límites de la ciudad sintió una mano entre sus piernas. Quiso defenderse pero un puñetazo la tranquilizó para el resto de la tarde. La desnudó y ya desnuda sacó su polla, la tomó por los cabellos: chupa, abre la boca. Se la metió hasta la garganta mientras la obligaba a hacer lo que le ordenaba.

La penetró sobre el banco del coche, le echó un polvo que no terminaba de verter leche dentro de ella. Llegaron a un descampado. La sacaron del coche desnuda. El conductor la obligó a tumbarse boca abajo sobre el capó del coche, se acomodó por detrás entre sus piernas. Sintió un inmenso dolor que le penetraba desde atrás y así perdía también la virginidad de su trasero. Sacaron una manta del maletero, la tumbaron e hicieron con ella lo que les vino en gana. Lo único que aún mantenía de su vestimenta eran sus zapatos de tacón. El resto lo había perdido. La abandonaron desnuda y dolida.

Su hermano vino a recogerla al hospital. La policía consiguió detener al tal Mehmed. Los otros dos nunca fueron descubiertos.

Sugerencias a: [email protected]