El Descampado.
Acababamos de salir de un pub, era sábado, el ambiente estaba muy cargado, las niñas llevaban unas minifaldas muy cortas, y yo la verdad, estaba muy caliente, además había visto por una rendija del cuarto de baño, una pareja follando en el lavabo de mujeres y estaba bastante excitado.
Llegamos hasta donde teníamos aparcado el coche, era un descampado habilitado por dos gorrillas para estacionar allí los vehículos que bajaban al centro de la ciudad, y bien es cierto que te solucionaba el problema del aparcamiento.
Al llegar, estaban los dos colegas en el descampado, tenían síntomas de embriagez, seguramente habían estado bebiendo litronas, cuando nos vieron llegar, empezaron a meterse con mi mujer, llevaba un vestido blanco hasta la rodilla, bastante ajustado en el que se marcaba la braguita tipo tanga. Empezaron a decirle frases soeces a mi mujer y piropos malsonantes del estilo de "si yo fuera tu marido esta noche te iba a pegar un buen polvo". O "quieres una polla de verdad". A mí me molesto al principio, pero a medida que se acercaban, empezé a notar un picor en el estómago, que bajaba hacia los testículos, me di cuenta que estaba empezando a tener una erección.
Se acercaron peligrosamente, mi mujer se apresuró a meterse en el coche rápidamente, pero a mí no me dio tiempo, uno de ellos sacó un cuchillo y me lo puso en la garganta, yo les dije que tenía algo de dinero, que estaba en la cartera, que lo cojieran y se largaran, pero contestaron que lo que querían estaba dentro del coche, yo me negué en rotundo, pero el que tenía el cuchillo lo apretó contra mi yugular hasta hacerme algo de sangre, mi mujer al ver la situación salió del coche y les pidió que me dejaran, ellos le dijeron que lo haría si se acercaba hasta dónde estaban, justo delante del coche.
Así lo hizo se aproximó, el que tenía el cuchillo seguía apretandólo contra mi garganta, mientras el otro se dedicó a manosear a mi esposa, por todo el cuerpo, le apretó las tetas, le acarició el culo, se lo pellizcó, y finalmente le metió su sucia mano por debajo del vestido, empezó a acariciar la vulva de mi mujer por encima del tanga, pero inexplicablemente ella no tenía cara de disgusto, yo diría que estaba gozando, pero me negaba a creerrlo, me atarón a la defensa de un todo terreno, me bajaron los pantalones, y empezaron a desnudar a mi mujer, sus pezones se mostraban en todo su esplendor, estaban tiesos, erguidos, desafiantes, pidiendo ser mordidos hasta la saciedad, le dejaron el tanga y empezaron a lamerle el coño por encima, le gustaba, estaba gozando y parecía fuera de si, aquellos dos gorrillas desaliñados y sucios la estaban poniendo cachonda.
Se quitó ella el tanga, se pusó en el capó del coche y se abrió de piernas, mostrando su vagina desafiante y húmeda, el primero se la metió de un solo golpe, mientras el otro se subía al coche y se la introducía en la boca, ella chupaba con decisión, seguramente era la mejor mamada que le daban a aquel desgraciado, intercambiaron posiciones y mientras uno se la follaba el otro le daba polla para que chupara, yo estaba excitadísimo, estaba empalmado, me daba vergüenza, pero a la vez, me daba asco de verla gozar con aquellos desgraciados, cuando se la follaron varias veces, y ella tuvo tres o cuatro orgasmos, me desataron, me llevaron a su lado y la obligaron a comermerla mientras ella se subía encima de uno de ellos, y el otro aprovechaba para sodomizarla, por fin tenía todos sus agujeros cubiertos, era su ilusión inconfesada, ser follada por tres hombres, yo me corrí como nunca lo había hecho, y cada uno de los gorrillas derramaron su leche dentro de su cuerpo, ella lamió con dedicación mi semén, por primera vez, nunca logré convencerla de que lo hiciera y desde entonces no ha vuelto a ser la misma, ahora siempre busca aparcar en el mismo sitio
Adios, besos húmedos
PD. Escribidle a mi mujer correos calientes.