Fin de semana con otra pareja.


Esta historia transcurrió durante una semana que salí de excursión con unos amigos, yo iba acompañado de mi novia y nuestros amigos eran otra pareja (chico y chica). Mi novia se llama Lucia, el chico Antonio y su novia Raquel; yo me llamo José.

La excursión se nos ocurrió una noche de juerga, donde nos propusimos olvidar los tabúes sexuales y dejarnos llevar esa semana por nuestros sentimientos.

La excursión no empezó con buen pie, retraso en el avión y perdida de equipaje (lo cogimos en Barajas). Tras cinco horas pudimos realizar un viaje que solo duró 50 minutos. El tiempo en el aeropuerto lo dedicamos a planear excursiones, visitas y desde luego a reglamentar nuestros encuentros sexuales. Las 2 reglas serian: bisexualidad y sobre todo buscar siempre el placer del grupo. He de decir que las dos parejas lo somos de hace tiempo, conocemos la no existencia de enfermedades de transmisión sexual en nosotros y que las chicas toman la píldora, por lo que los preservativos no aparecerían en toda la excursión.

Después de llegar al hotel, deshacer las maletas y ducharnos nos dimos una vuelta por la ciudad de Sevilla, nuestra primera parada seria en un sex-shop, donde nos aprovisionamos de un gran surtido de juguetes, consoladores (para ellas y ellos) y algunas revistas porno de contenido gay donde aprender que se puede hacer (ninguno de los chicos hemos tenido contacto gay). Pasamos por un supermercado a comprar alcohol con lo que empezar las fiestecitas.

Tras un largo paseo llegamos al hotel, nos duchamos y nos preparamos para iniciar la larga noche, yo llevaba todo el día dándole vueltas a lo que haríamos esa noche por lo que estaba muy excitado, no quería quedar mal corriéndome demasiado pronto a sí que empece a masturbarme en la ducha y así poderme desfogarme. No me costo mucho ponerme a tono y no creí que duraría demasiado, en esto entró mi novia en el baño a hacer sus necesidades. Cuando ella estaba sentada en la taza, y al oírme gemir soltó unas risitas y me pregunto que si ella podía echarme una "mano". Yo estaba sorprendido, aunque siempre hemos tenido una actividad sexual normal, siempre era yo el que debía pedir y tener iniciativa. Inmediatamente le conteste que sí y ella se metió en la ducha conmigo. Cuando pensaba que iba a iniciar el vaivén con la mano, se puso de cuclillas y se introdujo el miembro en la boca, se dedicó a chuparme el glande como si fuese un chupachups, mientras con la otra mano me acariciaba las pelotas, nunca había sido tan efusiva con una mamada. De vez en cuando se introducía todo el pene en la boca, arrastrando con los labios la piel, apretaba de manera firme como si tuviese miedo a que se le escapase. Con su lengua jugaba con el agujero de mi pene, extendiendo él liquido preseminal por el glande.

Yo estaba a 100 y pensaba que me correría muy pronto, cuando ella interrumpió su actividad, me miró a los ojos y me pregunto:

-¿Estás seguro de que podrás mantener relaciones con Antonio? Yo pensaba que no te gustaban los hombres.

- Yo pensaba que tampoco- contesté - pero con Antonio es diferente, quiero por una vez desinivirme de todas las creencias pasadas, para así poder opinar después.

- Pero - replicó ella - ¿has echado una hojeada a las revistas que hemos comprado?. Me parece imposible que te vayas a meter el pedazo nabo de Antonio por ese agujerito, y además no me creo que seas capaz de chupársela y tragarte lo que salga de ahí.

Yo no había pensado claramente en eso, parece mentira pero es así, yo solo pensaba en Lucia y Raquel y no que también tendría que hacérselo a Antonio.

Este pensamiento, y lo largo que se me estaba haciendo la conversación, produjo que mi pene empezase a aflojarse, Lucia se dio cuenta y me dijo que no me preocupase, que ella lo haría con Raquel y que no la pasaba nada. Yo contesté que no es lo mismo (lo siento, ya sé que es una contestación machista, pero uno no se deshace de sus creencias tan rápido)

- Relájate - dijo ella - voy a procurar que te acostumbres un poco a lo que vas a sentir.

Dicho esto me empezó a acariciar las nalgas, y a desplazar sus dedos sobre mi ano, yo instintivamente lo contraje y ella me respondió con una palmada en el trasero. Alargo su mano y agarro un bote de gel, se echo un poco en los dedos y me lo distribuyó por el ano. A mí me gustaron sus caricias y empecé a relajarme, en este momento ella provecho para meterme un dedo dentro. No dolió, entro con suma facilidad y yo le cogí el gusto a esto.

-¿Ves?, tampoco es para tanto - dijo

Acto seguido me introdujo otro dedo y empezó a separarlos, esto ya dolía. Me quejé.

- Tranquilo, esto no a hecho más que empezar. Dicho esto siguió dilatándome el ano hasta que consiguió meter un tercer dedo. Yo estaba retorciéndome de dolor, pero también empezaba a sentir algo de placer (distinto, pero al fin y al cabo placer) y me estaba excitando de nuevo.

Lucia volvió a coger el bote de gel, no era muy grande (unos 3 cm de diámetro y 10 cm de largo), sacó sus dedos y me dijo que me inclinase para dejar mi retaguardia al descubierto. Cuando estaba en posición introdujo el bote en mi culo, el tapón no era tan ancho y entró fácilmente, el resto del bote costo mucho que entrase, yo estaba sumido en una mezcla de dolor y placer, pero acabe por empalmarme por completo. Lucia acabo por meterme unos 7 cm del bote y volvió a su posición inicial. Yo me incorporé y sentía al intruso en toda su plenitud.

Volvió a chuparme el pene de nuevo, esta vez sin jugueteos, se lo introducía por completo y mamó de una forma desenfrenada, deseando que yo me corriese de una vez.

No tardé mucho en llegar al orgasmo, el bote de gel ya no me parecía un intruso y disfrutaba como hacia mucho tiempo. Le avisé que me iba a correr (como era costumbre, ya que no le gustaba que terminase en su boca) pero ella no se apartó y eyacule dentro de ella. Lucia no permitió que se escapase nada, y aunque eché gran cantidad de semen lo consiguió. Inmediatamente se puso de pie y me beso, en este beso me traspasó gran parte de mi semen, que yo pensé que se había tragado. Intenté escupirlo pero no me dejó, obligado a ello empece a saborearlo y a comprobar su textura. Era algo gelatinoso, y no tenia un sabor muy fuerte, algo dulce eso si y no me desagradó mucho tenerlo en la boca, pero si al tenérmelo que tragar.

