Amores que matan.
Eran las 6 de la tarde y Cristina se estaba preparando para ir al trabajo. Esta semana tenía turno de noche. Trabajaba en una proveedora mayorista de productos cárnicos y debían acomodar los horarios de trabajo a los del matadero. La empresa trabaja en dos turnos: el turno de noche que comenzaba a las 7 de la tarde y terminaba a las 4 de la mañana y el turno de mañana que comenzaba a las 4 de la mañana y concluía a las 13 hs. Ambos turnos contemplaban dos paradas de media hora. En ambos turnos no sólo se preparaban los pedidos de carne de matadero sino también los de granjas. Cristina no estaba contenta con esos horarios pero la paga era excelente. Intentó buscar otro trabajo con mejores horarios pero sus ganancias se reducirían entonces en un 40 por ciento. Por otro lado había decenas de mujeres esperando la oportunidad por hacerse con uno de esos puestos de trabajo.
Su marido, José María era mecánico y operaba un torno en una empresa metalúrgica del pueblo atendiendo un horario normal de trabajo. El matrimonio se veía a la hora de la comida cuando Josema se acercaba a comer y eso sólo cuando Cristina tenía turno de noche. Susi, la hija de ambos, de 13 años de edad aprendió de su madre a cocinar y era ella quién preparaba siempre la comida y se encargaba de limpiar los cacharros usados. Ese día, como siempre Josema llegó pasadas las 6 de la tarde a casa, justo para decir hasta mañana a su mujer. Susi estaba haciendo sus deberes, en un rincón de la sala. Josema se sirvió una cerveza y se acercó a Susi; -Hola cariño. ¿Tienes mucho trabajo hoy?. ¿Cómo va la escuela? En fin las preguntas de siempre, cada día formuladas de otra manera, pero en principio lo mismo: formal y sin contenido. Bebió su cerveza, y bajó al bar a echarse su partida de naipes. Como era su costumbre volvió a casa poco antes de las nueve y se fue a dar una ducha refrescante de agua fría pues el calor del verano apretaba fuerte. Susi tenía ya la mesa puesta para la merienda. Se duchó, se puso su slip y una bata de baño y se sentó a merendar. Limpiaron juntos la cocina y se sentaron a mirar la televisión antes de ir a la cama. Para ver televisión, Susi se acostaba siempre en el sofá junto a su padre y apoyaba la cabeza sobre sus piernas. Le gustaba que su padre le acariciara los cabellos y la carita. Esa tarde, como casi siempre lo hacía se quedó dormida a la media hora de ver el programa televisado. Por el calor reinante Josema se había abierto la bata y sin habérselo propuesto comenzó a observar a su hija con mayor detenimiento. Estaba floja de ropa y dejaba a la vista unas piernas bonitas con un trasero bien formado. Su blusa transparente denotaba la carencia de sostenedor y dejaba traslucir unos pezones duros en una tetitas en formación, pero lo más excitante era su boca. Susi tenía pólipos nasales por lo cual dormía con la boca abierta. Tan sólo la tela de su slip separaba la boca de Susi de su verga. Podía sentir el calor de su respiración sobre su pene a través de los calzoncillos. La contemplaba mientras le acariciaba los cabellos. Su excitación, ante los pensamientos que atravesaban su mente como puñales, iba en aumento. Con mucho cuidado comenzó a tirar de la tela de sus calzoncillos hasta obtener que su polla se liberara del aprisionamiento que sufría. La boca de Susi se depositó donde él quería que se depositara, pero la erección que comenzó a sentir lo colocaba en otra situación. Tomando su pene con la mano lo obligó a situarse hacia abajo y moviendo las piernas obligó a la dormida Susi a buscar otra posición de descanso para su cabeza. Era la ocasión que buscaba. La punta de su pene entró en la boca de Susi que continuó durmiendo. Josema estaba ya fuera de si. Sólo pensaba que más podría hacer para llegar a lo suyo sin despertar a la niña. La idea se la dio el intermedio de propaganda de la tele, "Bombones tal y cual. Los mejores". Sí, allí, al alcance de su mano, había bombones de chocolate rellenos. Partió uno y comenzó a untar el relleno entre la punta de su pene y los labios de Susi. Susi reaccionó, llevada vaya uno a saber por que sueños, comenzó a chupar. Otro bombón, y otro y otro. La corrida fue apoteósica y Susi continuaba chupando y tragando completamente dormida. Josema quedó agotado. Tenía aún el pene erecto cuando llevó a Susi en brazos hasta la cama. - Descansa mi niña, hasta mañana. Susi le dio un beso a su padre y al apagar la luz clavó sus ojos en la polla endurecida de su progenitor. Nunca se la había visto así. Por los sueños que había tenido en el sofá y por lo que vio de su padre Susi tardó bastante en dormirse. A la mañana siguiente padre e hija tomaron el desayuno juntos mientras Cristina dormía. No hablaron palabra. Se dieron un beso y se despidieron hasta la tarde.
