El Extraño.


Mi mujer y yo somos una pareja muy liberal, pero hasta aquella tarde de sábado no nos decidimos a hacer lo que os voy a contar. Mi esposa, Sylvia, es una mujer de 27 años con un cuerpo muy bien moldeado por el gimnasio. No es muy alta pero su cara aniñada y sus hermosas piernas hacen de ella una mujer muy deseada. El día anterior, trás una intensa noche de sexo me dijo que deseaba hacerlo conmigo y otro hombre a la vez. A mí me excitaba la idea, el caso es que al día siguiente nos dirijimos a un lugar de intercambios de parejas del que habíamos oído hablar. No nos fue difícil encontrar al chico que buscabamos. Era un joven alto, moreno, delgado pero de complexión fuerte, y enseguida se decidió a venir con nosotros.

En nuestra casa tomamos unas copas. Yo, ya caliente por el tono de la conversación le dije:

- Por que no os besais, me excitaría veros hacerlo.

El no dudo un momento y la besó intensamente introduciendole la lengua en lo más profundo de su boca. Sylvia le agarraba la cabeza con la mano, y se la notaba excitadísima.

Cuando me quise dar cuenta Sylvia le estaba chupando la polla. Le agarraba fuerte del culo y hacía que le follara la boca intensamente. Yo, al ver a mi esposa chupando aquella verga de esa manera me puse a cien, y se la metí por el coño. Decidimmos ir a la cama ,en la que seguimos follando mientras Sylvia se la chupaba a aquel tío. Ella estaba tumbada, y yo arrodillado le cogía las caderas para enbestirla bien. Ella seguía su gran mamada cuando, casi sin darme cuenta, me agarro la cabeza y me acercó para besarla. La bese intensamente, con una polla dentro de su boca, pero los besos me sabían mejor, más calientes, más morbosos. Entre los dos chupabamos su capullo, y a él parecía gustarle.

Le dejé su turno para que la follará. La puso a cuatro patas y la folló como los perros, yo me tumbé y mientras Sylvia me lamía las pelotas. En un momento bajó su lengua y me empezó a lamer el culo: aquello me encantaba. No se si de ver aquello, el chico se corrió. Sylvia que todavía tenía el sabor de mis jugos anales en su boca, se volvió de improviso y le besó salvajemente, babeando a la vez que le introducía su lengua en la boca. Yo tampoco pude aguantar más y me corrí, disparando chorros en todas direcciones. Sylvia arrebaño todo el semen y me dejo la polla limpia.

Pero ahí no quedo todo. El chico dijo que tenía preparada una sorpresa para nosotros. Asi que empezamos de nuevo a follar. Yo follaba a Sylvia como en la vez anterior, con ella en la postura del misionero. El se acercaba y daba lenguetazos en el clítoris, rozando en mi polla en algún momento. Esto me encendía todavía más. Después puso su polla en la boca de Sylvia, y empezó a follarla como si se tratara de un coño. Yo veía su culo moverse arriba y abajo, y me pareció un culo precioso, el conjunto de su trasero con sus firmes piernas me parecía tan atractivo o más como si fuera de una tía. En ese momento deseaba follarme a ese chaval. Yo no perdía atención a su trasero y vi como de pronto lo situó en la boca de Sylvia. Ella le encantaba y el beso negro y le lamió el ano con todas sus ganas. Pero subitamente lo separó de la boca de ella y dijo:

-Aquí teneís la sorpresa.

Un grueso y largo zurullo de mierda salió de su ano y cayó en la boca de Sylvia. Los dos nos quedamos sorprendidos, pero enseguida ella se lo metió en la boca como si fuera una polla. Se lleno la boca y la cara de su mierda y yo, mientras tanto, no pude más me corrí como nunca lo había hecho y mientras lo hacía la bese salvajamente, saboreando la mierda del desconocido y compartiendola con mi esposa. Hasta entonces no había disfrutado tanto.

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