- Acostúmbrate también a esto, cariño- fueron las únicas palabras que me dijo antes de marcharse.

Saque el bote de gel que ella había olvidado, y me terminé de duchar.

Cuando salí de la ducha me la encontré tumbada en la cama, acariciándose el clítoris, se estaba masturbando La sesión de la ducha la había excitado también a ella y yo decidí ayudarla, mi sorpresa fue cuando rechazó mi ayuda y me comentó que también me acostumbrase a verla pasárselo bien sí mi asistencia.

La imagen de Lucia acariciándose y penetrándose con los dedos me volvió a excitar.

Por lo que me cogí el pene y me empece a masturbar. Mi pene quedaba a la altura de sus pechos y cuando me corrí lo hice encima de estos. Cuando ella sintió el liquido caliente sobre sus pechos me miró con picardía y sonrió, continuo con su masturbación sólo que esta vez también se extendía mis fluidos sobre su cuerpo, incluso recogió algo con sus dedos y se empapó el conejo. Empezó a retorcerse y a gemir cada vez más deprisa, sus movimientos eran cada vez más rítmicos. Terminó con un sonoro gemido audible en todo el hotel.

Cogió mi cabeza y me dio un impresionante beso, después agache la cabeza y empecé a lamerle los restos de semen que habían quedado esparcidos por su cuerpo.

En esto se abrió la puerta, que comunicaba con la habitación contigua, y apareció Raquel.

- ¿Qué cojones a sido ese grito?- dijo-

Su cara cambio de expresión cuando vio la escena, - Vaya si parece que nuestros tortolitos han empezado sin nosotros- comentó y nos sonrió.

Lucia empezó a contarle, con pelos y señales, lo que había sucedido. Yo me sonrojé, por que no estaba acostumbrado a contar este tipo de cosas.

Raquel volvió a reírse y me miró, y me comentó que si me había dolido lo del bote de gel, que me preparé cuando me coja Antonio. Esto me asustó un poco, pero yo estaba convencido de que podría con todo.

Pasaron un par de horas y ya se había hecho de noche, nos juntamos los cuatro en su habitación y empezamos a hablar y a beber, en un momento se acabó el hielo y las chicas nos dijeron que bajásemos al bar a por más, que mientras ellas se irían preparando. Cuando bajábamos en el ascensor Antonio hizo un comentario sobre la capacidad de mi ano, se lo habían contado todo. Se reía y le intentaba quitar importancia, yo le dije mi miedo a meterme su nabo por el culo y él me contesto que no lo haría si yo no quería, que él también tenia miedo, que estabamos allí para disfrutar y no para pasarlo mal. Dicho esto me empezó a besar, tarde en reaccionar pero le correspondí.

Cuando llegamos a la recepción me indicó que nos fuésemos al baño, que sería mejor tener un primer encuentro entre nosotros no sea que luego, con las chicas delante no nos atreviésemos.

Nos metimos en un servicio, eran bastante amplios por lo que no tendríamos problemas. Nos quedamos parados sin saber que hacer, él me miraba.

De pronto dijo: - Procuremos tratarnos como si fuésemos pareja heterosexual- Yo no sabia a que se refería, me enteré cuando me empezó a besar sujetándome la cabeza como si fuese a Raquel, le metí la lengua lo más que pude y no me desagradó.

Él empezó a masajearme el paquete que rápidamente empezó a empalmarse, yo repetía sus movimientos y agarre el suyo. Tenia un pene que a mí me no pareció muy grande, la sorpresa fue cuando empezó a crecer de una manera desmesurada. El se dio cuenta de lo que me pasaba, sonrío y me dijo: - Cógelo, y empieza a familiarizarte con él-

Yo se lo saqué y empecé a sopesarlo, era diferente al mío. Prácticamente no existía diferencia entre la cabeza y el cuerpo, su enorme tamaño no le permitía estar totalmente derecho. Él estaba muy excitado, esta experiencia nos estaba sorprendiendo a los dos, su pene empezaba a rezumar presemen, yo lo cogía con los dedos y jugueteaba con él.

Miré a Antonio a la cara, estaba con los ojos cerrados y una gran expresión de placer.

Empece a pensar que me gustaría que me hiciesen a mí, la respuesta fue inmediata, una mamada.

Me armé de valor y me puse de rodillas, nunca había hecho una mamada a alguien, pero me imaginé a mí mismo recibiendo una mamada de Lucia y repetí todo lo que me hacia. Empece a chupar la cabeza mientras que con las manos subía y bajaba la piel, recogía los fluidos que expulsaba con la lengua y los restregaba alrededor del prepucio, procuraba sacarme el pene cuando hacia esto para que Antonio pudiese verlo.

De repente Antonio me sujeto la cabeza y me obligo a comérsela entera, no quería andar con juegos y buscaba correrse cuanto antes. No quise defraudarlo, intente meterme todo el pene en mi boca, no pude. Con lo que podía meterme chupaba desenfrenadamente, apretaba ligeramente los labios y conseguía arrastra la piel conmigo, intentando imitar una penetración. De vez en cuando me detenía en el prepucio, pero Antonio no me dejaba, también yo quería disfrutar de esa mamada y lo estaba consiguiendo.

Antonio empezaba a moverse, intentando perseguir con su pene mi boca. El ritmo cada vez era mayor hasta que se quedo quieto, yo ya sabia lo que venia después, intente retirarme, pero las manos de Antonio me lo impedían. Empece a sentir las convulsiones en la pelvis de Antonio y como una gran cantidad de semen me invadía la boca, parecía que él llevaba algún tiempo sin correrse. No quería tragarme sus fluidos, por lo que empezó a escurrirse por la comisura de los labios, pero Antonio no sacaba su pene de mi boca, él seguía expulsando semen. Recordé lo mucho que a mí me gustaba que Lucia se tragase mi semen, por lo que empecé yo también a tragar. Tenia un sabor mucho más fuerte que el mío, tirando a salado, aunque era menos espesa. Me gusto. Procuré dejarlo lo más limpio posible, aunque Antonio empezaba a retirarlo. Después de correrse tenia el pene muy sensibilizado.