Pasaron los días Josema trató de evitar todas las circunstancias que le pudieran hacer tener otro momento de debilidad. Llegaba del trabajo y bajaba a jugar a los naipes al café donde permanecía hasta la hora de ir a dormir. Evitaba cualquier intimidad con Susi, pero la niña lo percibió como un abandono y como tal se lo comunicó a su madre. - - Susi se queja de que tú te pasas horas enteras en el café jugando a los naipes y ella debe estar sola y aburrida todo el día y parte de la tarde hasta irse a dormir. ¿Es que no te puedes preocupar un poco por tu hija?. No la dejes tan sola. Hazle compañía y sal con ella a pasear o invítala a comer pizza que le gusta tanto. Josema no tenía escapatoria pero esperaba que lo pasado olvidado estaba. - Mira Cristina, pido disculpas no pensé que Susi se lo pudiera tomar así. Me quedaré más tiempo con ella. Te lo prometo. Era el último día del turno de mañana de Cristina. A las 3,30 de la mañana salió para su trabajo. Caían rayos y truenos. Josema la acompañó hasta la puerta y vio a su mujer correr hasta el coche. Volvió a su cama. Allí estaba Susi. - Papá tengo miedo, ¿Me puedo quedar contigo?. Después de la conversación sostenida con su mujer esa misma noche no podía decir que no. - Sí, hija acuéstate y tápate bien. Un rayo iluminó la habitación y un trueno hizo temblar a Susi. La niña se abrazó sobre su padre. Josema sintió sus senos de niña como dos esponjas que presionaban sobre su cuerpo y su pierna se había ubicado entre las piernas de Susi que se apretaba contra su pecho. Al cobijarla en sus brazos, su mano pudo palpar las nalgas de la niña. La erección estaba en marcha imparablemente. Susi también la sintió pero no dijo nada y tampoco hizo ningún movimiento ante ese bulto que presionaba contra su vientre. Cuando comenzó la lluvia y terminaron los rayos, Susi se retiró para tenderse en el puesto de su madre pero al hacerlo, por descuido o no, apoyó fuertemente una mano sobre el pene de Josema y la deslizó tanteando todo el largo del instrumento.
Susi se durmió, pero Josema no podía pegar un ojo esa noche. Miraba a Susi y le daban palpitaciones, ansias, deseos de tener más de ese cuerpito joven y seductor. Puso su cabeza debajo de la almohada e intentó dormir. El desayuno transcurrió sin palabras. El sábado era el día libre de Cristina y aprovecharon los tres a para ir a una pizzería a fin de que Susi se hartara de su comida predilecta. Josema y Cristina gustaban de la cocina italiana. Ese sábado y el domingo fueron de alivio para Josema. Cristina estaba en casa y se preocupaba de todos los menesteres que Susi pudiera necesitar, inclusive el de llevarla a la cama. Josema se encontraba aliviado. El domingo comenzaba el turno de noche de esa semana para Cristina. A las 6,30 de la tarde decía "hasta mañana" a su familia, Josema tenía palpitaciones. - Papá me voy a la ducha. - Bien Susi, yo bajaré a echarme una partida y después merendaremos juntos, cuando haya terminado de ducharme. ¿De acuerdo? - Sí papá.
