Abusos (V: Club de campo)


Todos los años a comienzos del verano el club local de tenis organizaba su fiesta de verano. Por la mañana se realizaba una misa en las instalaciones del club, continuaba por las tardes con café y tarta y por las noches con las acostumbradas barbacoas y lógicamente alguna orquesta que diera buena música bailable a un precio aceptable. Los socios ayudaban en todo y en turnos rotativos se hacían cargo el servicio y los menesteres necesarios para atender la afluencia de público, pues esas fiestas no era sólo para los socios sino que, con el fin de recaudar fondos, eran de acceso libre.

Lena y su familia eran socios. Su marido, Roberto de 38 años de edad, era ingeniero autónomo y trabajaba para una empresa constructora de renombre que le mantenía a ocupación plena. Lena y su hija Iris de 17 años eran muy activas en el club y no podían permanecer ajenas a las actividades sociales. Ese día Roberto no pudo acudir a las fiestas pues tenía que acabar la documentación para la construcción de un puente y ya llevaba retraso en el plazo de entrega. Se quedó en casa trabajando. Lena e Iris habían tenido turno por la tarde atendiendo la entrega y servicio de café y tarta. Oscurecía y comenzaba a sonar la música cuando ambas se pudieron dar un respiro, sentarse a tomar un refresco y conversar con los amigos.

Lena era una mujer joven, nórdica, rubia, atlética, bien formada, sensual sencillamente exquisita y su hija Iris era el vivo retrato de su madre. Ambas verdaderamente bonitas y atractivas, simpáticas pero quizás un poco creídas en su posición social y en su apariencia física. El baile estaba en pleno apogeo, Lena e iris había bailado ya con algunos asistentes cuando dos hombres jóvenes, bien vestidos pero hablando con acento extranjero solicitaban amablemente el permiso de ambas para bailar con ellas. Lena no contestó y giró simplemente su cabeza mientras que Iris mirando a los dos hombres de arriba abajo les contestó – No queremos bailar con vosotros. – Señorita por favor, sólo le estamos pidiendo amablemente que bailen una pieza con nosotros. No tiene por qué despreciarnos de esa manera. No le hemos hecho o dicho absolutamente nada malo u ofensivo. Lena intercedió en el diálogo. – Hagan el favor de marcharse. No acotumbramos a frecuentar la compañía de extranjeros y quiero que nos dejen tranquilas. Dos amigos de Lena se levantaron de sus asientos y se enfrentaron a los dos hombres señalando con la cabeza que se marcharan y dándosle a entender que de lo contrario habría golpes. Los dos hombre sonrieron y se alejaron.

Eran las 10,30 de la noche cuando llaman a la puerta de la casa. Roberto pensó que su familia estaría ya de regreso a pesar que las esperaba cerca de la media noche. Se dirigió a abrir la puerta. Una pistola se le colocó entre los ojos. Retrocedió unos pasos, los suficientes para que dos enmascarados irrumpieran en la casa y cerraran la puerta tras de si.