Miré hacia arriba y Antonio también me miraba, sonrió. Me incorpore y le besé.

- Me a gustado mucho, José. Prepárate que ahora te toca a ti.-

Se desabrocho el pantalón, se lo bajó arrastrando con él los calzoncillos, dio media vuelta, dejando su culo delante de mis narices. Era bastante peludo pero firme y redondo.

Con mis manos separe los dos glúteos, dejando al aire su ano. Desde mi lado podía observar sus testículos y su pene, que aunque ya flácido todavía con un tamaño considerable. Él se reclinó y yo me incorpore, tenía el pene erecto y lo dirigí a su abertura, jugueteaba con mis dedos en su ano, este se contraía y yo veía muy difícil meter mi pene en él. Coloque la cabeza de mi pene en el ano y apreté, era imposible. Con mis dedos separaba lo más posible sus glúteos e intentaba volver a penetrar, conseguí meterle algo, pero enseguida se salía. Termine desistiendo, Antonio se dio la vuelta y me dijo: - ¿Qué haces? Bastante me está costando dejar que me la metas, para que encima te dediques a juguetear- Le conté lo que pasaba y me dijo que fuese a fuera a por algo de jabón, eso hice. Extendí el jabón como lo había hecho Lucia, también me eché en el pene y me coloque en posición. La cosa cambió mucho, pude meterle la cabeza del pene en un solo golpe, Antonio sin embargo soltó un fuerte grito. Esperé que no hubiese nadie en el servicio. No moví el pene durante unos instantes, fue Antonio el que se movió buscándolo, parece que le estaba gustando. Metí el pene por completo, Antonio esta vez no grito, sino que gimió de una manera que me puso como loco. Empece a embestirle de una manera algo brusca, cosa que no tardó en recriminarme.

Continúe de una manera más suave, su ano se cerraba sobre mi pene de una manera increíble, apretaba un montón, cosa que hacia que me sintiese como nunca. El pene cada vez entraba con más facilidad, lo que me permitió coger un buen ritmo, tras unos minutos empecé a sentir que llegaba mi orgasmo, tenia unas convulsiones frenéticas, cada vez conseguía penetrarle más y más, hasta que mis huevos chocaban con su trasero.

Me corrí, le inundé su culo con mi esperma. Cuando él sintió mi corrida cerro más aún su ano impidiendo que se saliese, para conseguir retener todos mis fluidos dentro de su cuerpo.

Cuando conseguí sacar mi pene di la vuelta a Antonio y le volví a besar en la boca. Nos vestimos y salimos.

Camino de la habitación nos preguntamos que nos había parecido, a los dos nos pareció una experiencia increíble, que procuraríamos volverlo a repetir esa semana.

Cuando llegamos las chicas estaban fumándose un porro, nos recriminaron nuestra tardanza, Antonio y yo nos miramos cómplices y les contamos lo que habíamos hecho. Ellas nos dieron su aprobación y nos rogaron que en otro momento lo repitiésemos delante suya.

Estuvimos largo rato tomándonos algunas copas, el alcohol empezaba a hacer efecto. Lucia y yo nos empezamos a acariciar, lo mismo hacían Antonio y Raquel. Desabroche la blusa de Lucia y le acaricie los pechos por encima del sujetador, con el rabillo del ojo vi como Antonio y Raquel susurraban algo al oído. De repente se acercaron a nosotros y nos dijeron que no habían venido hasta aquí para montárselo por su cuenta. Raquel desabrochó el sujetador de Lucia y la empezó a chupar los pezones, como articulados por un resorte se pusieron duros como piedras. Mientras Raquel y yo nos dedicábamos a Lucia, Antonio había bajado los pantalones a su novia y le estaba acariciando la entrepierna, para ello había retirado delicadamente el minúsculo tanga blanco que se había puesto.

Raquel empezó a respirar entrecortádamente, lo que le impedía chupar en condiciones el pezón de Lucia. Lucia solo con ver la escena se estaba empezando a excitar, cosa que rápidamente me contagió. Yo me incorporé y me quite los pantalones y los calzoncillos, dejando al aire mi pene. Raquel se precipito rápidamente hacia él y lo empezó a acariciar. Lucia se terminó de desvestir dejándose puesto unas preciosas bragas que yo le regale, estas no impedían que el vello de desbordase por fuera de estas. Raquel se percató de esto, y le comentó que mañana la rasuraría por completo. Lucia sonrío y se postro al lado de Antonio, para ayudarle con Raquel.

Antonio y Lucia chupaban el conejo de Raquel, sus lenguas recorrían la depilada vagina, tropezando la una en la otra, momento que aprovechaban ellos para besarse. Yo me coloque encima de Raquel, de tal forma que mi aparato quedaba a la altura de su boca. No tardo en atraparlo y comenzó a chupar, se estaba poniendo como una moto y lo demostraba chupándome de una forma bestial.

Antonio vio que mi trasero quedaba a su alcance, se incorporo y lo empezó a chupar. Lucia penetraba a Raquel con dos dedos. Raquel no pudo más y se corrió mojando la cara de Lucia.

Lucia estaba muy caliente y no disponía de ninguna verga a su alcance, por lo que se puso la pierna de Raquel entre las suyas y empezó a frotarse como si fuese un perro. Mi ano estaba húmedo y Antonio no se resistió a penetrarme. Se puso de pie y encauzó su pene a mi abertura, intento penetrarme pero no lo conseguía, mi ano se negaba a recibir el enorme nabo de Antonio. Empezó a perder la paciencia, se acerco a la mesa y trajo un bote de lubricante que habíamos comprado en el sex-shop. Me embadurno a mí y a su pene, y lo volvió a intentar, imposible.

Lucia y Raquel pararon sus actividades e intentaron ayudar a Antonio. Raquel me sujetaba y Lucia separaba con sus dedos mi ano. Antonio consiguió meter un poco de su pene, pero el dolor que sentí le hizo desistir. - No te preocupes no lo volveré a intentar- me dijo. Pero le dije que quería sentir todo su miembro dentro de mí. Raquel dijo, que lo dejásemos para la mañana siguiente, que tendríamos una sesión especial conmigo.

Volvimos otra vez a la actividad, por sugerencia de Raquel los dos nos ocupamos de Lucia. Raquel se puso de cuclillas encima de la cara de Lucia, esta la atendió inmediatamente, mientras Antonio puso su verga a la altura del conejo de Lucia, mientras yo lo dejaba al alcance de la boca de Raquel.