A la hora volvió Josema a casa. Susi andaba vestida sólo con unas bragas y una blusa abotonada muy a la ligera sobre su cuerpo desnudo. Josema no quiso mirar. - Me voy a la ducha, luego merendamos. - Sí, papá tengo todo listo ya. Josema se estaba duchando y sentía un cosquilleo, o mejor dicho un hervidero en su sangre. Las imágenes pasaban por su cabeza como si estuviera frente a un proyector de diapositivas de alta velocidad: la boca de Susi sobre su pene, su pene en la boca de Susi, Susi chupando el chocolate de su pene y la leche que largó después, la mano de Susi aferrando su pene en la noche de tormenta y ahora Susi semidesnuda esperándole para merendar. Esas imágenes iban y venían. Se repetían como en un cine continuado. No se las podía quitar de su mente. Se duchó. Al vestirse le cruzó una idea por la mente. No sabía ni por qué, ni para qué, pero no se puso calzoncillos. Simplemente la bata de baño liviana atada a su cintura. Debajo nada. Bajó a merendar. ¿Bebes cerveza papá?. Yo prefiero cola. Josema intentaba apartar la vista de las nalgas salientes de Susi. Comieron, conversaron, hablaron sobre la escuela, los deberes, las impresiones que tenía del secundario, sus profesores, sus compañeros, en fin de todo lo que una niña de trece años puede contar y un padre atento debe escuchar. Fue una sobremesa larga y amena. - Bueno ya terminaron las noticias ¿vemos que hay en televisión?. Sí papá, ponla que yo miro el programa. Pasaban una película de suspenso. Como siempre Susi se acostó en el sofá con la cabeza sobre las piernas de su padre. El le acariciaba los cabellos y su carita de ángel. Susi no apoyó, como siempre lo hacía, su cabeza sobre la pierna sino que la colocó algo más arriba, entre sus piernas. El constante roce de Susi sobre su instrumento hizo su efecto. La erección no se hizo esperar. Josema no pensó en evitarlo. Debido a la erección y a los sobresaltos de la película su bata se había abierto y su pene sacaba su cabecita al exterior. Susi lo sintió en su mejilla y se dio vuelta haciendo como si durmiera. A Josema no le pasó desapercibido pero continuaba (aparentemente) con la vista fija en la pantalla. Susi había clavado los ojos en esa polla -¿Te gusta? . Fue la reacción de su padre. ¿Cuántas has visto ya? - Pues la tuya es la única, me dejas tocarla. Susi apretaba esa polla entre sus manos. -¿Por dónde salió la leche que me metiste la otra noche en la boca? - ¿Te diste cuenta? - Sí, pero media dormida vi que tu cerrabas los ojos como si estuvieras disfrutando, no dije nada y preferí hacerme la dormida. ¿Por dónde salió eso?. - Pues por acá mira. - ¿y cómo hiciste para que saliera esa leche?. - Lo hiciste tú, chupándola. Susi apretaba el pene entre las manos, lo miraba. ¿Te gustó que la chupara? - Sí hija, mucho. Susi se puso el pene de su padre en la boca y comenzó a chuparlo como a un caramelo. Josema cerró sus ojos, se relajó en el sofá y dejó a Susi continuar su tarea. Cuando se corrió vio a Susi abrir la boca dejando que le corriera todo dentro mientras le miraba sonriente. Tragó -¿Te volvió a gustar? - Sí hija, ven vamos a la cama que te voy a hacer gozar a ti también?. Josema no se atrevió a desvirgarla, pero su lengua en los labios vaginales de la niña hizo que Susi se corriera. Un 69 antes de dormir les dio placer a los dos. A partir de ese día serían una pareja inseparable.