Era cerca de la medianoche, cuando llaman a la puerta. La puerta se abre y Lena e Iris irrumpen, con un - Hola, ¿qué tal?. Escucharon el cierre de la puerta y el pasador que se le echaba. Ante ellas, con sendas pistolas en la mano estaban los dos hombres que despreciaran para bailar. – Si queréis seguir viviendo, no decir ni pío . Venid con nosotros. La llevaron al dormitorio donde yacía Roberto maniatado. – Como veis, él está bien y lo seguirá estando mientras se quede tranquilo donde está. – Dijo uno de ellos lo suficientemente alto y claro como para que Roberto lo escuchara. – Y ahora sigamos. Las llevaron a la sala. - Quitaros la ropa. – No, eso no, dijo Lena, pero una cachetada la sentó de culo en el sofá. - Te lo diré otra vez, quítate la ropa, y tú también nena si no quieres perder tu dentadura. Lentamente comenzaron a caer las prendas al suelo hasta quedar con ropa interior. El mayor de los dos pareció perder los nervios y con dos manotazos le arrancó a Lena el sostenedor y las bragas. – Ahora sí que estás bien. ¿Y tú que esperas?. Iris dejó caer las últimas dos prendas que la cubrían. – A esto se le llama un buen culo, dijo uno de ellos metiéndole la mano por detrás a Iris, apretándole las nalgas al tiempo que su dedo medio se le introducía entre los labios vaginales. – Bien ahora nos vais a desnudar a nosotros y rápido. El que tenía a Iris por el culo le metió un dedo en el ano y la atrajo hacia él , mientras que el otro con pocos miramientos tomaba a Lena por cuello y la levantaba casi en vilo – ¿Has escuchado nena?. Las pistolas estaban sobre la mesa al alcance de las manos. Ambas mujeres comenzaron con la tarea de desnudar a los dos hombres. – Todo hemos dicho. Abajo con los calzoncillos que están más limpios de lo que tú crees. Salieron a relucir dos buenos cipotes ya endurecidos por la vista de los cuerpos desnudos de las dos mujeres. - Bien chicas, comienza la función, a ver quién de las dos termina la mamada primero -. Con movimientos rápidos y seguros albergaron sendas pollas en sendas bocas. Iris no sabía bien como se hacía, pero el propietario de la polla que tenía en la boca, le apretó la cabeza con ambas manos y la introduzco en los movimientos básicos. – Como dejes correr una gota fuera de tu boca, te rompo la nariz de un puñetazo. Iris tragaba, tosía, hacía arcadas pero terminó al igual que su madre, la tarea encomendada.

- Mientras nos recuperaremos un poco queremos ver un buen 69 entre vosotras, aquí en el suelo, delante del sofá, mientras nosotros nos bebemos una copa. Tu, mamita te pones debajo que queremos ver el culo y la argolla a tu hija mientras la lames. Lena, temblaba y titubeó un poco pero una cachetada la trajo a la realidad. Se acostó sobre el suelo mientras los dos hombres levantaban en vilo a Iris y la ponían en posición sobre su madre. - Mira este es el coño de tu madre (le metió el dedo dentro) y te lo vas a chupar mientras tu madre te chupa el tuyo y seguiréis chupando hasta que lo digamos. Anda sácales todos los jugos que puedas. Iris vibró al sentir el primer lengüetazo de su madre. Rápidamente se le llenó la vagina de jugos. Temerosa comenzó a pasar la lengua sobre los labios vaginales de su madre. Los hombres gozaban del espectáculo. Con el correr de los minutos madre e hija comenzaron a comerse los coños. Iris ya no lamía chupaba el coño de su madre mientras que ésta quería hacer gozar a su hija todo lo posible para hacer más llevadero el mal rato que estaba pasando. – Esto se está poniendo alegre, vamos a amenizarlo con un poco de música. Uno de los hombre colocó un CD de bailables. – ¿Os gusta la música chicas?. El que hizo música se arrodilló sobre la cabeza de Lena. Ella vio un par de pelotas sobre sus narices y una mano que recogía jugos del coño de Iris para pasárselos por el pene, un pene que minutos más tarde comenzaba a penetrar lentamente dentro del culo de Iris. Dos brazos fuertes tomaron a Iris por el vientre y la levantaron con la polla metida dentro del culo. Tuvo que apoyarse con las manos en el suelo, abriendo las piernas. La polla invasora entró con todo su poderío. El lubricante que llevaba le aminoró mucho el dolor que pronto se convirtió en algo casi agradable a pesar de las gotas de sangre que le corrían. Poco a poco la fue levantando hasta que Iris pudo hacer pie quedando de espaldas al hombre con su pene introducido totalmente en el ano. Lena estaba recibiendo lo mismo en su bonito y orgulloso culo. –¿Te gusta tener mi polla en el culo?, le susurraba al oído de iris. – Mueve el culo o te retuerzo los pezones, ¡muévelo!. Iris comenzó ha dejar mover el pene dentro de su culo. – Bien chicas, ahora vais a bailar con nosotros, pero así como bailamos en nuestro país. La mano izquierda del hombre aferró la vulva de Iris, mientras que su mano derecha llevaba el brazo derecho de Iris en posición de baile. A Lena la tenían insertada de igual manera. De ella se hizo cargo el de la polla larga. Y comenzaron a dar pasos de baile, con los penes metidos en los culos y los dedos de la mano izquierda de los hombres jugando con sus labios vaginales y con las tetas de ambas. Bailaron casi una media hora. Los hombres no se corrían. Terminado el disco las dos permanecían aún insertadas en sendas pollas. Los hombres las llevaron a enfrentarse cara a cara. – Ahora, cariño dale un beso de lengua a tu mamita. Métele la lengua en la boca. Así está bien. Chúpale las tetas y lámele los pezones, bien, bien y ahora lámele el coño. Para hacerlo tuvo que agacharse y el hombre que la tenía insertada aferró sus manos en los hombros de Iris y con un par de viajes se vació dentro del ano de la muchacha. – Qué buena culeada me he dado contigo. –Mamita ahora te toca a ti, se escuchó decir al otro hombre. – Comienza a chuparle la boca a tu hijita, después sus tetas, sus pezones y te agachas a chuparle el coño y allí te quedas hasta que te deposite lo que tengo reservado para tu culito. ¿Lo haz entendido preciosa? Y así se hizo.