Antonio penetró violentamente a Lucia, esta soltó un gran grito, que enseguida fue sustituido por un gemido.

Raquel me chupaba la verga, cada vez más rápido, según esta se acercaba al orgasmo. Volvió a correrse gracias a la habilidad de Lucia con la lengua, llevada por ella también me corrí, soltando mi semen en la boca de Raquel.

Lucia, como si estuviésemos conectados, también terminó con un estruendoso gemido. El único que quedaba era Antonio, por lo que nos dedicamos a él.

Raquel se deslizó por debajo suyo, quedando sus pelotas a su alcance. Yo me dirigí a su parte trasera, no sin antes darle un beso en la boca, me coloqué a su espalda y le metí dos dedos en el ano, esto pareció gustarle porque aumento su ritmo. De repente Lucia nos pidió que se lo quitásemos de encima, porque la enorme verga de Antonio la estaba machacando. Raquel y yo obedecimos y sustituimos el conejo de Lucia por nuestras dos bocas. Nos turnábamos en la mamada, nos quitábamos la verga el uno al otro, hasta que Lucia dijo - Yo empecé con él, me toca acabar con él- Cogió la verga de Antonio y se la puso entre sus dos pechos, empezó a frotar arriba y abajo. El nabo de Antonio era tan largo que Lucia también se la pudo chupar.

Raquel no se quería quedar parada, me cogió y se fue hacia mi ano (no lo podían dejar en paz), y me metió tres dedos de golpe, estaba lubricado de antes y no costo penetrarme. Con la otra mano me masturbaba. La escena era tan impresionante que me volví a correr en pocos minutos, derramando mi leche sobre la mano de Raquel. Antonio en ese momento se corrió por fin, derramo su semen en la cara y el pecho de Lucia,

Raquel y Lucia se deshicieron de nosotros y se fueron a juguetear con el semen. Raquel restregó el que tenia en la mano por la cara de Lucia. Esta, mientras chupeteaba el que Raquel la depositaba, se dedicaba a recoger el que había en su pecho, acabaron las dos restregándose su cuerpo húmedo el una a la otra. Antonio y yo nos mirábamos alucinados de la escena, y decidimos proporcionarlas algo más de nuestros jugos. Nos empezamos a masturbar mutuamente, mientras ellas habían formado un 69, se estaban chupando los conejos, una mezcla de semen y fluidos vaginales formaba el aliño de sus coños.

Nos corrimos y Antonio y yo procuramos que nuestro semen cayese en la boca o el conejo de las chicas. Ellas no paraban, nosotros estabamos cansadísimos, pero ellas nos recriminaron el que no quisiésemos ayudarlas, nos pusimos manos a la obra, solo que esta vez continuamos el trabajo que hacían ellas. Yo se lo chupaba a Raquel y Antonio se lo chupaba a Lucia. El sabor del conejo era extraordinario, una mezcla del semen de Antonio, del mío, de la saliva de Lucia y los propios fluidos de Raquel, más que chupar lamía el coño. Penetré a Raquel con dos dedos, pero me di cuenta de lo dilatado que lo tenia, de albergar el pene de Antonio. La penetré con tres dedos y surtió efecto, al par de minutos se desbordaron gran cantidad de fluidos de su interior.

Lucia ya había terminado, por lo que nos fuimos a duchar y dejamos el resto para mañana.

Al día siguiente nos levantamos a las 9:30, nos despertó el servicio de habitaciones. Lucia y yo nos fuimos a nuestra habitación mientras arreglaban la habitación de nuestros amigos. Este rato lo aprovechamos para hablar de lo sucedido el día anterior.

Yo intentaba saber lo que opinaba Lucia del hecho de verme disfrutar con otro hombre,

- Yo pienso- contestó Lucia- que este cambio de rol es beneficioso para ti, el saber como un hombre te proporciona el placer te ayudará a comprender lo que siente una mujer. Además no entiendo porque os aterra tanto que os penetren, a mí me encanta.-

Tenia razón, existen tabúes que no tienen razón de ser. Si lo que buscas es placer no creo que tenga que haber más impedimentos que los meramente físicos e higiénicos. Pude adivinar que a Lucia le excitaba muchísimo verme a merced de otro hombre.

A los quince minutos pasaron Raquel y Antonio y bajamos a desayunar. Pasada una hora estabamos entrando en su habitación, estaba limpia y ordenada, solo que los juguetes se habían quedado encima de la mesa del comedor, la señora de la limpieza habría alucinado con aquello.

- Bueno, no hay tiempo que perder- dijo Antonio deseando ver como me abrían el culo. Pero antes Raquel le había dicho a Lucia que la rasuraría el pubis. Antonio sacó sus utensilios de afeitado, mientras Lucia se había desnudado de cintura para abajo y se había echado en la cama. Raquel empezó a afeitarla con gran maestría, en pocos minutos la había dejado su conejo como el de una niña, se podían distinguir perfectamente los pliegues de los labios y el clítoris, que debido a la manipulación de sus genitales había empezado a descubrirse.

-¿Quién es el siguiente?- Antonio y yo nos miramos sorprendidos - ¿Qué pensabais? Aquí nos depilamos todos.- requirió Raquel

El primero fui yo, en un momento no encontramos los cuatro con las partes depiladas. Daba algo de risa ver a cuatro adultos mirándose y toqueteándose sus partes, como si fuesen críos.

Ahora me tocaba a mí, no tardaron en prepararse para mi dilatación anal. Me colocaron en la mesa del salón, es una mesa baja pero resistente. Me subí encima y me puse de rodillas, eché el cuerpo hacia delante, dejando el culo al descubierto.

Observé como Antonio sacaba su videocámara y la enganchaba al televisor, después de manipular los mandos, vi un primer plano de mi ano en la pantalla. - Así podrás ver lo que te hacemos- me anunció Antonio.

Estaba un poco nervioso, el saber que me iba a doler hacia imposible que se me relajasen los músculos. De esto se dieron cuenta, por lo que Lucia empezó a lamerme el ano, lo hacía como si de un helado se tratase. Sentía la lengua en toda su plenitud, incluso introducía su punta, esto me estaba poniendo a 100 y fui relajándome, incluso empecé a desear que me penetrasen.