Los años transcurrieron. Entre Susi y su padre no había secretos sexuales. Josema la desvirgó y le habituó el culo a las penetraciones anales, además mamaba como una experta. Cristina no sospechó nunca lo más mínimo. Era feliz que padre e hija se entendieran tan bien. Tenía Susi 19 años cuando conoció a Darío. Un joven economista que trabajaba en una multinacional en la capital. Muchacho alegre y jovial. Darío pidió formalmente la mano de Susi cosa que todos festejaron con alegría. Cristina y Josema se alegraban ya por los nietos que vendrían y al año se comenzó a hablar de boda. Todo se desarrollaba normalmente y ya se estaba discutiendo sobre el vestido de novia, pero la verdad es que las relaciones entre Susi y su padre no habían menguado ni en lo más mínimo. Susi follaba con su novio a escapadas y cuando podía, pero con su padre se echaba polvazos casi diarios. Llegó el día de la boda. Josema y Cristina habían puesto a disposición de su hija un piso que solían alquilar por temporadas. Pensaban que así se quedaría cerca de ellos y podrían ver a sus nietos. Estaban en plena fiesta de boda. - ¿Papá nos llevas al piso a ver los regalos? - Por supuesto hija vamos. -¿Darío, mi padre nos lleva al piso a ver los regalos, ven? - Susi, me estoy divirtiendo, ve sola, yo los veré más tarde. - Vamos papi.
Llegaron al piso y Susi se desnudó, desnudó su padre y se tiró con él sobre la cama que inauguraría esa noche con su marido. - Quiero que tú seas el primer hombre en mi vida de casada, dijo mientras se introducía el pene de su padre en la boca. - Hazme tuya papá. Te quiero mucho. Quiero que el hijo que voy a tener sea tuyo. Hazme un niño papá, por favor no dejes que él lo haga. Josema la folló con ganas dejando correr toda su esperma en el interior de Susi. Mientras el semen corría se besaron apasionadamente. - Te quiero papá. -Y yo a ti, hija.
La noche de bodas fue un éxito, por lo menos eso fue lo que dijo Susi abrazando a su madre la mañana del día siguiente, partiendo en luna de miel. Semanas después todo retornaba a la normalidad. Todo el mundo a su trabajo. Darío trabajaba en la ciudad y no venía a comer a casa. Salía a las nueve de la mañana de la casa y no volvía hasta las 9 o diez de la tarde pero sábados y domingo estaba en casa. Susi y Josema continuaban aprovechando toda oportunidad que se presentaba para gozar del sexo. - Darío no me hace tan feliz como tú. Es muy bruto y egoísta. Sólo piensa en él. Desde que estoy casada no he tenido un solo orgasmo. Déjame gozar de ti papá, tú sí que me haces feliz y yo quiero que tú goces de mí. Se arrodilló entre sus piernas, sacó la ansiada polla y la mamó con placer. Abrió la boca para recibir todo el semen, al tiempo que sostenía la polla con ambas manos apoyada en sus labios. Josema con los ojos cerrados la dejaba hacer y ella tragaba y lamía. - Me gusta el sabor que tienes papi. A la sexta semana después del casamiento Susi y Darío invitaron a Cristina y Josema a cenar y en los postres anunciaron festivamente que Susi estaba embarazada. - Vaya, no habéis esperado nada para tener herederos. ¿Es que habéis tenido un accidente la noche de bodas?. Dijo Cristina sonriente - No mamá, si decimos que fue un accidente debemos agregar entonces que fue un accidente intencionado, respondió Susi mirando a su padre. Darío asintió satisfecho y propuso un brindis. Cristina estaba contenta. Josema besó a su hija para felicitarla por el acontecimiento. Padre e hija se besaban siempre en la boca, de manera que a nadie extrañó que el beso de ese día fuera especialmente fuerte y largo. - - Hola hija, buenos días - telefoneaba Josema - me he dado de baja en la fábrica y pensaba en pasar a verte para tomar un café juntos. Tu madre tiene turno de mañana. - Que alegría me das papá, te espero. La puerta se cerró a sus espaldas e inmediatamente Susi, con su bata de baño abierta, se colgó del cuello de Josema para besarlo. - El café para más tarde, ahora acuéstate conmigo. Susi cruzó sus piernas a las espaldas de Josema mientras él la penetraba. Sus mejillas rojas denotaban la calentura y el goce de esa penetración ansiada. Josema la besaba mordiéndole suavemente sus pezones y chupando sus senos que comenzaban a adquirir una rigidez exquisita. Sus movimientos eran suaves, con viajes largos y lentos, sacándosela continuamente y dejando que la cabeza llenara la entrada de su vagina antes de llevársela al fondo. Susi cerró los ojos. Su respiración se hizo agitada. Comenzó a mover su cintura dejando bailar el pene en su interior, se mordió la mano gimiendo y se corrió. Sus convulsiones la hacían vibrar. Besó a su padre apasionadamente. - Te quiero papá. Estoy muy contenta de tener un niño tuyo. ¿Cómo te sientes al ser abuelo y padre del mismo ser viviente?. Bésame, papi y no me la saques. Déjamela un rato adentro que me gusta tenerla. Te quiero.