Los dos se vaciaron dentro de las respectivas vainas. Iris cerraba los ojos expresando una mezcla de placer, dolor y rabia. Su madre contenía las lágrimas, no tanto por lo que soportaba ella, sino por lo que le estaban haciendo a su hija. – Vamos a otra cosa. Empujaron a las dos desnudas al dormitorio. Allí estaba aún Roberto. Lo tomaron entre los dos y lo sentaron en el suelo. Empujaron a las dos mujeres a tumbarse boca arriba sobre la cama y las penetraron. Iris perdió su virginidad, sangraba y a Lena le tocó nuevamente la polla más grande. Roberto se desesperaba viendo la violación de su mujer y de su hija. – Tienes unas mujeres fantásticas, papi. Acabamos de probar los culos de las dos y estaban buenísimos. Te felicitamos. Oye, si nunca te has follado a tu hija te advertimos que te pierdes algo muy bueno. Déjate hacer una mamada y verás que bien lo hace.

No hubo cuidados ni miramientos. Las dos recibieron el semen correspondiente en lo más profundo de la vagina. El que se follaba a Iris le dio dos viajes sin parar. – La chavala está muy buena, dijo mientras se levantaba. Sabes mamita, creo que nos vamos a emparentar. Tu hija está a punto para preñarla. El otro había comenzado el segundo polvo con Lena. – Pobre papá, ¿No te da lástima, nena?. Ven para acá, ábrele los pantalones a tu papá. La tomó del cuello y la obligó a arrodillarse junto a su padre. – Abrele ya la cremallera. Iris lo hizo. – Bien saca su polla afuera. Iris lo hizo, Roberto sobrellevaba una erección. –Te gusta esa polla, nena. No está mal. Anda chúpasela un poco para que el pobre tenga algo también. La presión que el hombre hacía sobre su cuello no dejaba lugar a dudas. Iris se metió en la boca la polla de su padre. – Se la vas a chupar despacio, con viajes largos para que goce de su hijita y al mismo tiempo aprendes a comerte la polla de tu padre. Iris mamaba con fuerza. Roberto cerró los ojos. Sigue así, sigue, ahora un poco de lengua, lámele la polla a tu padre y bésala ... y ahora otra ves en la boca, fuerte de arriba hacia abajo, chupa, chupa, bien. Ahora para un poco, mira como la tiene hinchada, roja y lustrosa. ¿Sabes por que´?, pues por que le gusta que se la mames. Tómala en la mano y hazle un poco de paja. Bravo, bien así. Mira como cierra los ojos y se muerde los labios. Y ahora continúa con tu mamada. Te gusta papito. Me vas a dejar un poco para mí también verdad papito, dijo acomodándose en el culo de Iris. No sé cuál de las dos tiene el mejor ano. El de tu mujer está tan bueno como el de tu hija. Roberto se negaba a abrir los ojos pero los labios de Iris estaban dejando marcas. Muchas veces tuvo pensamientos obscenos viendo los labios gruesos y voluptuosos de su hija, esos mismos labios que ahora le rodeaban su pene. Roberto no pudo evitarlo. Se vació dentro de la boca de su hija mientras que quien la tenía penetrada por detrás no le dejaba levantar la cabeza. Tragó mucha esperma pero mucha le quedó pegada en los labios y en la barbilla. Sintió el semen que le corría por el recto. El otro ya había terminado con Lena, pero seguía con su polla metida dentro de ella contemplando la mamada que Iris hacía a su padre y el polvo que su compañero se daba con el culo de la nena. – Dejarla ya, fue el grito de Lena. – Ah, la mamita se preocupa por la nena, bien aquí la tienes, chúpale las tetas. Obligó a Iris a ponerle una teta en la boca de su madre. Lena la abrazó y para evitar que siguieran abusando analmente de la niña se puso encima de ella mientras le chupaba las tetas. Lo que le ahorró a su hija lo recibió ella. Roberto tuvo que ver como una polla primero y la otra después desaparecían en el interior del culo de su mujer y salían goteando esperma.