No tardaron en cumplir mi deseo, utilizaron primero un pequeño consolador lubricado con vaselina. Fue muy sencillo introducirlo, no puse apenas resistencia, por lo que decidieron pasar a uno algo más ancho. Este tenia la forma de una verga real, incluso el mismo color, esta vez costó trabajo meterlo, empezaba a sentir un gran dolor. Parecía como si me estuvieran desgarrando el ano. Con la mitad dentro de mí, detuvieron su empuje y esperaron a que me calmase. Al par de minutos lo siguieron introduciendo, solo que esta vez era más placer que dolor lo que sentía, me estaba empezando a excitar.

El siguiente que utilizaron era extraño, de forma cónica, en su punta tenia un grosor de unos 2 cm. Que iban aumentando a lo largo. A unos 15 cm el grosor era aproximadamente el del nabo de Antonio.

Introducirlo fue muy fácil, pero a medida que me penetraban sentía cada vez más dolor, introducían unos tres centímetros y paraban un minuto para que me acostumbrase. Al cabo de un rato observé sus operaciones por la tele, me parecía increíble como mi ano había podido albergar ese inmenso objeto. Empece a sudar cuando me di cuenta de lo que faltaba todavía por meterme hasta llagar al grosor de Antonio.

El rato siguiente no se me hizo tan malo como pensaba, mi cuerpo se estaba acostumbrando a albergar el inmenso objeto. Cuando volví a mirar a la pantalla ya había sobrepasado el ancho de Antonio, me sentí orgulloso de haberlo conseguido. Lucia me recompenso con un apasionado beso, y yo pedí que me lo dejasen un rato, me estaba gustando mucho lo que sentía con eso dentro de mí. A los cinco minutos sacaron el consolador de mi culo, y lo sustituyeron por otro con una forma más real. Era bastante más corto pero igual de ancho que el nabo de Antonio. Tenia unas correas enganchadas que las utilizaron para no permitir que se escapase. Me puse de pie, me vestí y nos fuimos a dar una vuelta.

El paseo se me hizo un poco largo, tenia el culo dolorido y cada vez que me sentaba se me metía un poco más el consolador.

A las tres horas regresamos al hotel para comer, lo primero que hice fue ir a la habitación a retirarme el consolador. Cuando lo saqué vi que estaba manchado con algo de sangre, Raquel me dijo que no tenia importancia.

Comimos rápidamente, no queríamos perder el tiempo en esas cosas teniendo tanto placer que darnos, en el ascensor empezamos a sobarnos y acariciarnos, Antonio me susurró al oído que me la iba a meter hasta él estomago, aunque la proposición me gustó le pedí que me dejase un rato para recuperar el ano.

Nos sentamos en el salón, preparamos unos porros y empezamos a organizarnos.

Preparamos un juego, este consistía en que dos personas (elegidas al azar) se lo montarían delante de las otras dos personas, las dos personas que quedarán libres no podrían participar ni tocarse entre ellas.

La primera pareja la hicimos entre Raquel y yo (menos mal que no me toco Antonio).

Nos pusimos en el centro del salón mientras nos grababa la cámara de vídeo, para luego ver las repeticiones más interesantes.

Como estabamos vestidos, empezamos a acariciarnos por encima de la ropa, Raquel se dejo de prolegómenos y fue directamente a por mi paquete. Yo le quite la camiseta que llevaba y dejé al descubierto sus dos perfectos melones (no llevaba sujetador), empecé a lamerle los pezones, que ya estaban duros antes de empezar. Ella me comía el lóbulo de la oreja, eso me ponía a tope. Con las manos libres le desabroché y bajé sus pantalones, tenia un tanga de color negro, que llevaba metido por la raja del culo.

Cuando mis manos palparon su conejo ya estaba empezando a estar húmedo, fue fácil localizar su clítoris, jugué con mis dedos con él.

De repente Raquel me tiró al suelo y empezó a desnudarme, yo le facilitaba las cosas. Cuando descubrió mi verga se lanzo a ella con hambre. La devoró con pasión, era capaz de introducírselo entero. Con su lengua recorría mi prepucio, yo estaba en el cielo. Conseguí zafarme y formar un 69. Quedé boca arriba, la visión que tenia era impresionante, veía su conejo en un primer plano, distinguía el clítoris, los labios y la vulva. Esta estaba algo abierta, me lancé a su pepita que mordisqueaba con los labios. Saqué la lengua lo más que pude y lamí los pliegues con toda la superficie. Ella mientras tanto se entretenía con mi entrepierna, se había comido toda, apretó los labios y succionaba intentando sacar mis jugos. En un momento ella se sacó mi verga para poder respirar y lanzar un impresionante gemido, se estaba corriendo. Su flujo invadió y empapó mi cara, yo intente como pude recoger todo lo que salía. Su clítoris tenia un tamaño considerable después del orgasmo, no paré. Para mí era tan excitante la mamada como el estar comiéndola el conejo. Trabajaba con los dedos dentro de ella, tenia dos dedos dentro de ella cuando se levantó y se puso de pie. En ese momento aproveché para mirar a Lucia y ver si estaban cumpliendo las reglas. Lucia se metía los dedos, y como podía su chupaba los pezones. Antonio se había sacado el pene y se estaba masturbando, ninguno de los dos se tocaban.

Raquel se puso de cuclillas y se metió toda mi verga, paró un momento para poder contemplar mi cara de placer. Empezó a cabalgar, su movimiento llegaba a ocultar todo mi pene, cuando subía prácticamente la sacaba. Apretaba la vulva de una manera impresionante que parecía que me lo iba a arrancar. Al poco tiempo ella aumentó el ritmo ya que su orgasmo estaba llegando. Oí el gemido de Antonio cuando se corrió, su semen macho el sofá y la alfombra, llagando una gotas al cuerpo de Raquel. También yo me iba a correr, agarre a Raquel de la cintura y la traje hacia a mí, la metí la lengua hasta la campanilla. Raquel tenia unas convulsiones pélvicas que me indicaban que se estaba corriendo. El movimiento adelantó mi orgasmo y estallé dentro de ella, no sé cuanta leche fue capaz de salir de mi nabo, pero cuando ella se levantó todavía salía. Ella no quiso desaprovecharlos y se volvió a meter el pene en la boca y no paro de succionar hasta que mi pene se volvió flácido.

Lucia también se corrió, y acabamos los cuatro brindando con nuestras lenguas.