El embarazo siguió su curso. El sondeo ultrasónico reveló la presencia de un varón que gozaba de buena salud. Susi estaba al comienzo del octavo mes de gestación. Cuatro meses antes había suspendido toda actividad sexual con su marido, pero no así con su padre del que continuaba recibiendo lo suyo. - Darío es muy bruto, y no quiero que le haga daño al niño, decía una tarde estando sola con su padre. - Sólo me faltan dos meses y nosotros también hemos de poner cuidado. Pero eso no quiere decir que quiera prescindir de ti, ven. Llevó a su padre a la cocina, apoyó sus manos sobre el asiento de una silla y se abrió de piernas - Penétrame papá, quiero sentirte dentro de mí. Josema levantó las faldas, bajó sus bragas, le pasó saliva a su polla y la comenzó a alojar dentro del hermoso culo de Susi. Cuando la tenía totalmente metida le abrió desde atrás la blusa para liberar los senos de su hija. Duros, por el embarazo, parados, pezones para meterse entre los dedos como si fueran cigarrillos. Josema sentía un placer lascivo al sentir su polla introducida totalmente en el ano joven de Susi y sus manos llenas de esas hermosas tetas duras. La folló al principio con viajes largos y lentos pero la lujuria le invadía y los viajes se hicieron más frecuentes, más largos, mas viriles. Su semen salía a borbotones llenando las profundidades anales de Susi - Papá, que me estás clavando las uñas en los senos, me haces daño. Eso lo trajo a la realidad. Acababa de echarse un polvo de puta madre que lo había agotado física y mentalmente. Se la sacó lentamente, se arrodilló detrás de ella y le besó el culo. Su lengua se introducía dentro del ano dilatado de Susi. Ella gemía de placer. -Te quiero papá, joder contigo es vivir la vida. Me llenas de gozo. Te quiero.
Faltaba una semana para le fecha prevista para el alumbramiento. Josema se tomó las vacaciones anuales para estar cerca de su hija. Cristina y Darío seguían ansiosos los acontecimientos. Cuando llegara el momento Josema avisaría telefónicamente al que estuviera trabajando. Susi se sentía fuerte y no quería estar en la cama más de lo que fuera necesario para descansar. - Papi, las tetas me pesan más que el vientre. Mira ya me sale leche, prueba. Se sentó en una silla. Josema, de cuclillas junto a ella, se puso un seno en la boca y comenzó a succionarle leche. Susi cerró sus ojos. Sentía placer, - Chúpame la otra también, papi. Me gusta. Sigue chupando. Padre e hija se besaron como novios. Susi se puso de rodillas. -Ahora quiero volver a sentir el sabor de tu leche, ponla dentro mi boca. Cerró los ojos y abrió la boca. Cuando la sintió dentro comenzó a chupar pero sin tomarla en la mano. Josema sólo sentía el calor de la boca y los labios frotándole el pene. Ninguna otra sensación más que la boca ardiente de Susi. Su esperma corría dentro de Susi que mantenía las manos aferrando las nalgas de su padre. Cuando abrió la boca no tenía ni gota. Josema la levantó, le chupó y lamió los labios. - Te quiero Susi. -Y yo a ti papá.
Dio a luz un varón hermoso. Fuerte, sano. Tenía el cabello negro y los ojos azules de su "abuelo". - Bueno tu padre no puede negar que tú eres su hija, - dijo Cristina - . El niño es el vivo retrato de tu padre. Vaya abuelo con suerte que es. Susi sonreía alegre, Darío apareció en la maternidad con un gran ramo de flores y pocos minutos después otro inmenso ramo de flores en los brazos de Josema. - Hija enhorabuena. El beso fue intenso y nadie notó la lengua de Susi penetrar en la boca de su padre.