- Bien chicas los polvos que nos hemos echado con vosotras nos han dado hambre. ¿Nos váis a dar algo de comer?. Vamos a la cocina. Las mujeres prepararon – siempre desnudas – unos huevos fritos, salchichón. queso, embutidos. Tuvieron que poner la mesa como es debido, descorchar una botella de buen vino, sacar sus mejores copas de cristal y llenarlas. – Todo esto tiene muy buena apariencia. Ahora sentaros sobre nuestras rodillas y danos de comer mientras nosotros acariciamos todas las cosas bonitas que tenéis. Se hartaron de comer, beber, chupar y tocar. Lena la pasó muy mal. El de la polla grande, que se había adueñado de ella, le metía el dedo en el culo, se lo hacía chupar y después beber un trago de vino. Pasó sus dedos por la vagina de Lena, por su polla mojada y le hizo chupar dedo tras dedo, y después el vino. En un momento que Lena se opuso por el asco que le daba, tuvo que arrodillarse bajo la mesa y hacerle una mamada. Iris pasó mejor esa parte de la velada. Su torturador se limitaba a chuparle las tetas y meterle dos dedos en su vagina, uno chupaba él y el otro se lo ponía en la boca de Iris para luego obligarla a darle besos de lengua. Eran las cinco de la mañana cuando los dos asaltantes abandonaban la casa. Ataron a madre e hija en un 69 y las dejaron amordazadas y maniatadas en el suelo. Fueron descubiertos el lunes de mañana por el personal de servicio. Lo vivido echó raíces. Los malhechores nunca fueron descubiertos pero Roberto tenía dificultades para hacer el amor con Lena. Frente a sus ojos tenía siempre la visión de su mujer penetrada anal y vaginalmente por otros hombres a los que no ofrecía resistencia alguna. Veía la cara de placer de los hombre follándose a Lena, veía las pollas gotear semén del que acababan de depositar en el ano de Lena y eso le hacía perder inmediatamente todo intento de erección. Lo que sí le excitaba era el recuerdo de los labios de Iris mamándolo. Un día se lo dijo, e Iris volvió a hacerlo con ganas y con placer. Es más Roberto pensó que esperaba ese momento pues ella a su vez le expresó un ruego: quería recibir por detrás. Gozaba chupándole el pene a su padre, para después rogarle que la sirviera por el culo y las noches en que Roberto se quedaba trabajando hasta avanzadas horas de la madrugada, Madre e hija se entregaban a los más variados placeres lesbios.

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Nota del autor: mis historias son ficticias. Cualquier parecido con lugares, nombres o situaciones similares es pura coincidencia.