Descansamos unos minutos. Antonio no paraba de mirarme con ojos de deseo, por lo que decidimos volver a sortear. El primer nombre lo sacó Raquel y era el de Antonio, yo saqué el segundo nombre era el de Lucia, pero al ver la cara de Antonio mentí y dije el mío. El sonrió como un niño al que le toca un caramelo.

Rápidamente me cogió de la mano y me llevo al centro de la habitación. Las chicas nos miraban con una mezcla de curiosidad y lujuria, a las dos las excitaba ver como sus respectivos novios se corrían de placer ante un hombre.

Nos sentamos en el suelo y nos empezamos a besar. Le chupé las tetillas, mientras le cogía de los testículos, él estaba muy excitado.

Froté su nabo y enseguida se puso duro. En aquel momento observé su pene con gula y me lance a por él. Las chicas murmuraban entre ellas mientras empezaban a tocarse.

No pude entretenerme mucho, ya que Antonio me cogió y me puso mirando al techo. Ya se había embadurnado el pene con lubricante. Levanto mis piernas e hizo que me las pegara al pecho. Él las sujetaba e impedía cualquier movimiento mío, estaba a su disposición y solo me dio tiempo a pedirle que no me hiciese daño. Delicadamente llevo la punta de su pene hacia la puerta de mi cuerpo, introdujo la cabeza que yo recibí con la mezcla de un grito y un gemido. Tenia a Raquel enfrente mío, tenia los ojos muy abiertos observando el espectáculo, la simple imagen de verme penetrado por su novio la estaba llevando al séptimo cielo. A Lucia la vi de pie, tenia un consolador doble. Vi con ella se introducía uno y le ofrecía otro a Raquel. Se tumbaron en el sofá, cada uno en un extremo con las piernas entrelazadas, Lucia fue introduciendo el lado del consolador que quedaba libre dentro de Raquel, y se empezaron a mover rítmicamente.

Mientras tanto Antonio volvió a penetrarme un poco más. Era doloroso, pero no mucho. Prosiguió hasta meterme la mitad de su miembro, me preguntó como me iba. Yo le contesté que se dejase de rollos y me lo metiese hasta el estomago como me había dicho. De un solo golpe me metió casi todo, Yo sentía como ese pedazo de nabo se abría camino a través de mi cuerpo, sentía como se abría mi ano para albergarlo, lo sentía rozar en las paredes de mi intestino, sentía que quería más. Con un movimiento de mi cuerpo conseguí atraparlo por completo. Antonio con su mano tocaba mi pene, lo que produjo que me corriese. No había hecho falta nada más. Llené su mano de leche, apresuradamente se la llevó a su boca y la lamió. El resto lo distribuyó sobre mi pecho. Yo estaba en la gloria.

Antonio sacó gran parte de su pene de mi culo e inicio un movimiento de mete-saca. El ano me ardía, él gemía fuertemente. Los movimientos eran torpes pero estabamos disfrutando. Podía ver el brillante nabo de Antonio entrando y saliendo de mi cuerpo, en cada entrada sentía a mis intestinos inchándose para recibirlo. En unos instantes me puse otra vez cachondo. A los pocos minutos el ritmo de penetración era asombroso. Antonio curvó su espalda y cerro sus ojos, dos embestidas después sentí el caliente semen de Antonio recorriendo mi cuerpo. Oficialmente había perdido la virginidad anal. Cuando sacó su pene gotas de semen se escapaban de mi ano. La cara de Antonio era de felicidad. Como agradecimiento deslizó su cara a mi entrepierna y me empezó a lamer. No de una forma brusca, sino de una forma delicada, como si fuera una frágil trozo de porcelana. Engullía todo el miembro prácticamente sin rozarlo. Le avisé de que me iba a correr, el retiró su boca y me pidió que le llenase la cara de semen. Dicho y hecho, mi semen salió disparado de mi nabo directo a su cara, manché sus labios y su nariz. Sus pómulos y ojos también recibieron una parte. Saco su lengua e intentó rescatar las gotas que bordeaban su boca. Me levante y nos besamos compartiendo el fruto de nuestro placer.

Las chicas seguían a lo suyo, se habían saltado las reglas y Antonio y yo deberíamos buscar un castigo para ellas.

Terminaron con un estruendoso orgasmo, prácticamente a la vez. Se sacaron el extraño consolador y fueron a apagar la cámara de vídeo.

Habíamos gastado prácticamente la cinta, rebobinamos y nos sentamos a ver la obra maestra que nos había salido.

Se quedaron boquiabiertas con las escenas de Antonio y yo. Raquel nunca había tenido el nabo de Antonio en su culo. Yo la miré con cara de sorpresa y la dije que cuando acabase la semana el rabo de Antonio le parecería un tallarín.

Nos duchamos y Antonio y yo nos fuimos a comprar otra cinta, por el camino fuimos pensando que castigo impondríamos a nuestras chicas, no queríamos que fuese algo doloroso. Se nos ocurrió pedirlas que sedujesen a otro hombre y grabar sus relaciones en vídeo, no nos pareció adecuado. Practicar la escatofilia nos pareció demasiado fuerte. Estuvimos un buen rato dándole a la cabeza, hasta que nos cruzamos con una señora que llevaba un perro. Nos miramos y fuimos a un sex-shop. Compramos dos collares, con sus respectivas correas y dos consoladores de esas que funcionan con un mando a distancia.

Cuando llegamos al hotel les contamos su castigo: deberían estar 24 horas totalmente a nuestro servicio, no podrían quejarse ni protestar, eso si, no le haríamos daño.

Tuvimos que insistir un buen rato, al final llegamos a un acuerdo. Si el servicio es satisfactorio, deberemos nosotros ponernos a su servicio durante 12 horas. Aceptamos inmediatamente.

Eran la 8 de la tarde, empezaba a contar el tiempo.

Lo primero que las pedimos era que se desnudasen por completo, se pusieran los collares y se pusieran a 4 patas, a partir de entonces no hablarían, solo deberían comportarse como perros.

En el baño colocamos unos papeles donde realizarían sus necesidades, si eran capaces podrían orinar en el bidé, pero siempre como si fuesen perros.

Sacamos los consoladores que habíamos comprado en el sex-shop, ellas pensaron que era uno normal. Se los metimos por la vagina y los sujetamos con las correas.