Eduardo José María, que así se llamaba el nuevo heredero de la familia tenía tres meses. Cristina y Josema compraron un par de buenas botellas de cava, unas langostas y fueron al piso de su hija a celebrar el primer aniversario de boda. Era una sorpresa y la verdad es que surtió efecto. Susi encantada y contenta. El "abuelo" jugaba como un niño con su nieto y se disputaba con Cristina la tenencia de la criatura. Susi tuvo que intervenir. - Basta de discusiones, por Dios. Media hora cada uno y después va el niño a la cama. A ver si os tranquilizáis de una buena vez. A las 8,30 suena el teléfono. Era Darío anunciando que pasaría la noche en casa de sus padres pues lo habían invitado a cenar. Había olvidado que hoy conmemoraban el primer aniversario de bodas. Susi colgó el auricular y se quedó atónita, pensando, mirando al vacío. Una expresión de rabia se dibujó en su cara que a sus padres no les paso desapercibida. -¿Qué pasa hija?, - Nada especial mamá. Comeremos solos pues Darío va a cenar a casa de sus padres. -¿No le has dicho que le esperamos?. -No mamá, él debería saber que día es hoy. En el ambiente flotaba una atmósfera helada. Había algo que vaticinaba una catástrofe sin que nadie pudiera definir lo que era.
El tiempo continuó su camino. Eduardo José María ya daba sus primeros pasos. Lo que se estaba degradando eran las relaciones entre Darío y Susi. Se sucedían las peleas y discusiones. Un día Susi presentó un ojo morado. No se dijo ni palabra pero Josema fue a encararse con Darío. No bien pasar la puerta le echó mano al cuello apretándolo contra la pared. -Hijo de puta, la próxima vez que le pegues a Susi te corto las pelotas. Te lo juro por el cielo. Un puñetazo lo derribó. Comenzó a correr sangre de su boca. A pesar de eso se realizaron verdaderos esfuerzos por apaciguar los ánimos. Susi y Josema disfrutaban del hijo común. - Me has dado un hijo hermoso Susi. Te quiero y te querré siempre como hija y como mujer, pero debes intentar de regular las cosas con tu marido.
- Con él ya no hay nada que regular. Lo único que recibo de él es dinero para solventar los gastos de la familia. Llevo casi tres años de casada y aún no sé lo que es tener un orgasmo con él. Antes se echaba un polvo de 3 minutos, iba al baño a quitarse el forro y se ponía a dormir. Desde que tomo la anticonceptiva, se echa el polvo, da media vuelta y hasta mañana. Al niño le da unas caricias y se sienta frente al televisor hasta irse a la cama. Y lo peor es que se enorgullece de lo macho que es, de los polvos que se tira conmigo. Como si tuviera que darle las gracias por mojarme el coño todas las noches con su mierda de polla. Lo único que pone alegría y felicidad en mi vida son las horas que paso en tus brazos y las que pasamos con nuestro hijo. Pero ya estoy harta. Esta noche voy a hablar claramente con él. La expresión de Susi hizo helar la sangre de Josema.
A las 10 de la mañana del día siguiente Cristina llama a Josema en el trabajo. - Por favor ve para casa que Darío a sufrido un accidente con el coche. Darío estaba muerto. La policía deducía suicidio o pérdida del conocimiento al volante. Se había estrellado contra el pilar de un puente de la autopista. Susi enviudaba a los 23 años. En su vientre, el segundo feto de su padre cumplía los tres meses. Lo gestaron de común acuerdo, al día siguiente de que Darío golpeara a Susi. Su hijo acababa de cumplir 2 años. Era una hermosura de niño.