Nos sentamos en el sofá y permitimos que ellas se acurrucasen en nuestros pies. Estaban prácticamente dormidas cuando enchufamos el consolador, pusimos el primero de los cinco niveles. No se daban cuenta, empezaron a toquetearse el conejo. Antonio y yo nos reímos y ellas nos miraron con sorpresa. Le explicamos lo que llevaban puesto y empezaron a protestar, le recordamos que no deberían hablar. Por sorpresa les subimos de golpe al tercer nivel. La respiración era entrecortada, Raquel se intentaba acariciar el clítoris, pero la sujeción del consolador lo impedía. Estaban a nuestra voluntad.

Lucia se retorcía de placer. Subimos un nivel más, las dos estaban al borde del orgasmo, pero no lo conseguirían hasta que no llegásemos al quinto nivel . Estuvimos quince minutos mirando las caras de placer de nuestras novias, ellas no aguantaban más. Nos suplicaban que subiésemos de nivel, al fin accedimos. Tuvieron varios orgasmos seguidos, la cantidad de fluidos que salieron de su cuerpo nos dejaron asombrados.

Permitimos que descansasen un rato sin los consoladores. Las dejamos atadas en un rincón de la habitación, también con las manos sujetas, para que no pudiesen tocarse. Antonio y yo nos dedicamos a darnos placer mutuamente. Nos agarramos mutuamente los nabos y empezamos a agitar nuestras manos con un movimiento de vaivén. El pene de Antonio era tan grande que tardaba un buen rato en subir y bajarle la piel. Sin embargo él cogió un buen ritmo conmigo. En poco tiempo llegue al orgasmo, Antonio cogió un vaso de la mesa y me lo puso en el capullo, de tal forma que todo mi semen cayo en el vaso. Igualmente hice lo mismo y conseguí no desperdiciar nada de la leche de Antonio. Cogí el vaso lo tapé y lo guarde en la nevera. Seria el desayuno de las chicas, pero antes deberíamos conseguir más sustancia.

Desatamos a las chicas, a Raquel la encerramos en el baño y a Lucia la pusimos encima de la mesa. Yo me puse detrás suya, Antonio delante. Lucia atrapo con gran facilidad el nabo de Antonio, yo la penetré el conejo. No hacia falta que me moviese, ella producía el movimiento de vaivén al sacarse y meterse el nabo de Antonio en la boca.

Aproveché a meterla un dedo en el culo, y en ese momento me acordé de que a ella nunca se la hinqué en el culo. Intercambié mi dedo por mi pene, ella se sobresaltó. No había tenido ninguna delicadeza con ella. Se volvió a protestar, pero Antonio no permitió que se separase de su miembro. Metí dos dedos por su vagina, pude notar mi nabo a través de las paredes.

Cuando miré hacia adelante Antonio se estaba corriendo, escuche como la decía que no se le ocurriese tragarse nada de su leche. Él se separó y fue a por el vaso, la obligo a escupir lo que retenía en su boca y que se diese la vuelta. Saqué el nabo de su culo, y lo introduje directamente en su boca. Antonio la metía varios dedos en su conejo. Lucia estaba iniciando los movimientos previos al orgasmo, Antonio me dijo después que en ese momento fue capaz de meterla cuatro dedos. Lucia y yo no corrimos a la vez, tanto tiempo juntos nos permitía regularnos para estallar juntos. No hizo falta decirla nada, cuando saque mi verga de su boca escupió su contenido en el vaso.

Se volvió y beso a Antonio, a mí me miró y solo me dijo lo bestia que era, yo me disculpé, pero Antonio me dijo que no debería pedir perdón a un perro.

La mirada que le dirigió Lucia era capaz de congelar el infierno.

Estuvimos un rato descansando antes de volver a la carga. Sacamos a Raquel del baño e hicimos que Lucia se pusiese un cinturón del que salía una gran verga. Las pedimos que se follasen entre ellas. Lucia, lógicamente ocuparía el lugar del hombre, y Raquel sería la receptora.

Antonio enchufó la cámara, no la dejó fija, sino que la manejaba. Su intención era hacer una película, que luego distribuiría en Internet.

Las acciones se realizarían como en una mala película porno. Raquel se puso de rodillas y se introdujo el consolador en la boca. Chupaba como si de una real se tratase, la engullía entera, para luego recrearse en el capullo. La escena me estaba poniendo como una moto. Antonio se acercaba con la cámara hasta casi tocar a Raquel. Lucia, mientras tanto, gemía en una mezcla de ficción y realidad, la escena también la excitaba.

Con la falsa verga chorreando en saliva, intercambiaron sus posiciones. Raquel se puso en cuclillas, con la cabeza de Lucia bajo ella. Raquel esta vez no fingía, sino que Lucia la estaba llevando al paraíso. Su conejo se empapaba de sus propios fluidos y de los de su amante.

La siguiente escena sucedía con Raquel poniendo una pierna apoyada en la mesa, Lucia situada detrás machacaba sin compasión el coño. Antonio sacaba primeros planos desde la parte de adelante. Yo saqué un consolador y me lo introducía en el culo, con la otra mano me estaba masturbando.

Raquel estaba a punto de correrse cuando volvieron a cambiar de postura. Lucia se tumbó en la alfombra y Raquel debería cabalgar sobre ella. A si lo hizo. Antonio interrumpió la grabación de las chicas para tomarme algunos planos. Debería estar de lo más excitante, porque se entretuvo algo más de la cuenta. Cuando volvió a las chicas, Raquel estaba como loca, sus cabalgadas eran tan frenéticas que de vez en cuando se le escapaba el consolador.

No tardo ni dos minutos en empezar a correrse. Sobre la superficie plástica del consolador se escurrían espesas gotas de sus fluidos. Lucia rápidamente se quitó el consolador y empezó a acariciarse el clítoris. La visión de Raquel estallando encima suya le provocó la necesidad inmediata de terminar. Raquel se dirigió hacia ella con el fin de ayudarla. La metía los dedos mientras la chupaba los pezones. Lucia no dejó de tocarse.

Antonio no sabia que grabar, por un lado las chicas a lo suyo, y yo mientras disfrutando solo con un consolador en el culo. Al final se decidió por mi. Colocó la cámara detrás mío para sacar un primer plano de mi dilatado ano recibiendo placer.

Cuando iba a acabar le dije que se pusiese delante y grabase mi corrida. Cuando estallé gran cantidad de leche salió disparada hacia la cámara, unas gotas impactaron en la propia lente. Antonio dio la vuelta a la cámara y las retiró con su propia lengua. Sin dejar de grabar consiguió sacar a Lucia corriéndose, mientras Raquel mantenía todo su puño metido en el conejo. Los gemidos que soltaba mi novia me puso los pelos de punta

Acabada la sesión decidimos acostarnos para recuperar fuerzas. Cada pareja se fue a su habitación. Antes de dormimos le dejé instrucciones precisas a Lucia.

A las 9 y media debería despertarme haciéndome una mamada. No diría nada, solo chuparía. Siempre me suelo despertar empalmado, por lo que sabía que no tendría problemas.

Al rato de acostarnos yo no podía dormirme, las imágenes de los días anteriores pasaban por mi cabeza, no me las podía quitar de encima, y además, me estaban excitando.

Decidí hacer una paja, cogí mi miembro y lo empecé a sobar. Estaba algo dolorido, pero no paré. Tras unos minutos ya estaba dispuesto a correrme, mi duda fue donde depositaba los restos de mi masturbación. Vi que lucia dormía boca arriba, la retiré las sabanas y me puse encima. Lucia abrió los ojos cuando sintió que le restregaba mi nabo por sus pechos, no le dio tiempo a reaccionar. En un momento tenia mi leche distribuida por el pecho, el cuello y la cara.

Lucia me llamó guarro, yo la recordé que seguía a mi servicio y que no se limpiase hasta mañana por la mañana. Dormí plácidamente el resto de la noche.

A las 9:30 exactamente empecé a sentir el aliento de Lucia en mi entrepierna, entreabrí los ojos y vi como se estaba introduciendo el miembro en la boca.

Sobre el cuello y la cara observé los restos resecos de semen, había sido buena y no se los limpió. Ella se dio cuenta de que me desperté, y me dirigió una amplia sonrisa.

Continuaba su trabajo de una forma delicada, como solo ella sabe hacerlo. Acariciaba mi capullo con su lengua, la bajaba procurando no dejarse ningún rincón si lamer. Tampoco se olvido de mis huevos, se los introducía y procuraba sorberlos como si quisiese arrancarlos. Me puso una mano en el nabo y empezó a subirla y bajarla con una suavidad increíble, procuraba acaparar la mayor superficie de polla. Cerré los ojos y me dediqué a disfrutar. Cuando ella notó que comenzaba a mover mis caderas, supo que era el momento de darme caña. Se introdujo mi nabo completamente en la boca, cuando no pudo meter más apretó los labios con fuerza. Yo podía sentir como la rozaba la campanilla, y el capullo se tocaba con los dientes. Se sacaba el pene por completo, y lo volvía a engullir. Con los labios arrastraba la piel, produciendo que yo me empezase a retorcer de placer. Tras varias embestidas, solo se volvió a introducir el capullo. Con una mano agarró la base del pene y empezó un corto movimiento de vaivén, con la lengua lamía la cabeza y jugueteaba con el agujero.

Continuamos unos minutos hasta que decidí acabar de una vez. La agarré la cabeza y la obligué a introducírsela toda. Marque un ritmo que al par de minutos produjo mi orgasmo. Las horas de reposo permitieron recargar el deposito y lance una gran cantidad de leche al fondo de su boca. No permití que Lucia se separase. Se estaba tragando parte de mi semen, pero una parte se le escapaba de la boca. Cuando la solté, me miró con agradecimiento y prosiguió saboreando mi esperma. Con la lengua devolvía el semen a mi nabo, y otra vez lo volvía a recoger. Al fin el pene se volvió flácido y no pudo continuar. Sin embargo no renunció al juego. Se puso a la altura de mi cara y me empezó a besar. Saque la lengua y la recogí parte del semen. Nos encontrábamos a mitad de camino, y al separarnos hilos de semen unían nuestras lenguas. Por el camino perdíamos parte de nuestro placentero cargamento, manchando las sabanas.

Cuando terminamos el húmedo beso la pregunté si le gustaba el sabor de mi leche. Ella contesto que la apasionaba. - Bien- Dije yo- Porque es lo que vas a desayunar hoy -. Después de ducharnos pasamos a la habitación de nuestros amigos, al entrar en su dormitorio no se dieron cuenta de nuestra presencia. Raquel también se la estaba mamando a Antonio, solo que esta vez Raquel estaba boca arriba, y era Antonio el que la penetraba en la boca, como si de un conejo o un culo se tratase.

No nos dio tiempo a disfrutar mucho porque Antonio tardo poco en correrse. Él fue más precavido que yo y expulso su semen en el vaso.

Teníamos la mitad del vaso lleno y se lo enseñamos a las chicas, lo miraron con expectación.

Antonio se metió en la ducha, yo le decidí a acompañar. No quería hacer nada con él, solo mirarlo, empezaba a sentir un gran atractivo físico por el. Quien lo iba a decir, yo que presumía de macho ibérico acompañando a un tío a la ducha.

Pero, ¿Es que he dejado de ser hombre por esto? Yo creo que no. Simplemente he dejado de lado la hipocresía y lo tabúes. Seguiré disfrutando del sexo con Lucia, pero también disfrutaré del sexo con Antonio.

Mientras reflexionaba Antonio abrió el grifo de la ducha. - ¿Te vas a meter conmigo? - me preguntó. Le dije que no, más adelante compartiría una ducha con él, pero en ese momento solo le quería mirar.

Cuando salió de la ducha iniciamos las sesiones del desayuno, alcanzamos el vaso con el esperma a Lucia y Raquel.

En un principio no sabían que hacer con él. Lucia recogía un poco con los dedos y se lo daba a probar a su compañera. Raquel se lo tragaba como si fuese agua. Hasta que empezaron a restregarse el semen por todo el cuerpo, parecía que se untaban una crema de belleza. Los pechos, la cara, el ano, no dejaron ni un rincón seco.

Cuando se acabó el contenido ellas empezaron a frotarse la una a la otra, juntaron sus cuerpos y se revolcaron distribuyendo el semen por el suelo.

Terminaron la sesión lamiendo le leche de sus cuerpos, Antonio las obligó a que dejasen el suelo tan limpio como sus pechos.

Queridos lectores con el fin de acabar la historia podeis mandarme ides de como acabarlo. Sabeis como transcurre y supongo que os inmaginareis el final. No os corteis y mandarmelos.

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