El hecho ensombreció un poco la vida de Susi. Ella le contó a su padre que la noche anterior habían tenido una fuerte discusión y que le había dicho a Darío en la cara lo que ella, como mujer, pensaba y sentía de él, como hombre. Susi no podía estar ahora sola de manera que se hicieron algunas modificaciones en el piso y Susi volvió a vivir con sus padres. Josema estaba embobado con su "nieto". Los padres de Darío no se preocuparon tanto por el niño y mucho menos por el nuevo embarazo de Susi. El contacto se limitaba a alguna llamada telefónica o algún regalo que venía por correo. Lo que no había alterado era la relación amorosa entre Susi y su padre. Cuando Cristina tenía turno de mañana, Josema se iba a la cama de su hija para acariciarle y besarle el vientre en el cual crecía su segundo hijo. Los besos y caricias se hacían interminables y siempre terminaban en un polvo con letras mayúsculas. Susi, hecha ya una mujer experimentada a pesar de su juventud, también gustaba de aplicar sus trucos, sutilezas y juegos sofisticados que siempre acababan con un Gigaorgasmo de Josema. Una noche en que su madre tenía turno, después de haberse duchado ambos y de llevar al niño a la cama Susi le pidió a Josema que se quitara los calzoncillos y se sentara al borde la mesa pues iban a festejar algo. -¿Qué quieres festejar hoy?. - El décimo aniversario. -¿De qué? -Tú siéntate al borde de la mesa. Trajo una silla y se sentó entre las piernas de su padre. Josema tenía un bate, tan sólo de pensar lo que podría pasar em esa pose. Susi sacó de su bolsillo un bombón de chocolate lo fregó sobre la polla de su padre y comenzó a chuparla y otro bombón y otro. Tenía a su padre prendido por sus nalgas y se metía la polla en la boca hasta el máximo posible y va y viene lentamente. Josema se acostó sobre la mesa. Susi le comió la polla hasta hacerle vomitar leche a raudales. - Hoy hace 10 años me la pusiste por primera vez en la boca con la triquiñuela de los bombones, o te has olvidado. Otro día le pidió a su padre que la acompañara al piso que ella ocupaba cuando estaba casada. Entraron se desnudó y se acostó en la cama - Desnúdate ya y ven. Echame un buen polvo. Hoy se cumple un aniversario de mi boda y tu fuiste el primero que me folló en esta cama, el día en que gestamos a nuestro hijo. Es el único recuerdo inolvidable que tengo de ese día. Fóllame.
A los seis meses de enviudar nacía Susana Beatríz, cabellos negros, ojos azules. La estampa del "abuelo". Gran alegría y alborozo para esa nueva criatura. Afortunadamente vivían en un piso muy amplio y se pudo organizar otra habitación para la niña. El "abuelo" repartió puros a todos los amigos del bar y también pagó la copa, - Macho, te alegras como si fueras el padre, dijo algún amigo.
Un día Cristina comenzó a quejarse de dolores de cabeza. Los análisis médicos reflejaban la posibilidad de una enfermedad sanguínea que podría ser grave. Quedaría bajo vigilancia médica mientras se hacían otras pruebas. Dos días más tarde ingresó al hospital para realizar análisis y pruebas exhaustivas. Tanto Susi como su padre se esforzaban por dar ánimos y cariño a Cristina, pero las noches las pasaban en una cama. Susi a pesar de sus dos partos continuaba con un cuerpo esbelto, ardiente de deseos sexuales que saciaba con su padre. Los besos y caricias previos a cada polvo duraban horas y Susi quería ser penetrada por todos los lugares y en todas las posiciones posibles. Josema satisfacía a Susi plenamente y gozaba con ese cuerpo de mujer joven y ardiente. Pero Susi no sólo pedía, también daba todo de si. Cuando se ponía el pene de su padre en la boca lo hacía viajar al cielo y cada polvo anal dejaba a Josema sin fuerzas por un buen rato. Ambos se pertenecían, se deseaban y se entregaban mutuamente. Cristina no abandonó nunca más el hospital. Una leucemia mieloide aguda le provocó una deficiencia cardíaca que se cobraría la vida de Cristina. Fue enterrada en el cementerio de su pueblo natal y en su tumba nunca faltaron las flores. Josema compró una casa cerca del pueblo donde se fue a vivir con Susi y los niños. Susana Beatriz cumplía entonces 2 años. Susi estaba embarazada de dos meses.
Sugerencias a: [email protected]
Nota del autor: mis historias son ficticias. Cualquier parecido con lugares, nombres o situaciones similares es pura coincidencia.